Capítulo 34. El regalo y la denuncia.

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*****Narra Ashley*****

Dentro de la caja de pizza hay dos entradas para ir a ver a Avicii. No puede ser.

-¡Blas! ¡Blas!- grito.

Aparece corriendo en el salón y se agacha a mi lado.

-¡¿Qué?!- pregunta alarmado.

Me levanto de la silla en la que estaba sentada, con las entradas en la mano.

-¿Y esto?- pregunto sonriendo.

-Son dos entradas para un concierto...- dice sonriéndome.- ...que para nada he comprado yo.

-Eres el mejor.- dejo las entradas en la mesa, me coge de la cintura y me levanta para subirme encima suya y fundirnos en un largo beso.

Nos terminamos las dos pizzas a las seis de la tarde y no paramos de fantasear sobre como será ese maravilloso concierto.

-¿Te imaginas que le conocemos? Oh... Sería fascinante...

Él guarda silencio, y empieza a sonreírme.

-No... ¿Vamos a conocerle?

-Sí, mi reina, vamos a estar con el mismísimo Avicii durante media hora.

Me siento encima suya y empiezo a besarle. Este chaval es más que perfecto y no tengo palabras para agradecerle todo esto que ha hecho por y para mí.

Nos dormimos durante hora y media hasta que recuerdo al director en una pesadilla que hace que me revuelva muchísimo. En ella, Sarah está siendo violada por él y yo estoy enjaulada, sin poder protegerla, viéndolo todo.

Blas me despierta, asustado, y le cuento mi sueño.

-Tenemos que ir a denunciarle. Ni Sarah ni tú podéis vivir así.

*****Narra Sarah*****

Pasan unos minutos hasta que Ash asiente con la cabeza, mierda, en fin, ya lo suponía.

-Álvaro, vámonos.- me levanto.

-¿Qué te pasa?- me dice Blas.

-Nada.- digo irónica.

Vuelvo a mi antiguo hogar, pero Álvaro no viene conmigo, ha debido volver a su casa.

-Hola...- oigo una voz familiar.

-¿Qué haces aquí? Te dije que no quería verte.- cierro la puerta y entro.

-Tenía que hablar contigo...- dice levantándose del sofá.

-¿Otra vez? Has hablado conmigo mil veces y no has solucionado nada.

-Lo siento Sarah, no debí haberme puesto así, estaba cabreado, pero contigo no, sino conmigo.

-¿Ahora te has aprendido el sermón? Mira Carlos, paso de tus juegos y de ti, asique te puedes ir.

-Sarah, yo...- le corto.

-¡¿Puedes dejar de decir mi nombre y largarte de una vez?!-le grité.

-Claro...-dice triste y dolido mientras sale por la puerta.

¿Cómo puede ser así de gilipollas? Me pide perdón ahora, después de ponerme los cuernos, bien, Carlos, bien. Y encima se deja la puerta abierta.

Me dirijo a cerrarla cuando Álvaro aparece por sorpresa, asustándome.

-¿Ha pasado algo?- dice riendo y entrando con unas bolsas en la mano.

-No, nada.- le sonrío.

-Acabo de ver a Carlos y no iba muy bien, la verdad.

-Da igual, cosa del pasado. ¿Qué has traído?- abro las bolsas.

-Hamburguesas, para compensar mis tortitas quemadas.- ríe.

-Genial.

-Por cierto, he visto al director.

-¿Dónde?-digo preocupada.

-Iba en un coche de policía, alguien ha debido denunciar. Sarah, ¿has sido tú?

-No, yo no he sido.

-Pues alguien ha denunciado por ti.

Peligrosa ElecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora