Capítulo VI: Sorpresa.

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Ya eran las once de la mañana y aun no recibía respuesta de la chica. Había recibido el mensaje, lo indicaban las dos rayas grises y eso era lo que más hacía que se pusiera a pensar. Quizás estaba a salvo y había perdido su móvil. Tal vez podría estar internada en un hospital, no tenía manera de saberlo porque en el grupo de mensajes de sus compañeros no paraban de preguntar por la chica de dulces ojos azules.     

  —Adrien... Hay una visita para ti—avisó Jolie en el umbral de la puerta, detrás de ella apareció su padre. 

Jolie se hizo a un lado dejando espacio para que Gabriel pasara, sus ojeras eran notables y sus cabellos no estaban tan peinados como acostumbraba, se sentó en una silla al lado de la cama de Adrien, el chico lo observó con seriedad, recogió su pierna sana procurando no herir la otra y enfrentó a su padre. 

Gabriel retorcía sus dedos con claro nerviosismo, era extraño ver al frío diseñador de modas de esa manera tan inquieta, le pidió Jolie que se retirara con la mirada y esta lo hizo cerrando la puerta con suavidad.

  —Hijo...—habló aclarándose la voz—. Sé que tal vez sea muy pronto para pedirte esto, pero quiero que sepas que corres un gran riesgo... Sé que eres Chat Noir. 

Adrien no quitó la dura expresión de su rostro pero su interior tembló de miedo, muy en el fondo le temía un poco a su padre, era duro, demasiado directo y no sabía escuchar. Era cuestión de tiempo para que él lo supiera, no le pareció extraño sus palabras sin tacto. 

Uno de sus mayores temores era convertirse en él, tomó una respiración inaudible y su corazón latía fuerte en su pecho pero evitó quitarle la mirada al hombre que lo había criado porque sabía que si lo hacía estaría derrotado, era casi mayor de edad, era hora de tomar sus propias decisiones por más duras que fuesen.

  —Lo guardaste bien, el secreto, quiero decir. Los doctores fueron obligados a decirme, soy tu padre, claro que tenían que decirme—hizo una pausa colocando su dedo índice en la cien, pasó a mirar su mano y acomodó su anillo de matrimonio—. Quiero que dejes de ser Chat Noir. 

Adrien se lo esperaba, era lógico que no permitiría que a su único hijo le pasara algo. El chico se ensombreció, arqueó una ceja y se sorprendió así mismo por no dejar caer la máscara que se había colocado, para que nadie supiera cuanto dolor estaba sintiendo. Se quedó pensativo, haciendo que el ambiente a su alrededor cayera una densa nube de suspenso, su padre esperaba una respuesta obediente, sumisa, como las de siempre, pero algo le decía que esta vez no sería así y estaba en lo correcto.  

Se aclaró la garganta y organizó las palabras en su cabeza, suspiró y miró al techo con resignación, devolvió la vista a su padre, no podía negar que era su hijo, el chico podía ser duro cuando se disponía, sus ojos se tornaron tan fríos como los de su padre. 

 —Recuerdo que...—dijo con voz ronca— Una vez me dijiste algo que se me quedó en la cabeza por siempre y es que a veces el deber está por encima de las cosas que queremos hacer. Es mi deber, padre. No puedes decidir por siempre sobre mí. Te respeto y te quiero, pero hay gente a la que debo cuidar.  

Los ojos de Gabriel se abrieron con sorpresa, dejó caer su peso en el respaldar del asiento, sintió como si de repente lo hubiesen dejado caer en el espacio, pero Adrien, por el contrario, se sintió aliviado, no era mentira nada de lo que le había dicho, quería a su padre, lo respetaba, pero había cosas de él que no quería tener en su futuro de adulto. 

Necesitaba seguir siendo Chat Noir, este le había dado paso a su yo más verdadero, la versión más pura de sí mismo, le había regalado la libertad que jamás creyó llegar a tener. Se lo debía a Ladybug, le había prometido cuidar a las personas de la ciudad, protegerlas del mal de Hawk Moth, la promesa había quedado marcada en su corazón. 

