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El vuelo entre Londres a Seattle dura casi diez horas, y uno puede pensar que hay tiempo para todo: dormir, escuchar música, leer, ver esas horribles películas de avión... pero mi cerebro está demasiado ocupado procesando todo lo que ha acontecido en los últimos momentos de mi existencia.

Hace una semana asumí que mis padres adoptivos habían muerto. Estábamos de camping en el bosque, y hemos hecho eso desde hace muchos años, no del tipo en la que se incluyen caravanas lujosas, tiendas de campaña con habitaciones y cosas así. No, si no tipo trata de buscarte un poco la vida para sobrevivir, e intenta vivir con lo mínimo, hacer tu propio fuego y ese tipo de cosas... pero claro mis padres, en su condición de vampiros, se alimentaban de sangre, aunque de sangre de animales así que eso para ellos es ser vegetarianos. Yo por mi parte soy mestiza, lo que ni siquiera significa que soy hija de un vampiro y una humana, si no que soy hija de un hibrido (hijo de vampiro y humana) y de una hibrida (lo mismo que el hibrido), es decir que mis abuelos de alguna forma sí eran vampiros, bueno la mitad de ellos mismos.

La historia es que mis padres me encontraron en la puerta de su casa, cuando era un bebé, alguien me dejo allí, me abandonó. Ellos alegan que seguramente estaban en peligro e intentaban protegerme. Bueno, después de encontrarme se dieron cuenta del olor de mi sangre, me dijeron que mi sangre es la más dulce que jamás habían olido y yo era demasiada tentación para ellos, ya era irresistible de bebé. Mi padre, también llamado por su no hija Ronald Mathews o Ronald, era científico y me hizo análisis de sangre, y advirtió que si mordían y bebían mi sangre morirían al instante incluso con esa inmortalidad vampírica suya. Mi madre por otro lado, una mujer claramente italiana capaz de cocinar con tacones de 10 centímetros puestos, se dedicaba por y para mi, era del tipo de madre protectora capaz de chuparle toda la sangre a cualquier chico que entrara en casa o se atreviese a echar una ojeada desde 100 metros de distancia, mejor que no os engañasen sus tacones, no eran solo zapatos, ella era capaz de usarlos como armas.

Mi padre conoció a mi madre en Italia, durante el tiempo en el que vivió allí. Vio toda la escena mientras permanecía oculto en un callejón. Un ajuste de cuentas, según mis padres. Unos mafiosos de otro bando decidieron eliminar a la hija del capo, Clarissa, como represalia después de que ellos mataran al primogénito. En fin, no eran demasiado buenos con las armas porque mi madre no murió, aunque eso fue gracias a mi padre. Clarissa, mi maravillosa madre, una vez convertida le hizo una visita a su padre, y le juró que jamás volvería a ponerla en peligro porque estaba harta de los juegos de mafias e iba a desaparecer. Y, así fue, mi padre y ella se instalaron fuera de Italia.

Todo lo que ha pasado me abruma, apenas hace dos días que fue mi cumpleaños y era a los 18 cuando me iban a convertir, sí, a convertir, ya sabéis, eso de vivir eternamente y bla, bla, bla de vampiros.

Estábamos en un lugar que ni siquiera sabría situar en un mapa porque nunca íbamos de camping al mismo sitio dos veces. Fui a buscar troncos y ramas para hacer el fuego tras despertarme, avisé a mis padres de que me iba, ellos se despidieron... Tenía un puñado ya entre los brazos cuando escuché los gritos a lo lejos. No sabía que me había alejado tanto del campamento, no sabía que tardaría tanto en volver, nunca me sentí tan lenta y torpe. Cuando llegué al campamento, ya era tarde. No encontré a nadie allí. Estaba sola. Espere dos días allí sola. Dos días antes de conducir el coche de mis padres hasta casa en estado de shock. Esperé más días en casa, mientras preparaba el plan B, el que mi padre había escrito con detalle en el cuaderno que guardaba en el cajón superior del despacho de la planta principal. Preparaba el plan B mientras rezaba para que mis padres abriesen la puerta en cualquier momento...

