Capítulo 31: Presagios

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Un mes después:

Sus ojos estaban abiertos desde hacía demasiado tiempo, sin embargo, no podía apartar la mirada de su esposo. Seguía allí tumbado entre las mantas de búfalo, con medio torso desnudo y durmiendo sin que nada ni nadie pudiera inmutarle.

Él siempre dormía con aquella tranquilidad habitual. ¡Ni un terremoto le habría despertado! Así era Sasuke. En el fondo le encantaba dormir y aunque se estaba acostumbrando a madrugar para entrenar o ir a cazar con ellos, había días donde parecía poderle más las ansias por quedarse en la cama.

- ¿Quieres venir a cazar? – susurró Naruto en su oído, pero la respuesta que obtuvo pese a ser afirmativa, le dio a entender que no tenía muchas fuerzas para levantarse.

Sonrió al ver su cuerpo pesado y torpe, moviéndose con lentitud hacia un lateral y cerrando una vez más los ojos antes de agarrarse a la pequeña almohada de paja.

- Ya voy – susurró, aunque Naruto rió al verle dormirse nuevamente.

- Lo tomaré como un no.

Los últimos meses, hiciera frío, nevase, lloviera o hiciera un calor insoportable, Sasuke había sido el primero en despertar y acompañarles, pero hoy... hoy no se veía con fuerzas como para hacerlo. Naruto no le dio mucha importancia, sabía que le gustaba la cama, dormir y era posible que estuviera incubando algún resfriado, así que prefirió que hoy se quedase.

Una vez listo, salió de la cabaña para dirigirse hacia el centro de la tribu. No había un gran recorrido y ya desde su misma casa, podía ver a su abuelo, sentado en la puerta de su casa, fumando de una pipa y mirando el cielo. Menma se encontraba a su lado preparando las armas para acompañarle a cazar. ¡Él si que no se perdía nunca ni una cacería!

Estaba demasiado espabilado para su edad, pero era algo que Naruto consideraba bueno. Cuanto más practicase y más aprendiera ahora, más fácil le resultarían las pruebas para la iniciación.

- Naruto – gritó Menma al verle aparecer.

- ¿Has dormido bien? No te he visto ni salir de la casa.

- Sí. El abuelo está enseñándome a montar las lanzas – comentó.

- Oh... eso es genial.

- ¿Sasuke no viene hoy?

- No, parece estar cansado. ¿Qué tal si nos vamos tú y yo solos hoy? Como en los viejos tiempos. Podemos traer algo de carne y la abuela la cocinará.

- Vale.

Caminaron hacia los establos para preparar los caballos y una vez listos, partieron en dirección a la tumba de su padre. Le gustaba ir allí antes de cada cacería, ver que todo estaba bien y por supuesto, pasar unos minutos junto a él. Era lo menos que podía hacer para honrar su memoria.

Estaba llegando a la tumba con Menma a su lado, cuando vislumbró que un cuervo emprendía el vuelo desde la rama más alta del árbol bajo el que habían enterrado a Minato. Sus ojos se entornaron ante aquello. Quizá los blancos les llamaban supersticiosos, pero le daba igual, aquello no era una buena señal.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Menma al ver cómo su padre se había quedado estático mirando al cuervo alejarse de la zona.

- Nada – intentó calmarle Naruto, aunque instintivamente miró hacia el poblado intentando asegurarse de que todo estaba bien allí – no es nada.

Tenía que hablar con los ancianos cuanto antes, fue lo único en lo que pensó Naruto. Necesitaba que le dijeran lo que interpretarían en aquella señal.

Pequeño cuervo (Naruto: Naru-Sasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora