5. Everybody's changing

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You're aching, you're breaking
And I can see the pain in your eyes
Says everybody's changing
And I don't know why

Even POV

Iba caminando hacia mi casa aún aturdido por la situación que acababa de vivir. Cuando el entrenador del equipo nos habló sobre dar clases extracurriculares de natación para los alumnos de la escuela no me pareció algo malo.

Claro, eso era porque todavía no había vivido lo que pasó hace unos instantes.

No sé muy bien, pero mi sexto sentido me decía que Isak se aparecería por las clases. Estaba sentado en el borde de la piscina esperando a la persona que se había anotado para ese horario, pues el entrenador me dijo que había alguien inscrito pero no me dijo su nombre. Aunque siempre supe de quién se trataba.

Y mis dudas fueron despejadas en el momento en que escuché un ruido que provenía de mi espalda, haciendo que me girara y encontrándome con mi martirio personal. Y no lo decía en el mal sentido, para nada, es sólo que desde que nos conocimos, hacía ya dos semanas, sabía que algo raro estaba pasando conmigo y estaba totalmente relacionado con él.

Lo molesté diciéndole que me esperaba que fuera ahí por lo cual se dio media vuelta y estaba por emprender su regreso cuando salí de la piscina y lo tomé de su hombro para que me mirara y decirle que estaba bromeando.

Lo que no esperé para nada fue la mirada hambrienta que me dirigió en cuanto se dio la vuelta. Sentí la sangre subiendo a mis mejillas debido a aquella mirada tan penetrante que me estaba brindando en ese momento. Para alivianar el momento le sugerí que le daría una foto mía siempre que fuera a cambiarse para comenzar la clase.

Su sonrojo también fue muy evidente cuando salió disparado hacia los vestidores. Aprovechando el momento me lancé directamente al agua pues consideré que ahí el calor bajaría un poco. De nada sirvió en cuanto lo vi aparecer vestido únicamente con su traje de baño.

Su cuerpo era menudo, con músculos en los lugares correctos pero sin exagerar. Supuse que debía practicar algún deporte por su contextura. Su palidez me recordó a la mía, pues era casi tan blanco como yo. Sus piernas eran musculosas y bien tonificadas que terminaban en sus estrechas caderas.

Lo llamé con la mano para que se metiera a la piscina y así poder empezar con la clase antes de morir de un golpe de calor. Entró de una zambullida y comenzamos con la práctica.

Al principio todo marchaba bien y el ambiente estaba ligero. Hasta que llegó la hora de enseñarle a flotar. Con cuidado coloqué una de mis manos sobre sus hombros mientras que la otra descendió hasta la parte baja de su espalda. De repente el calor regresó a mi en el momento en que nuestras pieles se pusieron en contacto. Su piel era suave, parecía un imán para mis manos.

Me obligué a mi mismo a no hacer nada fuera de lugar, recordándome que se suponía que esto era una clase de natación y nada más.

Y lo hubiera logrado, hasta que lo coloqué flotando boca arriba. Se encontraba tan pacífico, con los ojos cerrados y el cuerpo relajado apoyándose en mis manos. En ese momento pude apreciar mejor lo atractivo que era, sus facciones delicadas pero masculinas al mismo tiempo eran una combinación exótica.

Le dije que recordara los ejercicios de respiración, más para mi que para él, y fue en ese momento que mi auto control se fue al carajo.

Vi que los estaba realizando, y no tuve mejor idea que colocar una de mis manos sobre su estómago, el cual se contrajo al momento de hacerlo. Poco a poco fui trazando un camino desde su vientre hasta su pecho y viceversa, recordándole cómo debía respirar. Repetí varias veces eso pues me era imposible despegar las manos de su cuerpo.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora