Capítulo 16

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Sentado en su tocador, Donghae se aplicaba un poco de polvo en su nariz y bálsamo de pétalos de rosa en sus labios. Esa noche, el y Hyukjae iban a asistir a un banquete en uno de los comedores privados, era un asunto altamente formal donde asistirían diplomáticos extranjeros y funcionarios del gobierno para honrar algunos visitantes junto con el rey de Prusia, el Rey Frederick William IV.

La señora Pennywhistle le había indicado cuál sería el menú de esa noche. Donghae había observado con ironía que, con diez platos, la cena podría llegar a durar hasta la mitad de la noche.

Donghae iba vestido con su mejor traje, era de seda color violeta con tonos de azul y rosa, que resplandecía según la luz se reflejaba en sobre él. El color único se había logrado con un tinte sintético nuevo, y era tan sorprendente que no era necesario ponerle tantos adornos. El corpiño estaba íntimamente envuelto.

Justo cuando dejó la brocha sobre el tocador, Hyukjae llegó a la puerta y lo examinó pausadamente.

- Ninguna persona se comparará contigo esta noche - murmuró.

Donghae sonrió y se lo agradeció.

- Tú también luces muy bien - dijo, aunque "bien" parecía una palabra totalmente inadecuada para describir a su marido.

Hyukjae estaba severamente guapo en el esquema formal de blanco y negro, con su corbata y sus zapatos muy lustrados. Llevaba la ropa con elegante facilidad e inconsciencia, de una manera elegante y seductor a la vez, que hacía fácil olvidarse cuán calculador podría ser.

- ¿Ya es hora de bajar? - le preguntó Donghae.

Estirando del reloj de su bolsillo, Hyukjae lo miró y dijo.

- Catorce... No, trece minutos.

Donghae levantó las cejas al ver cuán maltratado se encontraba el reloj.

- Dios mío. Tú debes haber llevado ese reloj durante mucho tiempo.

Dudó antes de mostrárselo a el. Donghae tomó el objeto con cuidado. El reloj era pequeño, pero pesaba en la palma de su mano, la carcasa era de oro y estaba caliente por su cuerpo. Lo abrió, y vio una marca en el metal como si estuviera rayado, no tenía inscripción o adornados en ninguna parte.

- ¿De dónde proviene? - le preguntó.

Hyukjae metió el reloj en el bolsillo. Su expresión era inescrutable.

- De mi padre, de cuando le dije que me iba a Londres. Dijo que su padre se lo había dado a él años antes, con la indicación de que, cuando se convirtiera en una persona exitosa, debía celebrarlo comprando un reloj mucho más fino. Y mi padre me lo dio a mí con el mismo legado.

- Pero, ¿nunca te has comprado uno?

Hyukjae sacudió la cabeza. Una sonrisa perpleja tocó sus labios.

- Yo diría que has tenido el éxito suficiente como para merecer un reloj nuevo.

- Todavía no.

Donghae pensó que debería estar bromeando, pero no había humor en su expresión, sino que estaba perturbada. Se preguntó cuánta riqueza más tenía intención de ganar y cuánto poder más quería acumular, para considerarlo suficiente.

Tal vez no existiera para Hyukjae Rutledge la palabra "suficiente".

Se distrajo de sus pensamientos mientras él sacaba algo de uno de sus bolsillos del abrigo, una caja rectangular con funda de cuero.

- Un regalo - le dijo Hyukjae, entregándoselo.

Sus ojos redondos se llenaron de sorpresa. - No necesitas darme nada. Gracias. No lo esperaba... - Oh. Cuando abrió la caja y vio un collar de diamantes estaban dispuestos en el forro de terciopelo como un grupo de brillantes de fuego. Era una gran guirnalda de flores brillantes con enlaces de tréboles de cuatro hojas.

Tientame al amanecer [EunHae] Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora