Peligrosa Elección

Capítulo 23. La puerta y el secuestro.

*****Narra Ashley*****

Le cojo el teléfono mientras Blas se tumba en la cama.

-Dime Sar.

-Ashley, os necesito a Blas y a ti, os espero en mi casa en media hora.- cuelga.

¿Qué coño...?

-Blas, vístete, Sarah nos espera en media hora en vuestra casa.

Me mira extrañado.

-¿En casa? Bueno, de acuerdo.- se levanta, se cambia de ropa y yo hago lo mismo en el baño.

Pasan quince minutos y salimos de casa, subimos al coche de Blas y ponemos rumbo a su casa, donde Sarah nos espera en la puerta junto con Carlos.

Bajamos del coche y caminamos deprisa hacia ellos. Nos saludamos y dice Sarah:

-Blas, tenemos que ir a casa de Mario todo lo deprisa que podamos, he descubierto algo que no me gusta nada, no tenemos tiempo para más explicaciones.

Blas asiente sin decir nada, subimos los cuatro al coche y tardamos cinco minutos en llegar a su casa. Sarah busca algo alrededor de la casa y yo la sigo mientras los chicos buscan por dónde entrar.

-¡La encontré!- susurra Sarah mientras intenta abrir una puerta que, al parecer, da al sótano de la casa.

-¿Cómo la abrimos? Está muy asegurada...

-Fácil- dice Carlos.

Nos echamos a un lado y él le da una patada a la puerta, con lo que consigue abrirla.

Al principio oímos flojos gritos, lloros y percibimos un fuerte olor a suciedad.

Sarah enciende un interruptor y vemos de dónde procedían los gritos y lloros.

Hay dos personas, un hombre y una mujer, atadas de pies y manos y con vendas tapándoles las bocas. Esto es un secuestro.

Sarah y Blas corren a ayudarles mientras yo me quedo con Carlos que está igual de paralizado que yo. ¿Qué clase de monstruo ha podido hacer esto?

La mujer, morena y guapa como Sarah, rompe a llorar, y el hombre abraza a Blas mientras éste, sorprendido, le devuelve el abrazo, aunque sin ganas.

-Creímos que no os íbamos a volver a ver nunca...- llora la mujer aferrada a Sarah, que está confusa.

-¿Quiénes sois?- pregunta Blas separándose del hombre.

-Son vuestros padres.- todos nos giramos y vemos a Mario y a Alex, con una pistola cada uno.

*****Narra Sarah*****

Llamo a Ash y quedo con ella y con Blas en la puerta de mi casa, esto no puede estar pasando.

-Oíd, me tengo que marchar.- les digo apresuradamente.

-¿Dónde vas?- me dice Mario.

-Me encuentro mal, adiós.- Salgo corriendo de este restaurante.

El restaurante está en las afueras de Nueva York, ¿cómo voy a ir andando hasta allí? Sólo se me ocurre una idea.

-¿Carlos?-digo con la voz tensa.

-Dime, ¿ha pasado algo?- dice a través del teléfono.

-¿Puedes venir a recogerme? Estoy en un restaurante, en las afueras de Nueva York, se llama Luvela.

-Claro, voy ahora mismo.- dice rápidamente y cuelga.

A los cinco minutos le veo aparecer a lo lejos, con su Opel Corsa negro y a una gran velocidad.

-Muchas gracias.- le digo mientras subo al coche.

-Nada, tranquila, ¿dónde dices que vamos?

-A mi casa, por favor.-me pongo el cinturón.

Cuando llegamos, Ash y Blas ya están allí.

-¿Qué pasa Sarah?- dice Blas viniendo hacia mí.

-Tenemos que ir a casa de Mario, hay algo, tienen a alguien, los escuché hablar sobre algo.- digo muy nerviosa.

-Vale, tranquila, vamos a casa de Mario ahora mismo.- dice Ash.

Nos montamos en los coches y en cinco minutos estamos allí.

-¿Qué tenemos que buscar exactamente?- dice Carlos.

-Un sótano, bueno a ver, una puerta de un sótano, tiene que estar por aquí...-digo mirándolo fijamente.

-Pues a buscar.- dice Blas serio.

Pasan veinte minutos y no hemos encontrado nada, qué asco, hasta que me siento en la hierba y la veo, veo la puerta del sótano.

-¡Eh, la he encontrado!- digo llamando a los demás.

-¿Cómo la abrimos? Está muy asegurada...- dice Ash dándole golpecitos a la puerta.

-Fácil- Carlos sonríe y le mete una patada a la puerta, que se abre al instante.

Divisamos dos personas con las manos atadas en el fondo y no dudamos en ir a ayudarlas.

-Sarah...- dice la mujer llorando.

Son... ¿Mis padres?

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