Vampire Heart... {2Min}

XXII

Después de llegar a nuestro castillo y cambiarnos de ropa, Onew y yo nos dirigimos al funeral de los reyes. Obviamente tuvimos que salir a escondidas de los sirvientes y la guardia del castillo para que no dieran aviso a nuestros padres de que salíamos y mucho menos se dieran cuenta de a donde nos dirigíamos.

En cuanto llegamos al castillo de los Choi el sol estaba saliendo; nos dejaron pasar, una vista desoladora nos recibió. En el enorme patio central ya estaba dispuesta una enorme pira donde cremarían los cuerpos de los reyes y a los alrededores de esta habían escudos de la casa Choi en señal de respeto a los difuntos reyes. Seguimos caminando y nos adentramos al interior del castillo, el cual estaba vestido de luto. Las cortinas habían sido cambiadas por unas en tono negro, flores blancas dispuestas en floreros oscuros y al centro estaban los dos cuerpos, descansando en paz, rodeados de velas y de todos los vampiros que venían a presentar sus respetos.

Los reyes habían sido limpiados y les habían cambiado sus ropas, poniéndoles dignos atuendos de reyes. Ahora solo parecía que dormían, de tan en paz que lucían sus rostros. Sentí una tremenda pena y tristeza al verlos ahí. Los conocí poco y nada, pero en esos breves momentos que conviví con ambos, pude darme cuenta del inmenso amor que sentían por nuestro mundo y sobretodo por su hijo, por Minho.

Vi a los dos amigos de Minho y me acerqué a ellos seguido de Onew. Necesitaba saber donde estaba mi pareja, ya que no lo veía por ningún lado. Ya había tratado de hablarle a través de nuestro vínculo, pero no me respondía y estaba sintiendo una enorme tristeza y ganas de llorar y sabía que eso era lo que él estaba sintiendo en esos momentos. Necesitaba llegar a él y consolarlo como fuera.

—Hola. —Los saludé a ambos. —¿Saben dónde está Minho? —Fui directo, necesitaba encontrarlo.

—Hola, Taemin. Él está encerrado en su habitación. Desde que llegamos solo dio ordenes para arreglar las cosas del funeral y luego no ha querido salir. —Jonghyun se veía igual de triste que todos los demás ahí.

—¿Podrían decirme dónde está su habitación? —La tristeza de Minho me estaba desesperando porque con cada minuto podía sentir que se hacía más grande.

—Sube esas escaleras y doblas a la derecha. Encontrarás un enorme pasillo, sigue por ahí, la cuarta puerta a tu izquierda es su cuarto. —Me respondió Key, señalando por donde debía irme.

—Gracias. —Les agradecí y me giré hacia mi hermano. —Hyung, tengo que ir por él. —Onew vio mi preocupación y asintió.

—Está bien. Ve. Yo me quedaré y presentaré nuestros respetos. Dile a Minho que cuando él quiera podemos ir a interrogar al que te vio el otro día. 

—Yo le diré. Regresaré con él en un rato. —Me volteé y me dirigí hacia su habitación.

Subí las escaleras y llegué al pasillo, luego me encontraba frente a la puerta de su habitación, de la cual un fuerte aroma a menta y almizcle salía de ahí. Toqué suavemente, sabiendo que me escucharía. —Minho, amor, voy a entrar. —Anuncié y giré el pomo. Toda la habitación estaba a oscuras, lo cual no era problema para mí, pero también observé que había muchas cosas tiradas en el piso, adornos rotos, vidrios quebrados, como si un torbellino hubiera pasado por ahí.

Cerré la puerta detrás de mi y escaneé la habitación en busca de mi pelinegro. Sentí un dolor enorme al verlo en el estado que se encontraba. Él estaba en el suelo, apoyado contra su cama y con su rostro entre las rodillas, sus hombros temblaban debido a los sollozos dolorosos que soltaba. Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante al verlo ahí, tan triste y desolado.

Me acerqué a él muy despacio, evitando las cosas tiradas y rotas, me puse frente a él, levanté su rostro bañado en lágrimas. Sus precioso ojos rojos denotaban una pena enorme, la cual yo también sentía. Lo tomé con fuerza y lo estreché entre mis brazos, abrazándolo, consolándolo, dejando que llorara y sacara toda su tristeza. Minho se aferró con fuerza de mi chaqueta y sollozó más fuerte. Comencé a acariciar su espalda sin soltarlo de mi agarre, tratando de darle fuerzas.