Capítulo 35: Medicina de blancos

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Su mano estaba llena de sangre y sentía la presión del pecho de su esposo sobre él. ¡Dolía! Tenía múltiples cuchilladas pero aquella en el estómago era, sin duda, la peor de todas, aun así, no quería decírselo a Sasuke por no alarmarle. Seguramente si llegaba a su campamento, el hombre medicina cerraría la herida y trataría de sanarle.

- Sasuke... tengo que levantarme – intentó sonreír Naruto para no alarmarle, aunque no sabía si en ese estado sería capaz de incorporarse.

El morenos se incorporó, sosteniendo el brazo de Naruto sobre sus hombros y ayudándole a ponerse en pie pese al quejido de dolor que emitió antes de agarrarse de nuevo la herida con la ensangrentada mano. Sus ojos se fijaron en la ropa de su esposo, tenía sangre, su sangre pero a él no parecía importarle.

Los guerreros que hasta el momento estaban apacibles, empezaron a movilizarse, algunos para recoger el cuerpo de Yoji, otros para vitorear al vencedor del duelo y otros... mirando a Toro Sentado hasta que dictase algo. Tan sólo el golpe del bastón con las calaveras de pequeños roedores y zorros hizo el silencio absoluto.

- Nueve colas es el vencedor – escucharon a Toro sentado – puedes retirarte en paz con la palabra que nadie volverá a irrumpir en tu poblado ni pondrá una mano sobre tu esposo sin su merecido castigo.

Nuevamente, el golpe del bastón dio por concluida la imposición de su norma, lo que dejaba claro a toda su coalición que una ofensa más contra Sasuke, sería penalizado con la más grave de las sanciones.

- Deberíamos marcharnos – escucharon a Neji en susurro – ya tenemos lo que habíamos venido buscando. Es mejor retirarnos ahora.

- Sí – comentó Naruto sin querer parecer débil, pero casi suplicando que acercase su caballo debido a la herida que tenía.

Menma fue el más rápido, tirando de las riendas tanto de su caballo como del de su padre, trayéndolos tras él y poniéndolos en medio para evitar que observasen cómo Naruto subía a él con más dolor que otra cosa, fingiendo estar en perfecto estado pese a que todos los suyos sabían que no lo estaba.

- Está pálido – comentó Sasuke en un susurro hacia Neji.

- Lo sé. Hay que llevarle pronto al poblado. Allí le revisarán esa herida.

¡No le gustaba! Tenía muy mal aspecto esa herida y tendrían medio día a caballo hasta su campamento. Aun así, Sasuke subió al caballo que Neji le trajo y movieron las riendas para girar al caballo y salir de allí. Quería irse cuanto antes de allí.

La alarma sonó al instante, una alarma que no auguraba nada bueno y todos lo sabían. Por la forma en que buscaron las armas y los de las atalayas miraban fuera, Naruto comentó de darse prisa en marcharse antes que algo ocurriera. Con una sola mirada y una corta frase que le dirigió a Toro Sentado.

- Son amigos – comentó Naruto – yo les llamé.

- Salid cuanto antes de aquí.

¡Blancos! Eso es lo que significaba esa alarma. Tenían que irse cuanto antes o algo mucho más grave podría ocurrir. Itachi y todo su grupo había sido su maniobra de emergencia por si algo salía mal pero ahora tenía que ponerle remedio antes de que todo se descontrolase.

Salieron enseguida, Neji vigilando a un Naruto que se sostenía a duras penas sobre su montura pero que se alegró al estar fuera de aquel lugar. En cuanto los portones se abrieron y observaron a los de caballería allí frente a ellos, aceleraron el paso para ir junto a ellos.

- ¿Sasuke? – preguntó Itachi sobre su caballo al otro lado del campo.

- Itachi... necesito que me ayudes – comentó Sasuke al llegar cerca de su hermano – es Naruto, tiene una herida muy fea.

Pequeño cuervo (Naruto: Naru-Sasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora