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Contar la historia de mi vida y conocer a todos me deja un poco abrumada. Sin embargo, han sido muy educados y respetuosos en general, aunque he visto alguna que otra mueca. Una "asesina de vampiros" no es muy bien recibida por los clanes. Nadie mete a un asesino de tu raza en tu propia familia. 

-Subiremos tu maleta a una habitación libre y mañana nos ocuparemos de tomar decisiones -asegura Esme mientras me toma por los hombros con cariño-. Por hoy puedes dormir en el sofá. 

Me recuerda tanto a mi madre. Esas muestras de cariño, esa delicadeza dentro de la rudeza de ser vampiro... Pero ella tiene el pelo color caramelo, y mi madre era como... Monica Bellucci de joven. 

-Mañana Alice te acompañará a Port Angeles, seguro que está encantada de ir compras contigo -asegura en susurros. 

Y todo parece un sueño, una sucesión de imágenes, ideas, emociones, sonidos y sensaciones que ocurren involuntariamente en nuestra mente y cuyo contenido o propósito no está definido. 

Despierto en el bosque, no, no en el bosque, estoy en el camping, oigo los gritos, suelto la madera y corro, corro tan rápido como nunca a antes he corrido, a medida que me acerco los gritos son más fuertes, entonces llego y veo como agarran a mis padres por los brazos, como usan los otros vampiros sus poderes contra ellos, no tienen cara, ninguno de los atacantes tiene cara. Me acerco a ellos, intento usar los poderes, les grito pero no me echan cuenta, me pongo delante de ellos, pero me atraviesan, soy un fantasma. Me giro hacia mi padre, le van a arrancar la cabeza, me pongo de rodillas frente a él y lo miro a los ojos, pero no me ve, yo le digo una y otra vez que lo siento, después me giro a mi madre, también le van a arrancar la cabeza. Me levanto y me alejo un poco de la escena, entonces le arrancan la cabeza a los dos y gritan, yo grito con ellos.

Me levanto gritando. Estoy sudando pero tengo frío, lágrimas caen por mis mejillas sin control y yo las dejo caer. Alguien me agarra del brazo en la oscuridad. 

-Solo es un sueño -asegura Edward. 

Niego con la cabeza mientras me limpio las lágrimas calientes. 

-Era tan vivido -aseguro con la voz ronca. 

-Solo ha sido una pesadilla, ya terminó -asegura mientras me acerca un vaso con agua-. ¿Quieres seguir descansando? -pregunta con cautela.

Dejo el vaso sobre la mesa de café del salón. 

-No lo sé -susurro mientras aprieto con fuerza el borde de la manta que me han dejado. 

-Amanecerá pronto -señala. Me da una palmada en la rodilla y se levanta, dejándome con la mirada clavada en el bosque que se extiende fuera de los ventanales. 

Pocos segundos después, vuelve a aparecer con algo en la mano. 

-Se te cayó esto de tu libreta ayer -dice mientras me extiende la única fotografía impresa que he traído, la que mi padre guardaba en la libreta. 

Observo la estampa durante unos segundos. Mis padres y yo, delante de nuestra chimenea, en nuestra fiesta de Navidad. Nuestro vecino nos había hecho la foto. Ellos eran suecos, afincados en Inglaterra por trabajo, con sus dos hijas pequeñas, tan solos y poco integrados como mis padres. Durante el tiempo en el que vivieron en la casa de al lado, en medio de la nada, me había hecho casi la hermana mayor de sus hijas. Pasé mucho tiempo con ellas y lloramos juntas cuando se despidieron para volver a Suecia. 

No me vuelvo a dormir, en lugar de eso, me quedo contemplando como el cielo se ilumina tenuemente a través de las nubes. 

-¡Buenos días! -saluda Esme mientras aparece en el salón, perfectamente vestida para lo que sea que se presente en el día-. Sé que tendrás hambre pero, ¿te importa si compras algo de camino a Port Angeles? Es que no tenemos nada de comer en la cocina -se excusa con verdadero arrepentimiento. 

LUNA DE SANGRE [CREPUSCULO...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora