Capítulo 36: Fin a la guerra

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Un mes después:

La guerra había sido un baño de sangre para ambos bandos, sin embargo, tal y como Naruto explicó, su tribu no participó. En parte, se alegraba de no haberlo hecho, otra parte, sentía como si hubiera abandonado a los suyos, pero no podía negar que prefería tener la mente en el hecho de que salvó a su propio pueblo y el resto de jefes... tomaron su decisión. Algunos pensarían que equivocada, otros que acertada... todo dependía de cada tribu.

La única opción que les había quedado era retirarse a las "reservas", así lo llamaban los blancos. Él ni siquiera podía entender el motivo para abandonar sus tierras y moverse a esos parques naturales, a estar allí encerrados como si fueran animales sólo... porque al parecer los blancos deseaban algo que había en ese lugar donde habían estado durante años asentados. Aun así, Sasuke intentó mitigar el dolor de la pérdida de su hogar explicándoles que por fin tendrían paz.

Naruto finalmente... pensó... "Qué más da un lugar u otro si estaremos tranquilos". Y... fue cierto, no volvieron a tener problemas con los blancos. Ellos no pasaban los límites y si lo hacían, era en son de paz. No es cómo a Naruto le habría gustado finalizar aquella guerra, pero tampoco les dejaron muchas opciones.

- Me dijiste... que me contarías lo que significaba aquel halcón que vi – se atrevió a pronunciar Sasuke finalmente.

Naruto, que miraba la gran llanura desde la cima de la colina donde habían transportado el cuerpo de su difunto padre para darle sepultura junto a ellos, mantuvo el silencio unos instantes.

Habían transcurrido treinta días desde aquel combate a muerte y su cuerpo ya estaba recuperado, sin embargo, no había tocado aquel tema entre los cambios a la reserva, el construir las casas, adaptarse al nuevo lugar y echar una mano al resto de tribus que se movían con ellos a ese paraje natural.

- Dicen que el halcón es un mensajero – susurró de nuevo Sasuke a su espalda, mirando esta vez el cielo azul con algunas aves volando y buscando presas – pero yo... no tengo familia indígena, nadie me daría a mí un mensaje.

- Pero perteneces a mi familia ahora – sonrió Naruto finalmente, mirando la tumba de su padre – y ellos cuidarán de ti como yo también lo haré.

Sasuke lo entendió. Estaba convencido de que se refería a toda su difunta familia y en parte, le hizo sonreír al ser reconocido como uno más de los suyos, porque era exactamente eso lo que significaba, le reconocían.

- ¿Echas de menos tus tierras?

- Aquí estamos bien también, Sasuke – sonrió Naruto.

- No es lo mismo. A mí me da un poco más igual, soy el hijo de un soldado, nos movíamos constantemente de un fuerte a otro, allá donde necesitasen a mi padre, estoy acostumbrado a mudarme pero... tú, en cambio... tenías tu hogar allí, naciste allí, enterrasteis a los vuestros en esa tierra y...

- Lo importante es estar todos juntos, Sasuke y sobre todo, que podemos dar esta maldita guerra por finalizada. Hicimos de aquella tierra nuestro hogar y ahora lo haremos de ésta. Será duro para los mayores que recordarán con anhelo sus orígenes, pero los nuevos niños verán a esta tierra como su hogar. Nos adaptaremos – intentó calmarle Naruto.

Sasuke se aproximó a su esposo, mirando aquella cicatriz en su abdomen, ésa... que había quedado en su cuerpo marcada por su culpa. Aun así, a Naruto no parecía importarle una cicatriz más, su cuerpo tenía innumerables de ellas, mostrando que siempre había sido un guerrero y seguiría siéndolo. Sólo eran marcas de sus batallas y de sus triunfos, así lo veía él.

Pequeño cuervo (Naruto: Naru-Sasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora