Irene.
Aguardo a que finalice la hora de matemáticas. Dos horas encerrada en un salón con el secreto corriendo peligro y Nicolás hablando de funciones cuadráticas como si nada me enferman. Claro que no tiene idea de esto, si se llega a enterar me asesinará. No puedo dejar de observar a Marcela sentada delante mío, concentrada a todo lo que dice Nicolás como si todavía siguiera siendo su respetado profesor. Es la única, junto con Celeste y Julia, que participa en clases, suele acotar bastante y unas dos o tres veces se gana una felicitación. Mis ojos ruedan hasta el techo.
Cuando el timbre suena la sigo hacia las taquillas. Está con la cara metida en la suya cuando se la cierro de un golpe, tomándola desprevenida. Pero a diferencia de la reacción que esperaba, no parece sorprendida por mi aparición.
—¿Por qué desparramas tonterías de mí? —la increpo, cruzándome de brazos. Sus ojos caen con reconocimiento.
—No desparramé nada de ti —contesta, haciéndome a un lado con calma para volver a abrir su taquilla. Me cambio de lugar al otro lado.
—¿Entonces no le contaste a nadie esa tontería sobre mí y el profe de mates?
Marcela suelta el aire con un resoplido, y tras guardar el libro de matemática, voltea hacia mí.
—Solo se lo conté a Gonzalo y el idiota se lo contó a Brian porque son como uña y mugre, asumo que Brian no pudo ser reservado y fue a increparte como lo estás haciendo conmigo.
—En realidad fue a decírselo a los chicos, no tuvo las pelotas de hablar conmigo directamente, aunque ya tuvimos una pequeña conversación en los vestuarios.
—Pues ahí tienes, yo no fui quien lo desparramó.
—¿Pero de dónde lo sacaste? —inquiero, confundida—. ¿Fue alguno de los chicos? ¿Fue Celeste? ¿Candela? La mataré si ella te dijo esa patraña, es mentira todo lo que salgas de su boca, eh...
Marcela frunce sus labios a un costado, observándome calmadamente. Me molesta la forma en la que parece sopesar las cosas, como si tuviera mucho por decir pero prefiriera reservárselo.
—Primero, no trates de pretender que esto no es real, porque no te creo —dice, cruzándose de brazos—. Y segundo, fuiste tu.
—¿Qué? —Mi cabeza me redirige a la noche anterior y trato de escarbar en los recuerdos, naufragando en una enorme nebulosa sin salida.
—Hablaste toda la noche sobre eso —me aclara, al notarme perdida—. Estabas enojada porque el... profe no te contestaba los mensajes y me explicaste lo complicado que era lo que tenían últimamente. También dijiste muchas veces que era un idiota, pero te sentías culpable al segundo y reflexionabas sobre ser más empática.
—Marce, mira, yo invento muchas tonterías cuando estoy ebria —río, tratando de engañarla, pero ya no hay caso.
—No te gastes, me mostraste algunos mensajes que él te envió. Y aunque no hubiera sido así, te conozco lo suficiente como para saber que esa historia que me contaste ayer no fue inventada. No eres tan lucida cuando estás borracha —señala.
Bajo la mirada al suelo, sintiéndome atrapada y jodida. Al final del caso la culpable terminé siendo yo, debería hacerme un favor y matarme, como prometí que haría con el responsable. Es mejor antes que dejar mi muerte en manos de Nicolás.
—Tranquila, no pienso decir nada si eso es lo que te preocupa. Te escuché anoche porque te veías realmente mal. Lo que sea que tengan ustedes dos, aunque me parece desubicado, incorrecto y encuentro un millón de motivos para tildarlo de peligroso, conociendo tu expediente... —le hago un gesto de hastío, haciéndole saber que no necesito un discurso—: En fin, parecías realmente afectada, nunca te vi así por nada que no te importara realmente. Y la verdad es que tampoco me quiero meter.
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La lección© [COMPLETA]
RomancePasiones desbocadas, juego con drogas, un intento por madurar y la tendencia a meterse en muchos, muchos conflictos une a estos personajes que asisten a la escuela Sagrada Familia. ¿Su objetivo? Tratar de sobrevivir a los vaivenes de la vida y no mo...