La gente seguía a su rollo, todo el mundo estaba muy animado. La gente bailaba y reía, al parecer nadie se había percatado del incidente del baño. Vimos a Blaise canturreando en la barra, al parecer estaba muy feliz.
-Hola chicos- dijo con una sonrisa, no estaba borracho ya que a Blaise no le gustan demasiado las bebidas con alcohol- ¿Que coño te ha pasado tío?- preguntó nada más ver las heridas de Draco, mientras los demás le mirábamos con una expresión seria.
- Tenemos que hablar contigo- dije cogiéndole de la mano delicadamente, para irnos los cinco a un lugar donde no hubiese tanto ruido.
-Chicos, ¿Justo ahora? Es que acabo de quedar con Cho, le tengo que decir algo importante- hizo una pausa, la emoción le impedía hablar sin cortar las frases- le voy a decir que si quiere pasar el resto de las vacaciones en mi casa, no os parece genial- se le veía tan feliz...
Todos nos miramos con una expresión de dolor, y algo de rabia ya que no queríamos que nuestro amigo lo pasase mal por una persona que no es lo que se merece.
Neville insistió que era importante, y al final cedió. Le llevamos a unos sofás de la parte derecha de la estancia, donde la música no se escuchaba tan alto y que para poder comunicarse no era necesario estar chillando.
Después de contarle toda la historia, sin olvidarnos de cada detalle, hablando tranquilos y diciendo toda la verdad, Blaise se dispuso a hablar.
-sería algo muy inmaduro por mi parte el estar triste en una pedazo de fiesta con los mejores amigos del mundo- dijo con una sonrisa ladeada y algo de pena en sus ojos. Todos le abrazamos con cariño. - pero permitid que diga que es una tremenda zorra- todos nos echamos a reír y lo sacamos a la pista de baile. La verdad es que el resto de la noche fue genial. Da igual los problemas que se nos pusieran en cara, juntos íbamos a ser felices y a afrontarlos de la mejor manera posibles, ayudándonos los unos a los otros.
Sobre las seis de la mañana la gente comenzó a irse, y en veinte minutos, la sala se había vaciado completamente. Ya no se escuchaba ese bisbiseo constante, sino que el único sonido que había era el de la música, todavía bastante alta. Decidimos apagarla, y tan solo con un partido de hechizos, el lugar de la fiesta desapareció. No íbamos a dejar que nuestros amigos se fueran a estas horas a sus casas, así que como la mansión era gigante, había habitaciones suficientes para todos.
Blaise decidió dormir en una que se encontraba en la planta superior, mientras que Luna y Neville durmieron en una pequeña sala de lectura, en la que había un sofá bastante grande y cómodo. Eran muy tiernos.
Draco estaba bastante activo y todavía algo ebrio. Me cogió de la mano y me llevo a su habitación.
Tenía una gran cama blanca, nunca había entrado ya que yo dormía o en el sofá con Draco, o en mi propia habitación (cuando estaban sus padres, cosa que fue la mayor parte de la semana y por eso no pude entrar en su habitación).
Tenía fotos de él cuando era pequeño en un álbum guardado en los cajones de su blanco escritorio. Era muy guapo. Su habitación se resumía en colores tenues y neutros. Era muy minimalista, con pequeños toques de verde en algunos muebles u objetos de la habitación. La verdad es que estaba muy bien decorada, era moderna y juvenil.
Después de ver algunas de sus fotos, y de estar hablando de lo increíble que fue la fiesta, la cosa se volvió algo más picara.
Noté como lentamente sus manos pasaron de mi muslo, hasta debajo de mi falda de cuero.
Mientras seguía desplazando su mano, me besó delicadamente en los labios. Besaba demasiado bien. Me deje llevar por la situación. Me puso de pie, y me bajó lentamente la falda mientras me quitaba mi top dorado. Comenzó a darme besos por mi barriga, hasta llegar a mi feminidad. Solté un pequeño gemido, eso al parecer le gustó. Esta vez me apeteció tomar las riendas del juego.
Me abalancé poco a poco sobre el, y me quite el sujetador, a la vez que él se quitaba su camisa.
Nuestro torso se juntaba mientras nos besábamos lentamente. Me senté encima de él sin dejar de besarnos. Se quitó los pantalones, lo único que llevábamos era la ropa interior de la parte inferior de nuestro cuerpo. Después de estar besándonos durante un buen tiempo, Noté que la tenía dura, así que supe que era el momento. Estaba acostado encima de la cama, y le baje los calzoncillos, jugué con su miembro mientras él soltaba gemidos de placer.
- Me puedes - dijo de repente, y me tiro encima de la cama mientras me reía.
Comenzó a besar y a jugar con mis senos mientras introducía sus dedos en mi vagina. El placer era insuperable y los gemidos aumentaban su intensidad.
La verdad es que estábamos los dos muy excitados, así que decidimos pasar a la acción.
Me senté encima suya, estábamos completamente desnudos. Me comencé a mover, lentamente, y esta vez fui yo la que quise tomar el control. Metí su miembro en mi de la mejor forma que pude. Mi piel se erizaba y él lo notaba. Comencé a moverme más y más rápido. Él me decía que no parase y aunque me dijese lo contrario no iba a ser capaz. Mis gemidos y el dolor eran cada vez mayores, pero aún así decidí moverme más rápido. Me cogió delicadamente de la cintura y me puso sobre su escritorio, sin parar de hacerme el amor.
Él gemía sin parar a la vez que yo, nuestras respiraciones agitadas mostraban la pasión que sentíamos. Él se corrió, dentro de mí mientras yo llegaba al orgasmo.
- No sé que haría sin ti- me dijo todavía con la respiración entrecortada.
Mi respuesta no fue a base de palabras, sino con besos y caricias, hasta que nos quedamos profundamente dormidos.
A la mañana siguiente...