diecinueve

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07.01.19 (15:26)

—¿Tae? —Escucho mi nombre desde la puerta, notando rápidamente la presencia del pelinaranja que acaba de llegar del trabajo, así que camino hasta él para cerrar la distancia y darle un beso de bienvenida.

—Hola Jiminie. —Saludo, viendo después cómo arruga su nariz, probablemente debido al fuerte olor que han desprendido los productos de limpieza que he empleado para limpiar la casa tras el incidente ocurrido.

—¿Qué tal el día? —Pregunta el chico al mismo tiempo que recoloca las cosas en sus respectivos lugares, yo guiándole acto seguido a la mesa para que se siente mientras llevo la comida al salón.

—Muy bien, si no fuera por lo del fuego. —Noto cómo comienza a reír, y me alivia saber que al menos no le ha importado demasiado lo ocurrido. —¿Tu trabajo qué tal? —El muchacho guarda silencio unos segundos, provocando que mis cejas se arqueen ante lo que tanto tiene que pensar.

—En verdad... ¡Uoh! —Dice cuando prueba los fideos. —Están muy ricos. —Sonríe y yo asiento simulando felicidad, mientras espero a que continúe contando lo que tenía que decir. 

—¿Qué decías Jimin-ssi? —De pronto nota que se había perdido en sus palabras y continúa hablando.

—Oh sí, perdona. —Comenta mientras lleva un último bocado a su boca. —Quería comentarte algo... El caso es que, Namjoon me habló recientemente sobre una casa, que está cerca de dónde te encontramos en el bosque. —Aquello no me termina de hacer ni pizca de gracia, pero me esmero porque mi expresión no varíe de manera tosca, lo último que quiero es que Jimin se de cuenta del enfado que me produce que su compañero no deje de tocar los cojones con mi caso. —Así que hemos pensado en ir y hacer una redada por si nos aporta algo de información y...—Golpeo la mesa con fuerza, sin realmente sentir dolor en mis nudillos.

—¿¡No te dije que no quería que siguieras dándole vueltas al tema?! ¿¡No te lo dejé lo suficientemente claro?! —Grito, dándome cuenta después de la expresión de miedo que se ha instaurado en la cara del pelinaranja, y de pronto noto que casi echo todo a perder, así que corro hasta donde se encuentra y me arrodillo a su lado, tomando su mano de la forma más dedicada que mis sentimientos me permiten. —Yo... Lo siento, de verdad. Es sólo que... —Suspiro, comenzando a llorar. —Jimin, tú... ¿Tú me quieres? —El chico se acerca a mí, acuna mi rostro con sus pequeñas manitas y asiente mientras me mira como si fuera lo mejor que jamás hubiera llegado a tener. 

—Por supuesto que te quiero, Taehyung. —Suspiro, teniendo claro cuál será el siguiente paso a dar.

Sin esperar mucho tiempo más, me posiciono sobre él y comienzo a besarle de manera más bien descarada, haciendo que de un momento a otro, éste se olvide del plato de comida sobre la mesa y se centre en cogerme a horcadas para llevarme al sofá pues el cuarto pilla demasiado lejos.

Se coloca sobre mí, regando mi cuello de besos húmedos y mi cuerpo de diversas caricias que, no terminan de desagradarme por mucho que no sea el mayor fan del contacto, se supone que las cosas deben ser así, ¿cierto?

Retiro la camiseta que cubre su pecho y repito las mismas acciones que él había hecho sobre mí, notando cómo Jimin gemía sobre mi oído ante el hecho de estarle quitando el pantalón a duras penas y notando la manera en la que había dejado de ser el mismo hombre amoroso que era tan atento conmigo para convertirse en el muchacho que estaba básicamente cegado por el deseo y la lujuria.

Sonrío cuando al fin el roce se produce entre nuestros cuerpos y no entre nuestra ropa, dejando que lleve su propio ritmo y haga conmigo lo que le plazca, al fin y al cabo yo hago lo mismo con él todos los días en un ámbito distinto.

Cuando el pelinaranja se da por satisfecho, deja caer sobre mí todo el peso de su cuerpo, yo sonriendo con malicia al saber que ya lo tengo donde quiero.

—D-dios... —Susurra a duras penas. —Ha sido increíble. —Dice, besándome nuevamente y separándose poco a poco, yendo a por algo para cubrirnos a ambos y volviendo apenas en unos minutos.

—Tienes razón. —Digo, apartando los pequeños mechones bañados en sudor que caen sobre su frente de forma descuidada. —Jimin... Tengo algo que pedirte. —Murmuro contra su oreja, sintiendo cómo un escalofrío ha recorrido su cuerpo.

—D-dime. —Añade, aún posicionado sobre mí, yo agarrándole para que no se aleje demasiado, lo cual parece gustarle, pues tampoco quiere interponer distancia entre nuestros cuerpos.

—No vayas a ese lugar, por favor. —Suplico, esforzándome para que lágrimas comiencen a recorrer mis ojos y noto cómo comienza a limpiar mis mejillas con delicadeza y un toque amoroso. —Si de verdad me quieres... Por favor, no vayas, n-no sigáis adelante con esto. —Añado mientras mi voz se quiebra debido a la congestión de mi garganta, viendo cómo sus ojos se cristalizan al verme tan afectado.

—T-tae... Yo... De verdad no quería ponerte triste, en serio... N-no iré si eso es lo que quieres. Cariño, jamás haría algo que pudiera dañarte. No sé cual es la razón por la que lo pides, pero confío en ti y respetaré todo lo que digas, t-te quiero. —Murmura mientras me abraza, mi corazón volviendo a tranquilizarse y latiendo en sintonía con el contrario, del cual siento el latir contra mi pecho. Beso la mejilla de Jimin y le miro a los ojos, sobrando las palabras, pues lo que el policía me ha ayudado no se puede expresar de ninguna manera, tan sólo con un infinito agradecimiento de mi persona.

Al fin y al cabo, probablemente no hubiera podido vivir de manera tan tranquila y tan plácidamente si no hubiera sido por la ayuda del muchacho que ahora me está besando.

El Agente Park tiene un corazón que no le cabe en el pecho, y esa ha sido su perdición, pues gracias a eso me he podido introducir en cada una de las partes de su ser, y no será nada fácil para él deshacerse de mi presencia, de hecho...

Dudo que alguna vez llegue a conseguirlo.

Monster🔮 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora