Nicolás.
—No me contaste cómo te fue hoy en clases —me habla Magda en el asiento de al lado. Tomo la siguiente salida y regresamos a la avenida transitada. La miro un poco desorientado porque lo cierto es que no estaba escuchando nada de lo que venía diciéndome en el viaje.
—Nada interesante.
—Intenta tomar todo lo que necesites ahora, recuerda que los de cuarto pronto se irán de campamento... —El teléfono de Magda suena y ella lo atiende. La escucho conversar con su madre. Le cuenta que esa noche tiene el cumpleaños de una amiga y saldrán a beber algo todas juntas.
Yo regreso mi cabeza al interior de mi maletín donde reposa escondido entre los ensayos de tercero y las libretas de calificaciones, junto con algunos papeles perdidos como volantes de comida rápida y anotaciones personales, un chocolatín del bufete de la escuela pegado a una nota que decía «Gracias por su opinión. Es el mejor profe », firmado por una perfecta "I" cursiva en mayúscula con un pequeño bucle en las puntas. Lo encontré en mi despacho sobre mi escritorio tras volver de la sala de profesores.
—Cariño —me llama Magda a mi lado y me doy cuenta que hace un rato está tratando de captar mi atención. Sigo sin acostumbrarme a ese apodo, no recuerdo nunca haber sido el cariño de nadie más que el de mi madre. Es un poco patético si lo piensas, pero siempre tuve novias un poco peculiares—. Mamá quiere que pase por casa para darme unos zapatos. ¿Podemos ir de camino?
—¿Ahora?—Giro la cabeza para mirarla.
—Sí, será solo un momento. No tengo nada para ponerme en los pies esta noche y ella me dijo que tiene unos zapatos para prestarme —explica. No conozco aun a los padres de Magda y no tenía en el plan hacerlo todavía, pero ella me mira como si realmente lo necesitara y no puedo negarme, no cuando estoy con la camioneta y la casa de sus padres queda de camino.
—Claro, no hay problema.
Al llegar ella me dice que no hace falta que baje a saludar. Pero es una de esas cosas que dices para no sentir que estás presionando al otro, porque la realidad es que estando aquí debo bajar y presentarme como su pareja. La idea no me apetece demasiado, sin embargo hago un esfuerzo y pongo mi mejor cara cuando tengo que saludar a su madre. Es más joven de lo que creí, debe haberla tenido en la veintena siendo tan guapa como lo es su hija ahora. De hecho sigue estando guapa para la edad y ahora entiendo de donde heredó Magda su talla grande de pechos.
—Pero qué guapo hombre y qué alto —dice cuando me ve—. Vengan, entren. Nicolas, siéntete como en tu casa.
—Gracias, señora...
—Por favor, dime Eloise. Aquí todos podemos tratarnos con confianza.
—Eloise. Tiene una casa hermosa.
Eloise me sonríe halagada y le lanza una mirada a su hija.
—Te buscaste un chico con buen gusto.
Pero lo cierto es que la decoración de su casa es espantosa. Es como si el caniche de una ricachona de Beverly Hills fanática por el fru-frú y el color rosa pastel hubiera vomitado en el interior, creando esa espantosa combinación de adornos de porcelana, fundas rosas que hacen juego con el mantel de la mesa de té y las cortinas de la ventana, almohadones tejidos con las imágenes de gatos y dos modulares antiguos que guardan vajilla fina.
—¿Y papá? —pregunta Magda y yo ruego por no tener que presentarme ante el viejo también.
—Está en el taller, viene a la noche. Lamentablemente no vas a poder conocerlo, Nicolás —contesta ella y yo pongo una expresión de «Uh, que lástima»—. ¿Sigues teniendo talla treinta y siete, verdad Mag?
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La lección© [COMPLETA]
RomancePasiones desbocadas, juego con drogas, un intento por madurar y la tendencia a meterse en muchos, muchos conflictos une a estos personajes que asisten a la escuela Sagrada Familia. ¿Su objetivo? Tratar de sobrevivir a los vaivenes de la vida y no mo...