Capítulo 22. Una película y la cena.

392 25 7
                                    

*****Narra Ashley*****

Me levanto a regañadientes y abro la puerta.

Es David. ¿Qué coño quiere?

-David, ¿qué haces aquí?

-Te iba a pedir que dieras un paseo conmig...- cierra la boca cuando ve a Blas en el salón, que le mira fijamente sentado en el sofá.

-Lo siento, David, ha venido un amigo a casa...

-No te preocupes.- dice lanzando una mirada de odio a Blas.- Ya quedaremos otro día. Hasta mañana.

-Adiós...

Cierro la puerta y me giro para mirar a Blas, que me observa atentamente.

-No sabía que iba a venir, lo siento.- digo suspirando.

-No te preocupes, reina.- se levanta y se acerca a mí.- ¿Por dónde íbamos?

Me acorrala contra la puerta y yo inhalo su olor mientras observo sus hermosos ojos, que me miran apasionados. Es entonces cuando me coge de la cintura, me acerca a él y comienza a besarme con dulzura, haciéndome llegar hasta por encima de las nubes. Me coge de los muslos y me sube encima suya, besándome con muchísimo amor.

Se separa de mí y me baja al suelo, los dos necesitamos coger aire, y él sigue mirándome con esos ojazos.

-Te quiero, Ashley.- me dice dándome un beso en la cabeza.

Me gustaría decirle que yo también, me encantaría, pero no sé lo que siento todavía, esto es muy confuso... Joder.

-Vamos a ver una película, ¿quieres?

Él asiente decepcionado, supongo que esperaba un: 'Tú me quieres, pero yo te amo'.

Cojo cinco películas: Un Puente Hacia Terabithia, Mamá, Los Juegos del Hambre, Rocky Balboa y Cartas a Julieta.

El muy cabrón elige Mamá, sonriéndome pícaramente, ya que sabe que si yo veo una película de miedo tengo que cambiarme de bragas.

Meto la película en el reproductor y comienza.

A mitad de la película, Blas no se para de reír ante el panorama. Yo, tapada con una manta de patitos que siempre guardo debajo del sofá, temblando como una loca, mordiéndome las uñas y a punto de llorar.

Se le ocurre la feliz idea de parar la película (un poco tarde para mí, dicho sea de paso), acercarse a mí y abrazarme mientras me susurra:

-Calma, reina, es sólo una película. Deberíamos ir a dormir ya, son las once de la noche y aunque mañana es sábado, ha sido una primera semana intensa...

Me aparta el pelo de la cara y me da un beso en la frente, con mucha ternura, mientras me coge en brazos y me sube a mi habitación.

Me tumba en la cama y se mete en mi baño para darse una ducha. Mientras tanto, yo aprovecho para ponerme el pijama, asegurándome de que me abrocho bien los botones, y él sale.

Tiene el pelo mojado y el cuerpo reluciente por el agua, lleva una toalla enroscada en la cintura. Dios mío, qué bueno está...

Creo que se fija en que le estoy mirando porque se echa a reír.

-Hoy me estás mirando mucho, eh.- sonríe.

-Como para no hacerlo...- suelto, y enseguida me tapo la boca, sonrojada, y él se echa a reír aún más.

-Eres tan bonita...- dice abriendo su mochila para sacar unos pantalones de pijama y unos calzoncillos.

Se vuelve a meter en el baño y yo recibo una llamada.

Es Sarah.

*****Narra Sarah*****

Salgo de la ducha, tengo que cenar con Mario y sus padres y no hay muchas ganas la verdad.

-¿Ya estás lista?- dice mi madre entrando en mi habitación.

-Aún no.- ni la miro.

-Pues date prisa.- me da un toque en el hombro.

¿Por qué tiene tanta prisa? Solo es una cena joder.

Termino de vestirme y bajo a la planta de abajo.

-¿Y Blas?- pregunto a mi padre.

-No se donde está.- dice despreocupado.- Anda, vámonos ya.

-Vale.- digo cabreada, Blas está muy distante desde que se ve con Ash, le echo de menos, joder.

Llegamos al restaurante, está en las afueras de Nueva York y parece bastante caro.

Entramos y allí están Mario y sus padres, en una mesa apartada.

-Buenas noches.- saludo con la sonrisa más falsa que he puesto jamás.

-Hola, princesa.- contesta Mario, qué cabrón.

Estuvimos charlando bastante rato sobre los estudios y sobre la carrera que escogeríamos al acabar el instituto, y no aguanto más, el tiempo pasa muy despacio y me desespero.

-Voy al baño, ahora vengo.- me levanto de la mesa y me dirijo al baño que no está muy lejos.

Entro al baño y me echo agua por la nuca, qué agobio joder. Miro a la puerts y entra la madre de Mario.

-Querida, ¿estás bien?- dice la mujer acercándose a mí.

-Sí, tranquila, estoy un poco agobiada, nada más.

-De acuerdo bonita, si necesitas algo, llámame, ya sabes donde estoy.- me sonríe.

-Claro, me quedaré un rato aquí, necesito despejarme.- digo tensa, será imbécil la mujer esta.

La madre de Mario sale del baño, qué asco de tía.

Pasan 10 minutos, estaoy preparada para volver a la maravillosa cena, qué mierda.

Voy de camino a la mesa cuando, justo antes de llegar, veo una carta de helados, no me puedo resistir y me paro a ojearlos.

-No paran de hacer ruido y de moverse...- oigo decir al padre de Mario en voz baja.

-No sé cuánto tiempo más los vamos a poder aguantar...-dice la madre de Mario.- Sobre todo su madre, no para de gritar...-me mira sonriendo.

Le devuelvo la sonrisa, finjo que no he escuchado nada y sigo mirando los helados a la vez que les escucho. ¿De qué coño hablan?

-¿Estáis seguros de que Sarah no sospecha nada?- pregunta el padre de Mario a mi madre.

-No sabe nada, estamos seguros.-contesta.

¿No se nada de qué? Ha dicho algo de mi madre pero mi madre es ella así que...

Tengo que contárselo a Ash.

Peligrosa ElecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora