Capítulo 1

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El aburrimiento empezaba a fastidiarlo cada día, pasaba tu tiempo bebiendo y matando personas que se atrevían a desafiarlo.
Después de todo él era el soberano, dueño de todo lo que él quisiera tener en su poder, si quería mujeres lo conseguía con solo chisquear sus dedos, ninguna mujer se atrevía a decirle que no.
Después de todo muchas deseaban acostarse con él.

Alto, musculoso y con la fuerza de un Dios...era lo que todos sabían de él.

El soberano estaba sentado en su gran trono frente a sus fieles sirvientes, esperando al bufón que tenía que lograr que él se divirtiera.
Aunque ése torpe hombre lo aburría mucho, no era gracioso pero verlo temeroso lo hacía reír.

– ¿Donde está ése maldito bufón? – El hombre estaba enojado, odiaba esperar.

– Señor, aquí está él. – Un sirviente que portaba una lanza arrojó al bufón al suelo. – ¡Apúrate maldita sea!, ¿No te das cuenta que el soberano está esperando durante mucho tiempo?

– Perdón, por favor perdóname la vida...

– Aún no entiendo por qué razón te he dejado con vida, no me sirves para nada no eres nada gracioso, eres un inservible, ni siquiera sirves para limpiar el suelo...¿Qué tengo que hacer contigo?,¿Matarte acaso? ¿Utilizarte para hacer mis obras de arte?, ¿Es que acaso quieres terminar como ése maldito imbécil que se atrevió a desafiarme?, Ahora míralo, está ahí destripado a la vista de todos cómo una hermosa obra.

– N-no, claro que no Señor por favor no me haga daño, le ruego Piedad.

El soberano se acercó al bufón y rodeó su brazo en los hombros del tonto cobarde y con una sonrisa lo llevaba a dar unos pasos frente a su trono delante de todas las personas presentes.

– Sabes, tienes mucha suerte de que te haya elegido como mi padrino de bodas, después de todo sabes muy bien que voy a casarme, ¿no es así?

– S-sí señor. – Contestaba con mucho miedo temblando ante el gran hombre a su lado.

– Cómo estoy ocupado ahora con los preparativos tienes suerte ésta vez. – El soberano hace una señal a uno de sus soldados para que se lleve al bufón. – ¡Tú ven aquí!, llévate a éste idiota y encierralo en su celda hasta que yo lo llamé ¿entendido?

– Si señor, ¡¡Apúrate imbécil!! – Arrastra al bufón y se lo lleva de ahí.

El pobre hombre caminó con miedo y luego fué encerrado en su pequeña celda, parecía un cuarto pero cualquiera se daría cuenta de que era como una perrera para ése pobre hombre.
El lugar estaba decorado con paredes de rayas blancas y negras, con objetos graciosos, pequeñas pelotas para hacer malabares y dientes postizos.

Era algo tonto pero lo hacían para burlarse de él.

Cuando el guardia cerró su puerta con llave el bufón se quedó con miedo sentándose al suelo esperando a que ése terrible hombre lo llámase después.
Sabia que sus chistes no daban gracia pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Estaba ahí contra su voluntad, si no lo hacía como el soberano mandaba él estaría muerto desde hace tiempo atrás.

El soberano Hércules estaba en sus alcoba bebiendo hasta que empezó a sonreír ya que dentro de poco podría casarse con la mujer más hermosa llamada Afrodita.
Ésa mujer era bellísima, pero le molestaba que ella no sintiera nada por él, aunque pronto le haría cambiar de parecer en la noche de bodas.

Hércules empezó a sentir calor, con sólo imaginar acostarse con ésa mujer lo volvía loco.
Estaba por pedir una mujer para acompañarlo ésa noche pero ya todas lo cansaban demasiado.

De pronto en su cabeza apareció la imagen del bufón, quedó confundido al recordar a ése idiota pero luego recordó ésa mirada de terror.
Era divertido, ver como ése hombre temblaba y suplicaba piedad le gustaba mucho.

Ésos ojos azules que poseía y ésa cabellera rubia, era perfecto para él. Admitía que estaba intrigado aunque era la primera vez que un hombre le llamaba la atención.
Así que...¿Qué malo podía pasar si se divertiría con ése imbécil, ¿no?

Se levantó de su asiento con una sonrisa en el rostro y gritó de golpe para que unos de los soldados que estaban fuera de su alcoba lo escuchase.

– ¡¿Dónde esta un sirviente cuando uno lo necesita?!

– S-señor...– Un soldado entra por la puerta. – ¿Desea algo?

– ¡¡Tráiganme al bufón, ahora!!

– ¡¡Si señor!!

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El bufón dormía en el suelo hasta que escuchó que la puerta sonaba, abrió sus ojos y pudo ver a uno de los soldados sujetarle de su ropa y arrastrarlo fuera de su celda.

– ¿Q-qué pasa? – Temblaba del miedo.

– El soberano te está buscando, apúrate imbécil.

El soldado llevó al bufón donde se encontraba Hércules y lo tiró al suelo para que éste se arrodillara.

– Aquí está señor. – Inclina su cabeza ante él.

– Largo, no quiero ver a nadie afuera ¡¿Haz entendido?!

– Eh...si señor. – El soldado se retiró y se llevó a sus compañeros que estaban haciendo guardia afuera.

El soberano miraba con interés al hombre rubio frente a él, temblando como siempre y éso le gustó, no tardó en hablar.

– Quítate la ropa.

– ¿E-eh?...– El bufón no entendía nada de lo que estaba pasando, ¿Para qué querría qué hiciera éso?

– ¡¡Apúrate!!

– ¡S-si...! – Sus manos temblaban por miedo a que el soberano lo golpeara como casi siempre lo hacía después de no hacerlo reír.

Se sacó el gorro de bufón que tenía puesto y luego la ropa quedándose sólo con los pantalones y sus zapatos con punta.

– ¡¡Dije que te sacarás la ropa!!

– ¿T-todo señor?

– Por supuesto que si. – Se levantó de su asiento acercándose al rubio. – A menos que quieras que yo te lo saque.

El rubio temblaba de miedo, su corazón latía demasiado rápido pero casi sufre un infarto al ver al soberano frente a él, tan cerca que podían chocar sus narices.
Quedó en silencio un rato hasta que lo agarró del brazo con fuerza y lo tiró a la gran cama que tenía en frente suyo.

El bufón llamado Yolus quedó sorprendido por lo que vió, cuando el soberano lo tiró a ésa cama pudo abrir sus ojos y vió a ése hombre encima suyo, no entendía nada.

– Veo que tienes un buen cuerpo para ser un simple bufón. – No tardó en sonreír mientras el rubio no pudo decir nada.

Hércules pudo ver esos hermosos ojos azules y los rizos rubios.
Quedó impresionado al ver al bufón semidesnudo debajo de él.
¿Como es posible que recién ahora haya descubierto la belleza que poseía ése hombre?

– Ésta noche serás mi acompañante. – El soberano no podía ocultar la felicidad que tenía para poder poseer ése cuerpo.

Ésta noche iba a divertirse mucho...

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Eh aquí un nuevo fic de la serie ( Hércules)

(La Shipp es de Hércules x yolus)
Espero les guste, besos.

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