Las escaleras estaban oscuras. Unas cuantas telarañas se le enredaron el cabello, Plagg estaba muy pegado en su pecho. Mantenía en su mano la joya que había sido de su madre, de alguna manera era como tenerla cerca. La luz comenzó a hacerse presente, un hermoso invernadero verde y dorado, como el que había visto en las memorias de Emilie. No se atrevió a dar el paso para verlo por completo. Las pisadas de su padre eran firmes, sujetas al suelo. Vestido de la persona que había asesinado a la chica de su corazón. Se detuvo a lo lejos, en seco. Como si dudara. Natalie lo tomó por sopresa con el gas que lanzó al suelo, todo quedó en oscuridad.
—¡¿Qué te sucede, Natalie?!—Gabriel corrió hasta su hijo desmayado, de su nariz corría un hilo de sangre.
—Yo. Creí—tartamudeó, aún con su vestido de gala plateado.Pensé que iba a atacarlo.
Gabriel se tiro al suelo, colocó su oreja en el pecho de Adrien. Palpita. Contuvo las lágrimas dentro de sus ojos.
—Esas bombas no se usan desde que Emilie...No vuelvas a hacer nada sin que te lo pida. ¡Adrien pudo haber muerto!
Vio el anillo en su dedo. Su plan estaba completo. Sin embargo había algo que lo detenía, el miedo volvió a florecer, era incierto. A pesar de años cuidando cada detalle, sabía del intercambio de vidas. Le daría a Adrien una madre, cueste lo que cueste. Toda muerte vale la pena si Emilie estaba de vuelta. Quitó el anillo sin volver a pensarlo, plateado y brillante. Adrien apretaba con fuerza en su mano un objeto, lo reconocería en cualquier parte. Algunas gotas de sangre lo recubrían, lo vio y no pudo evitar el pinchazo en su corazón. Se lo dio a su secretaria para estar lejos de la cosa que lo había echo perder a su familia, sin volver a mirarlo.
—Llévatelo, Natalie. Él algún día entenderá porqué lo hago.
Natalie lo arrastró al auto mientras Gabriel se iba por donde llegó. Condujo lejos de ahí, las calles de París se conservaban silenciosas y vacías, nadie se sentía seguro desde la muerte de Ladybug y la misteriosa desaparación de Chat Noir. Quería al niño, pero más a su jefe y haría cada cosa que le pidiera así tuviera que perder su vida. Lo ató de manos y pies junto a la mujer también desmayada a su lado, los encerró con llave en el sótano con las luces apagadas, no despertarían en buen rato, lo suficiente para que Gabriel pudiera ejecutar lo que había soñado desde la muerte de Emilie. Hoy sería la noche. Algo impulsó a su jefe.
—¿Hola?—la voz llorosa de una mujer aclaraba sus pensamientos—. ¿Hola? Por favor, ayúdenme.
Suplicaba. Se sentía demasiado débil como para siquiera respirar, los músculos eran piedra y la boca chicle. Conforme abría los ojos se dio cuenta de que no había nada que ver, sólo oscuridad. Se quedó callado escuchando los sollozos de la persona a su lado. Al intentar levantarse le fue imposible por las cuerdas fuertemente amarradas en sus tobillos. La mujer a su lado se sobresalto.
—¿Quién eres?—la voz era dulce, melodiosa—. Por favor, dime quién eres.
—¿Jolie?
Gabriel no dejaba de mirar a su fallecida esposa recostada en la tumba, sabía si la tocaba dañaría la consistencia de la burbuja de tiempo y Emilie se desaparecía como polvo. No podía alterar un equilibrio tan frágil como ese. Pero tenerla tan cerca y no poder hacerlo, era una tortura. En sus manos ya tenía el poder de hacer lo que quisiera. Los miraculous de la creación y la destrucción brillaron cada uno en su manos. La sensación eléctrica recorrió sus brazos, produciéndo un destello desde su venas que se iluminaron hacia el exterior. Contuvo el miedo.
—Hacer lo necesario—pensó.
—¿Adrien?
—¡Sí! ¡Jolie, soy yo!
Su vista se había acostumbrado a la oscuridad, en un momento así no era muy cuerdo para estar feliz. Pero tener a Jolie ahí era un pequeño rayo de esperanza. No sentía la presencia de Plagg. Bastante complicado salir de esta situación.
—Adrien, Dios mío. No puedo creer que tu padre nos haya hecho esto-dijo conmocionada, Jolie llevaba unas horas más que Adrien, sentía su garganta como si tuviera alambres, su nieto forcejeo la cuerda en sus muñecas—. No puedo respirar.
—Jolie, Jolie—dijo Adrien intentando buscar algún indicio de luz en la oscura sala—. Debes tranquilizarte, escúchame. Vamos a estar bien, ¿sí? Lograremos salir de aquí.
Respiró profundo intentando controlar la ansiedad que le causaba lo poder saber lo que estaba ocurriendo a su alrededor, por el bien de Jolie se tragaba su temor. Una vez más intentó sacar su mano del fuerte nudo en su muñeca, pero sin querer hacerlo le causaba daño a Jolie.
—Tu padre—comenzó su abuela cuando se detuvo—él...él vino a verme...lo subestimé, no lo creía capaz de algo como esto.
—Yo sí.
En su cabeza pasaron los ojos de Natalie. Todos son capaces de hacer lo que sea si hay un gran propósito de por medio. Pero Natalie lo había visto crecer y también cuidado de él. No era el momento de rendirse, su padre estaba a punto de cometer la más grande equivocación de toda su vida. Si es que no lo había hecho ya. Bajó un instante su cabeza. Sus pies seguían descalzos y el frío volvía a extenderse a través de su cuerpo.
—Tengo una idea, pero tenemos que ser ambos, ¿bien?—le dijo Adrien, Jolie asintió en la oscuridad. Sus manos temblaban pero procuró mantenerse serena—no sé en dónde podemos estar.
—Yo sí—respondió Jolie, aspirando aire—. No estoy segura, pero puede ser la vieja guardia de tu madre
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Promesas. {MiraculousLadybug}
FanfictionLo sellaste con una promesa, necesito que la cumplas, no puede haber solo un oscuro y frío vacío como el final de tu vida, Chat. Posiblemente no me escuches, pero quiero que sepas que estoy aquí, soy solo viento, pero aún estoy para hacerte resp...