Vampire Heart... {2Min}

XXIV

—Sube a la habitación. Yo llegaré en un momento. —Minho besó mi frente y se fue. Yo decidí subir a su habitación y esperarlo ahí.

Cuando entré en su cuarto todo estaba más ordenado que cuando lo dejamos, quizás alguna encargada había ido a recoger el desorden que había ahí. Miré el pequeño reloj que estaba en una mesita a la par de la enorme cama y me percaté que eran casi la 1:00 a.m.

A decir verdad me sentía exhausto, no solo físicamente, si no que también estaba desgastado emocionalmente por todos los acontecimientos del día que habían sido francamente drenadores de energía. Me senté a la orilla de la cama y luego me dejé caer de espaldas sobre la suavidad de la misma. 

Me quedé solo viendo el techo y divagando en mis pensamientos. El funeral había sido algo extremadamente triste, pero digno de los grandes reyes que eran los Choi. El haber visto a mi pelinegro tan devastado me había estado a punto de quebrar, pero no me permití más que llorar porque él necesitaba que yo fuera fuerte por los dos en esos momentos. Sabía que su dolor tardaría en desaparecer y que posiblemente nunca superara la pérdida por completo, pero yo estaría a su lado siendo paciente y ayudándolo a salir adelante. No iba a dejarlo solo jamás.

Me pregunté si yo iba a estar tan afectado como Minho cuando llegara la hora de mis propios padres, y la verdad es que no había una respuesta clara. Mis papás estaban metidos hasta el fondo en todo lo que estaba pasando, me habían lastimado de miles de formas y ahora también estaban lastimando a las personas que más amaba en el mundo: mi hermano y Minho, pero si había alguna forma de evitar que ellos salieran lastimados, algo que yo pudiera hacer, no lo dudaría dos veces para salvarlos a los dos. Yo les debía tanto; ellos me habían salvado de más maneras de las que ellos alguna vez pudieran imaginar.

Pero a pesar de todos esos hechos yo tenía una cosa bastante clara: a pesar de todo los amaba, aunque ellos a mí me despreciaran y me odiaran. Los amaba y estaba muy agradecido con ellos por haberme dado la vida, porque si no hubiera sido por ellos yo nunca hubiera cruzado mi camino con el de mi pelinegro. Sonreí ante ese hecho. ¡Diablos! Estaba muy enamorado de Minho. Habíamos estado destinados a estar juntos desde antes de nacer, según Nyx, nos habíamos enamorado sin saber sobre esa dichosa profecía y habíamos sellado nuestro enlace para toda la eternidad. Nuestro vínculo de amor y sangre era irrompible e inquebrantable.

Puse mis manos detrás de mi cabeza y seguí observando el techo de aquella habitación, seguí pensando en todo y a la vez en nada. Cuando Minho inició el fuego en el funeral, yo les prometí en silencio a sus padres que lo cuidaría hasta el último de nuestros días, que lo haría feliz y que lo protegería, que lo amaría por sobre todas las cosas y que me quedaría a su lado siempre. Yo mantendría mi promesa día con día, de eso estaba seguro. Lo amo más de lo que las palabras pudieran expresar. Él se había convertido en mi todo en tan poco tiempo.

Un olor a menta llegó hasta mí y supe que era Minho acercándose a la habitación. No me moví de mi lugar, me quedé ahí en la cama esperándolo. Al cabo de unos segundos la puerta se abrió y el olor a menta se hizo más fuerte con él ahí. Olía delicioso. Se acercó a la cama y se dejó caer justo a mi lado, adoptando mi misma posición. Nos quedamos en un cómodo silencio por un par de minutos.

—¿Dónde fuiste? —Me volteé hacia él, para verlo a los ojos.

—Fui donde Soo Man, a averiguar la fecha de mi famosa coronación ya que no la sabía. Él está organizando todo. —Rió con eso último que dijo. —Ese viejo ni tan siquiera sospecha que yo ya sé todo lo que está organizando para ese día.

Respiré profundamente, pensando en lo que pasaría ese día. En mi interior rogaba para que todo saliera a nuestro favor y no hubieran demasiadas pérdidas. —¿Cuándo será?