Encontré el nombre de un lugar en Estados Unidos, un apellido, la combinación de la caja fuerte y algunos consejos. Dentro de la caja fuerte había pasaportes falsificados para mis padres, dinero en efectivo y varias cuentas bancarias en diferentes países del mundo.

Finalmente me quedo dormida. No pasan más de tres horas hasta que me vuelvo a despertar, sobresaltada. La mujer que está sentada a mi lado en primera clase me informa de que el vaso sobre mi bandeja calló sin previo aviso sobre el suelo del avión, dice que debe haber sido alguna turbulencia y que ya avisó a la azafata. Aunque yo sé que no es eso, es otro regalo de los mestizos o don como lo llamaban mamá y papá. No solo eres mestiza, tu sangre atrae y mata vampiros sino que también tienes dones, es como un glorioso pack de rebajas. Recibes un hijo de pack completo. Este "don" mío (por llamarlo de alguna forma) consiste en mover cosas, agitar la mano y mover cosas, o incluso sin manos, aunque sin manos no es mi verdadero estilo. Los mestizos somos un poco especiales, de hecho nunca hemos sabido de ninguno otro, es decir, ningún otros mestizo se ha presentado para saludarme. Un poco aburrida decido volver a repasar mi plan maestro mientras releo el cuaderno de papá como por millonésima vez y juego con mi dedo a mover el agua de otro vaso de un lado a otro.

Voy a pasar unos cuantos días en Seattle. Lo he decidido después de aterrizar y darme cuenta de que no estoy preparada. Consulto el cuaderno de mi padre de nuevo para encontrar algunas recomendaciones que él mismo escribió junto con mi madre. Utilizo un taxi para llegar hasta el hotel.

-¿Puedo saber el motivo de su estancia? –pregunta el recepcionista.

Frunzo el ceño ante su pregunta mientras un botones se acerca a recoger mi equipaje y subirlo a mi habitación.

-¿Viene por negocios? –aclara con una sonrisa.

-No –respondo con una suave risa.

Y ni siquiera sé si realmente doy la imagen de la joven que viene a la ciudad por negocios. Sólo sé que mis padres recomiendan este hotel por ser popular y discreto. No discreto del tipo... asesino en serie, sino del tipo que tiene demasiados clientes como para destacar.

-Perdone, ¿puede pedirme un taxi? –le pido a la nueva recepcionista a la mañana siguiente tras desayunar en el buffet.

El taxi me lleva hasta una tienda de motos. Podría comprarme un coche pero... no tendría a quién llevar el él. La persona que me atiende está muy extrañada por mi impaciencia, confundida y curiosa de saber por qué la chica a la que le entregaría su vida, porque esa es otra de mis características, está pidiendo una moto inmediatamente. Da igual quién seas, te caeré bien sin que tú sepas que es algo que no depende de ti. Eso sí, que caiga bien a todos no tiene por qué impedir que alguien me hagan daño...

Al final consigo comprar una moto y salir victoriosa. Sin embargo, tendré que esperar un día más para poder recogerla. Dedico el resto del día a investigar desde la comodidad de mi habitación. Introduzco "Cullen" en un buscador de internet y aparecen casi sesenta millones de resultados. No es que Domingo Cullen, quien murió en 1839, me vaya a ayudar mucho a estas alturas. "Cullen, Forks" ni siquiera existe. O esta persona se oculta muy bien... o ni siquiera vive allí a estas alturas. A saber hace cuántos siglos lo vio mi padre por última vez.

Un día más tarde, observo el cartel "Bienvenidos a Forks, 3.688 habitantes", perfecto ahora 3.689 aunque no creo que lo cambien, de verdad espero que solo sea un número simbólico y mi existencia no se va reflejada en ese cartel. Quiero... ni siquiera sé lo que quiero a estas alturas. Es como si mi existencia hubiese perdido toda su razón de ser. 

LUNA DE SANGRE [CREPUSCULO...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora