Capitulo 5

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Una invitación fue enviada a Sehun Bayning al día siguiente y, para regocijo de Donghae, fue aceptada inmediatamente.

- Es sólo cuestión de tiempo - le dijo a Ryeowook , apenas conteniéndose de saltar por la emoción de la misma manera en la que Dodger lo hacía. - Voy a ser el señor de Sehun Bayning, y lo amo... amo a todo el mundo y lo amo todo... ¡incluso amo a tu apestoso y viejo hurón, Wook!

A última hora de la mañana, Donghae y Ryeowook se vistieron para dar un paseo. Era un día claro y cálido, y los jardines del hotel, alternados cuidadosamente con senderos de grava, eran una sinfonía de flores.

- Casi no puedo esperar para salir - dijo Donghae, de pie junto a la ventana y mirando fijamente los extensos jardines. - Casi me recuerda a Hampshire, las flores son tan hermosas.

- No me recuerdan en nada a Hampshire - dijo Ryeowook -. Es todo demasiado ordenado. Pero sí me gusta caminar a través del jardín de rosas del Rutledge. El aire huele muy dulce. ¿Sabes? hablé con el jardinero hace algunas mañanas, cuando Hangeng, Heechul y yo salimos, y me contó su receta secreta para hacer que las rosas sean tan grandes y saludables.

- ¿Cuál es?

- Caldo de pescado, vinagre y una pizca de azúcar. Las rocía con el líquido justo antes de que florezcan. Y les encanta.

Donghae arrugó la nariz.

- Qué brebaje más espantoso.

- El jardinero dijo que el viejo señor Hyukjae Rutledge es aficionado especialmente a las rosas, y la gente le ha traído algunas de las variedades exóticas que se ven en el jardín. Las rosas de lavanda son de China, por ejemplo, y la variedad de Rubor de la Doncella proviene de Francia, y...

- ¿El viejo señor Rutledge?

- Bueno, no dijo en realidad que el Señor Hyukjae Rutledge fuera viejo. Simplemente no puedo dejar de pensar en él de esa manera.

- ¿Por qué?

- Bueno, es tan terriblemente misterioso, y nunca lo ve nadie. Me recuerda a los cuentos del viejo loco Rey George, encerrado en sus habitaciones en el castillo de Windsor. - Ryeowook sonrió. - Tal vez mantienen al Señor Hyukjae Rutledge en el ático.

- Wook - susurró Donghae, lleno de una abrumadora necesidad de confiar en el. - Hay algo que me muero por contarte, pero debe permanecer siendo un secreto.

Los ojos de su hermano se iluminaron con interés.

- ¿Qué es?

- Primero prométeme que no se lo dirás a nadie.

- Te prometo prometerlo.

- Júralo sobre algo.

- Lo juro por San Francisco, el santo patrono de todos los animales. - Ante la vacilación de Donghae, Ryeowook añadió con entusiasmo: - Si una banda de piratas me secuestrara y me llevara a su barco y me amenazara con hacerme caminar por una tabla sobre una horda de tiburones hambrientos a menos que les diga tu secreto, a pesar de todo no se lo diría. Si fuera atacado por un villano y lanzada ante una manada de caballos en estampida, todos perfectamente herrados, y la única manera de evitar ser atropellado fuera decirle al villano tu secreto, yo...

- Muy bien, me has convencido -Donghae dijo con una sonrisa. Arrastrando a su hermano hacia la esquina, le dijo en voz baja. - He conocido al señor Rutledge.

Los ojos de Ryeowook se volvieron enormes.

- ¿Sí? ¿Cuándo?

- Ayer por la mañana. - Y Donghae le contó toda la historia, describiéndole el pasaje, la habitación de curiosidades, y al mismo señor Rutledge. Lo único que dejó fuera fue el beso, el cual, en lo que respectaba a Donghae, jamás había ocurrido.

- Estoy tan terriblemente arrepentido por Dodger - dijo Ryeowook seriamente -. Te pido disculpas en su nombre.

- Está bien, Wook. Sólo... me gustaría que no hubiera perdido la carta. Mientras que nadie la encuentre, supongo que no hay ningún problema.

- ¿Entonces el señor Hyukjae Rutledge no es un viejo loco decrépito? - le preguntó Ryeowook en un tono decepcionado.

- Cielos, no.

- ¿Qué apariencia tiene?

- Es muy apuesto, en realidad. Es muy alto, y...

- ¿Tan alto como Zhoumi?

Zhoumi había ido a vivir con los Hathaway después de que su tribu fuera atacada por los ingleses, quienes habían querido conducir a los gitanos fuera de la comarca. Él había sido dado por muerto, pero los Hathaway lo habían acogido, y se había quedado para siempre. Recientemente se había casado con el segundo hermano, Henry. Zhoumi había emprendido la tarea monumental de mantener en funcionamiento la finca Ramsay durante la ausencia de Kyuhyun. Los recién casados estaban muy felices de quedarse en Hampshire durante la temporada, disfrutando de la belleza y de la relativa intimidad de la Casa Ramsay.

- Nadie es tan alto como Zhoumi - dijo Donghae. - No obstante, el Señor Hyukjae Rutledge es alto, y tiene pelo oscuro y unos penetrantes ojos cafes... - Su estómago dio un salto un poco inesperado mientras lo recordaba.

- ¿Te gusta?

Donghae vaciló.

- El Señor Hyukjae Rutledge es... inquietante. Es encantador, pero tengo la sensación de que es capaz de hacer casi cualquier cosa. Es como el ángel perverso de un poema de William Blake.

- Me gustaría haberlo visto - dijo con nostalgia Ryeowook . - Y me gustaría aún más poder visitar la habitación de curiosidades. Te envidio, Donghae. Ha pasado mucho tiempo desde que algo interesante me ha ocurrido a mí.

Donghae se rió en voz baja.

- ¿Qué?... ¿cuando hemos pasado por casi una temporada entera en Londres?

Ryeowook puso sus ojos en blanco.

- La temporada de Londres es tan interesante como una carrera de caracoles. En enero. Con caracoles muertos.

- Niños, estoy lista - fue la llamada del alegre señorito Sungmin Marks mientras entraba en la habitación. - Asegúrense de llevar sus sombrillas... no quieran quedarse bronceadas por el sol. El trío salió de la habitación y avanzó a un ritmo digno a lo largo del pasillo. Antes de doblar la esquina para tomar la gran escalera, se dieron cuenta de un trastorno poco común en tan decoroso hotel.

Voces de hombres se enredaban en el aire, algunas agitadas, al menos uno de ellos enojada, y se oía el sonido de acentos extranjeros y de golpes pesados, junto con un extraño traqueteo metálico.

- ¿Qué diablos...? - dijo el señorita Sungmin Marks en voz baja.

Al dar vuelta la esquina, los tres donceles se detuvieron bruscamente a la vista de una media docena de hombres reunidos cerca de los alimentos. Un grito sacudió el aire.

- ¿Es una mujer, un doncel? - preguntó Donghae, palideciendo. - ¿Un niño?

- Quédense aquí - dijo Sungmin Marks de forma tensa. - Me encargaré de averiguar...

Las tres se estremecieron ante una serie de gritos, los sonidos resultantes del pánico.

- Es un niño - dijo Donghae, avanzando a pesar de la orden del Señorito Sungmin Marks de quedarse allí. - Tenemos que hacer algo para ayudar.

Ryeowook ya había corrido delante de el. - No es un niño - dijo por encima de su hombro. - ¡Es un mono!

Tientame al amanecer [EunHae] Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora