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Dejo mi moto aparcada en un lado del bosque. Cerca de la playa, aunque no se vea desde aquí. Espero que mi móvil no se haya liado con las coordenadas, y espero que Jacob no me esté gastando una broma a estas horas de la noche. Según las previsiones no íbamos a superar los cuatro grados. 

-Buenas noches -saluda Jacob mientras sale del bosque muy casualmente. 

Le dedico una mirada desconfiada. 

-Sea lo que sea lo que estás tramando... 

-No te preocupes -me interrumpe-. Esto te va a gustar. 

Me hace un gesto para que lo acompañe, directamente hasta el interior del bosque. 

-Si vas a matarme, no te lo aconsejo, la verdad. Saben que estoy contigo -advierto. 

Jacob suelta una risita.

-No me atrevería -asegura. 

Levanto la vista mientras nos adentramos en el bosque. Cientos de bombillas encendidas cuelgan de los árboles, guiándonos hasta un lugar en el que se concentran todas en un círculo. 

-¿Sin palabras? -pregunta Jacob. 

Me limito a asentir, sin apartar la vista mientras doy una vuelta en el sitio. 

-He de admitir que te he subestimado -admito-. Pensaba que estabas menos loco. 

Jacob comienza a reírse de nuevo, y lo acompaño durante un segundo. 

-¿Harías una cosa por mí? -pregunto con cautela mientras me giro hacia él. 

-Cualquier cosa -responde con seguridad. 

-¿Puedes... transformarte? 

-¿Ahora? -pregunta sorprendido. 

-Sí, ahora -respondo, a punto de arrepentirme por tan siquiera haber pedido tal cosa, sin saber lo que realmente supone para ellos. 

Jacob dirige una rapida mirada hacia el bosque.

-Está bien, espera aquí -me pide, antes de adentrarse en la oscura noche. 

Escucho algunos ruidos mientras permanezco en el sitio, manteniendo la calma. Estar cerca de animales nunca ha sido mi fuerte. Y, no, no cuento a los humanos como animales. Jacob... Bueno, lo que ellos son, es tan fascinante que parece haber salido de los sueños, o las pesadillas, de un niño. Quizás donde el lobo tira abajo la casita de los tres cerditos, o... tal vez yo me haya confundido con toda esta historia y soy Caperucita Roja, atraída por el lobo para ser comida. 

Un toque del hocico de Jacob en mi mano me devuelve a la realidad. Su pelaje marrón rojizo brilla bajo el calor de las decenas de bombillas. 

-Te recordaba más grande -bromeo. 

Jacob me responde con un suave empujón en la cintura. 

-Bueno, ya lo he visto. Puedes volver a... Ya me entiendes -digo mientras camino a su alrededor-. No podría imaginarme siendo otra cosa, la verdad. Creo que me daría un ataque de locura o algo... -admito entre risas.- Y tu estás ahí, tan normal, como si nada. 

Jacob da un último asentimiento de cabeza antes de volverse a adentrar en el bosque. 

-Supongo que ahora debo pedirte algo a cambio yo -dice Jacob mientras vuelve, arreglándose la camiseta en el camino.

Entrecierro los ojos hacia él.

-No sabía que esto era un intercambio -admito con molestia. 

Cruza los brazos sobre el pecho mientras se acerca a menos de un metro de mí, lo suficiente como para escuchar su fuerte respiración. 

-Quiero ver qué puedes hacer con estas luces -señala, levantando su oscura vista hacia el cielo. 

Levanto una ceja. 

-No soy un fantasma, no puedo hacer ese tipo de juego de luces con solo bombillas -explico. 

Jacob pone ojitos de cachorrillo. 

- Estoy decepcionado contigo. 

Se me cae la boca al suelo. 

-¡No puedes pedirme lo imposible! -exclamo. 

Tiro del cuello de su camiseta con mi mente. A continuación subo el bajo de la misma hasta la mitad de su estómago. El botón de su pantalón se desabrocha solo. Jacob sonríe antes de abrocharlo de nuevo y bajar la camiseta. 

-Es muy pronto para eso, ¿no crees? -pregunta entre risas. 

Sonrío con sorna. 

-Tan solo te enseño uno de mis muchos trucos -señalo con triunfo. 

-Gracias por la demostración.

-Gracias por la sorpresa -digo con sinceridad-. Debe haberte costado mucho colgar todas las bombillas. 

Una gota de agua cae sobre mi mejilla. 

-He tenido un poco de ayuda -admite Jacob. 

Ah, genial, todo el mundo ha sido participe de esto. Perfecto, ahora no podré mirarles a la cara sabiendo que han tenido algo que ver con todo esto, que está muy por encima de mi sentido del romanticismo. 

-Será mejor que volvamos -propone mientras las gotas comienzan a caer con mayor intensidad. 

-Espera -llamo mientras me acerco a él. 

Tan cerca como puedo sin invadir su espacio vital. Pongo mis manos sobre sus anchos hombros y fijo mi mirada en la suya. 

-Cierra los ojos -le pido con calma.

No duda ni un segundo. Y yo no tardo ni un segundo en pedirle que los abra. 

-No te muevas -le pido mientras él abre sus ojos, que observan con avidez nuestro alrededor, allí donde las gotas de lluvia han quedado suspendidas en el aire, cual cristales con forma de gota de agua, que reflejan la luz de las bombillas formando miles de arcoiris a nuestro alrededor. 

-Sí que tienes muchos trucos, Ophelia -admite Jacob con una gran sonrisa. 

Pero Jacob se acerca demasiado, y la magia se rompe. Cayendo las gotas sobre nuestras cabezas, y empapándonos la ropa y pelo. 

-Será mejor que me vaya -digo con torpeza-. La moto debe estar mojándose y... no me gusta conducirla bajo la lluvia. 

-Está bien -dice él mientras da un paso atrás-. Te acompaño hasta ella. 

-No -suelto con rapidez-. No... no necesito que me escolten ni nada de eso. Gracias pero... estaré bien -aseguro.

La idea de que alguien piense que debe llevarme de aquí para allá me repugna. Me hace sentir débil e insegura. Y no soy débil ni estoy en peligro. 

Jacob asiente, quizás dolido. 

-Gracias por la sorpresa, Jacob -digo antes de darle un suave abrazo-. Nos veremos pronto -aseguro con una tranquilizadora sonrisa. 

LUNA DE SANGRE [CREPUSCULO...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora