Era mi tercer año en hogwarts.
Me llamo ____ Avery, y soy de gryffindor. La verdad es que no tengo muchos amigos, no suelo socializar. El único amigo que tengo es Neville Longbottom, un chico muy risueño y único, para mi es como un hermano. Él se supo ganar mi confianza, además de que siempre está ahí para sacarme de todos los líos en los que me meto.
- Vamos ____!!! Llegamos tarde a pociones, ya sabes que no eres la favorita de Snape así que si no quieres meterte en problemas, date prisa -
Me dijo Neville, y con toda la razón, no sé cómo siempre me acabo metiendo en problemas.
- Mierda es verdad, Neville ¿preparado para dar el sprint de tu vida?
Llegamos cinco minutos tarde.
- Perdón Profesor- Dijo Neville jadeando y vergonzoso, ya que bastantes de los alumnos de slytherin con los cuales compartíamos esa clase de reían de nosotros.
- Sentaos, otra falta más de impuntualidad y os restaré 20 puntos a vuestra casa - murmuro Snape, con su habitual cara de odio.
Me senté, pensando en lo laaaargo y aburrido que sería el día de hoy, cuando de repente veo que un slytherin se está metiendo con Neville.
- Eres demasiado raro y friki, no me extraña que seas un pringado que apenas tiene amigos - dijo él, mientras todos sus compañeros se reían. Era rubio, alto, ojos grises... estaba claro que era Draco Malfoy, el estúpido Draco Malfoy...
- Cállate, si no quieres acabar en problemas - dije con asco, dirigiéndome a Malfoy.
- Ahhh sii, y que piensas hacer eh Sangre sucia- dijo con tono de superioridad.
Estaba apunto de lanzarle una bofetada a mano abierta cuando Snape nos interrumpió diciendo:
Malfoy, Avery, os espera un largo día de castigo.
