Vampire Heart... {2Min}

XVI

Rápidamente me di cuenta que esto podía ser un error, pero ya había tomado mi decisión y no iba a desistir de ella, mucho menos sabiendo que Minho podía estar en peligro. Pero no voy a negar que un poco de miedo se coló en mí, al saber que mis padres podían enterarse que yo estaba ahí, luchando en contra de un ataque que era por demás seguro que había sido planeado por ellos.

A veces no entendía por qué tenían tanto odio hacia los Choi y todo lo que ellos representaban, ni por qué querían deshacerse de ellos a como diera lugar. Mis padres debían tener una razón para esto, pero yo simplemente la desconocía.

Seguramente si ellos se enteraban de mi presencia ahí, las consecuencias serían enormes y graves, pero esto había dejado de importarme en el segundo que decidí acompañar a Minho. No había manera de dejarlo solo en esto. Lo defendería de cualquier cosa y de cualquier persona, incluso de mis propios padres.

Llegamos muy cerca de lo que parecía ser el castillo de Minho, aunque no podía estar seguro, ya que jamás lo había visitado antes. Gritos, gruñidos, golpes y otros sonidos más provenían del castillo, sin duda un enorme desastre estaba siendo desatado ahí.

Nos detuvimos a pocos metros de donde todo estaba ocurriendo y ambos nos escondimos tras un par de árboles que habían por ahí. Minho se veía furioso, la rabia brillaba en sus ojos y tenía la mandíbula fuertemente apretada. Se giró para enfrentarme y me tomó por los hombros.

—Tae, tengo que asegurarme que mis padres están bien y ayudar a los demás a deshacernos de todos estos jodidos vampiros. Quédate cerca de mí, por favor. —Me dijo apretándome levemente para luego darme un corto beso y salir de detrás de los árboles.

Ambos comenzamos a correr nuevamente. Parecía que un torbellino había pasado arrasando todo a su paso. Habían muchos vampiros muertos en el suelo, sangre salía de ellos todavía. Era una imagen aterradora y que estaba seguro que no se iba a borrar de mi mente en mucho tiempo.

Había una enorme muralla rodeando toda la propiedad, era muy alta y se veía impenetrable. Habían demasiados vampiros intentando pasarla, pero era en vano, ya que todos los soldados del castillo impedían que los demás entraran. Nos dirigíamos a las puertas principales, íbamos corriendo y esquivando cualquier vampiro u obstáculo a nuestro paso, yo iba detrás de Minho cuando me percaté que uno de los vampiros iba a lanzarse contra él.

—¡Minho, cuidado! —Le grité al tiempo que corrí más rápido y lo empujé a un lado, evitando que el vampiro chocara contra él. Minho cayó al suelo y yo me quedé al lado de él.

Minho se levantó rápidamente del suelo y tomó mi mano para comenzar a correr nuevamente, antes que ese vampiro nos volviera a atacar. Cruzamos las puertas y cuando estuvimos en el enorme patio, del otro lado, solo podíamos ver más guardias, listos para defender el castillo si esos vampiros lograban entrar.

Nos acercamos a uno de ellos para preguntar sobre los padres de Minho y nos indicó que ellos estaban a salvo en los interiores del castillo. Seguimos hasta llegar a la entrada de la casa e ingresamos. Habían demasiadas personas ahí, niños, mujeres, ancianos, y en todos el pánico y el miedo por lo que pasaba afuera estaba presente.

Cruzamos el enorme salón principal y nos dirigimos a lo que parecía ser el estudio de sus padres. Minho ni siquiera tocó a la puerta, solo la abrió y nos adentramos en el espacio. Dos hombres, que parecían ser soldados estaban ahí, protegiendo a los reyes. De pronto me sentí nervioso al estar frente a los dos. Minho soltó mi mano y se acercó a ellos, abrazándolos al mismo tiempo. Yo solo me quedé ahí parado, viendo la escena que tenía frente a mis ojos.

Una oleada de dolor y envidia cruzó todo mi ser. Yo jamás iba a ser abrazado de esa forma por ninguno de mis padres, ellos jamás me verían con el amor que los padres de Minho lo veían a él. De repente me sentí tan fuera de lugar, que lo único que pude hacer fue agachar mi cabeza. Luego de unos segundos sentí que alguien me tomaba de la barbilla y me levantaba la cabeza. Rápido supe que era Minho.