—Eres mi único hijo, Adrien—respondió con voz quebrada—. He perdido demasiado, no puedo perderte a ti también.

Jolie entró a la habitación irrumpiendo el ambiente tenso del lugar, miró a el rubio y luego a su padre para verificar que todo estuviera bien. Gabriel notablemente incómodo quitó sus gafas y las limpió, era algo que hacía en momentos de tensión para desviar la atención. 

 —¿Está todo bien?—preguntó la enfermera. 

 —Sí, está todo bien—respondió Gabriel, Adrien seguía con su frívola mirada—. Creo que... Debo retirarme.   

Se levantó del asiento y colocó sus lentes en el puente de su nariz, estiró su camisa con su suma elegancia. Antes de salir por la puerta se detuvo un segundo, miró a su hijo dolido y se devolvió, depositó un beso en su frente con cuidado de no dañarlo y revolvió un poco su cabello.

—Te quiero, hijo—le dijo en susurro para finalmente retirarse.

Adrien quedó pasmado, su respiración se aceleró un poco, Jolie cerró la puerta con cuidado y se sentó a su lado. Las pupilas del rubio bailaban de aquí a allá y su boca ligeramente abierta demostraba sequedad. No podía creer lo que acababa de pasar, su padre no hacía eso desde que su madre murió. 

Era como un revivir uno de los peores momentos de su agitada vida, el cabello se pegó en su nuca a causa del sudor, hiperventilaba, su padre lo había lanzado contra cactus que atravesaban su espalda. Jolie preocupada le tomó una mano. 

 —¿Estás bien? ¿Necesitas algo, cariño?—posó su mano dulcemente en su mejilla—. Estás sudando, cielo.    

  —Jolie, ¿Crees que estuvo bien lo que hice? ¿Y si lo herí? Soy un desastre—las lágrimas se aglomeraron en sus ojos. 

 —Por eso no quería permitir visitas—musitó Jolie. 

Adrien tapó su rostro con sus manos y lloraba en silencio, la enfermera pasaba su mano por su espalda dándole consuelo. Sentía lo que él y deseaba quitarle todo ese dolor y confusión que sentía. Sabía que para su edad había sufrido mucho, ya siendo ella un adulto mayor, no entendía como personas tan buenas y nobles les pasaban cosas tan terribles. 

Tal vez están aquí para enseñarnos a valorar más nuestras vidas, que a pesar de ese dolor que sienten aún pueden sonreír y decir: "Mírenme, aquí estoy y estoy haciendo todo lo posible para seguir adelante", quizás ellos sean los verdaderos guerreros.   

  —Estoy segura de que tu padre está orgulloso por tu decisión—le dijo, alentándolo. 

—¿Escuchaste?—respondió con voz quebrada. 

 —Todo, chico. Tu padre teme perderte, pero sé que debe ser duro para él saber que su hijo arriesga su vida salvando a personas y casi muere... Pero te ama y sabe que ahora eres diferente, harás lo correcto, lo que dicte tu corazón. 

Abrazó al delgado rubio, correspondiéndole el abrazo, fueron calmándose sus lágrimas, aun sorbía por la nariz y sus mejillas estaban rojas e hinchadas, a Jolie le recordaba a un niño pequeño, frágil como vidrio en estos momento, lo único que quería era arrebatarle todo ese dolor en su interior. 

Su esposo la había dejado joven, por eso entendía y compartía lo que sentía el muchacho, entendía el valor de una vida. Muchas veces no valoramos a una persona porque nunca pensamos en que quizás ese sea el último momento que puedas verla, en que tal vez sea la última mirada a su sonrisa o una última palabra.

Estaba devastado, esa chica había sido su respiro, le había obligado a entender que la vida va más allá de una cámara, lo había hecho reír y librado de la carcasa de un chico perfecto que en realidad era un fantasma que ahora se estaba desvaneciendo con los rayos del sol. La pregunta que se hacía cada vez que la miraba era: "¿Cómo no amarla? ¿Cómo puedo ser mejor para ella?".

Era difícil que lo que lo había hecho feliz a diario, se le escapara de las manos.


Promesas. {MiraculousLadybug}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora