La última carta

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Nicolás.

—¿Tu me estás diciendo que tuviste un trío y no te acuerdas de nada? —me pregunta Juan con las manos juntas como si estuviera rezando y viéndome con esa cara tan usual a la que me he ido acostumbrando a lo largo de estos años de «No sé si eres el puto amo o una persona patética».

—No lo sé, eso creo... —contesto, encogiéndome de hombros. Estamos en el sillón de mi casa con la tele encendida en un partido de boley que poco me importa, pero es que en nada comienzan las luchas y no me las quiero perder.

—¿Nada? ¿Ni siquiera algún flash? —inquiere. Escarbo en mi memoria con mucha atención, mientras agarro un puñado de manís.

—Tengo algunos flashes, pero no se de cuando son. Es que sucedieron muchas cosas. Creo que tengo el recuerdo de intentar desatarle el vestido a Amber y tropezarme en el intento y definitivamente recuerdo a Irene partiéndose de la risa por mi inutilidad, lo cual es natural de ella y por eso mismo se que sí ocurrió y no lo saqué de mi imaginación.

—¿Estás seguro? —vuelve a preguntar—. Tal vez esa tal Amber te jugó una broma.

—No parecía como estuviera bromeando. Pero no lo sé, ahora me siento muy confundido —expreso, frotándome el rostro con fuerza—. Además me siento como el culo. 

—Te pasa por idiota, hace mil años que no te comportas así —suelta Juan sonando mas duro de lo que esperaba.

—Lo que más me extraña es que Irene haya estado de acuerdo.

—A mi no —opina él, llevándose manís a la boca—. Está pirada.

—Claro que no —pongo los ojos en blanco—. Tal vez un poco.

—Tu no lo ves porque también estás pirado, solo que lograste mantenerte sereno un tiempo. Y acabas de tirar todo al garete —dice como si se refiriera a que arruiné algún proyecto importante de su empresa. Frunzo el ceño y omito decir en voz alta lo que pienso: que es un exagerado.

—Tu lo que necesitas es salir más y quitar esa cara de frígido que llevas todo el rato —replico, porque si se mete conmigo, me meto yo con él.

—Yo no necesito salir. Soy grande ya, mis prioridades son otras.

—Como llorar por Melisa por ejemplo, que por cierto la tipa ya pasó de ti —le digo. queriendo ser tan dañino como estoy sonando.

Pero es que todos los putos días es la misma historia, ocurre algo con Melisa y él cae en un pozo infernal de depresión. Ahora ella le pidió un tiempo y acá esta él, amargado.

Y esto no es bueno, porque no se trata de una persona normal que está atravesando por un momento difícil con su pareja. Se trata de Juan, quién con cada pareja que tiene cae en la misma toxicidad que él mismo se genera cuando del otro lado hay un evidente desinterés. No quiero ser cruel, pero a veces creo que si con cada pareja que tiene termina igual es porque algo está fallando de su lado y si mi instinto no se equivoca, ese fallo se trata de su intensidad inmanejable. 

—Ahora te crees muy poronga por haber tenido un trío —masculla él, molesto.

—He tenido tríos antes, he tenido grandes orgías y tu también, te divertías y no te deprimías por cualquier cosa. Tienes que intentar volver a ser así —expongo, creyendo que sueno muy razonable y si no logra verlo es porque no quiere, está encaprichado y de un capricho se sale solo si la persona tiene un giro de rosca en su propia mente. Pero con Juan parece imposible.

—Esa era otra persona, no la que soy ahora. Por esa persona divertida terminé en rehabilitación.

Nuestra historia siempre me pareció bastante simpática, aunque a él no le agrade nada porque su historia en sí lo avergüenza. Nos conocimos en la universidad, pero no en el campus, sino en un club mediocre que abría cualquier día y nunca cerraba, o por lo menos yo nunca lo vi cerrado. Era lugar de nadie, no se sabía quienes eran los dueños y siempre atendía el mismo tipo delgado hasta los huesos que no hablaba porque era mudo y tampoco te dedicaba la menor expresión; siempre se me ocurrió que había visto miles de cosas en aquel sitio que nunca podría contar y tal vez no quería. Se convirtió en mi sitio favorito, porque podía hacer lo que quisiera sin tener que estar aparentando, o preocupándome por quién me pudiera ver. 

La lección© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora