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Me gusta Kim Seok Jin.

Que digo me gusta, ¡me encanta!, ¿pero a quien no? Solo veanlo, paseándose por ahí como si el suelo mereciera sus pisadas, ese es un hombre más que divino, es perfecto, alto, hombros anchos, piel de porcelana, elegante y sobre todo hermoso, sus facciones son simplemente...

—¡Aghh Jungkook! suelta mi cabello de una bendita vez— Fulmine a mi amigo con la mirada y quite su mano de mi cabello de un manotaso.

—Perdón es una costumbre— levanto sus hombros y volteo en dirección a Jin — ¿Necesitas un babero?

—¿Necesitas bragas nuevas? — Pregunto Jimin en un tono burlón haciendo que su mejor amigo estallara en una risotada que debió resonar en todos los pasillos de la Universidad de bellas artes.

Estos hijos de puta se estaban burlando de mi.

—Más bien necesito hacer amigas —deje caer mi cabeza en la mesa exterior donde nos encontrábamos pasando el rato después de clases y solté un quejido.

—Para que necesitas amigas si tenemos a Jimin— soltó Yoongi con la boca llena de arroz señalado al mencionado con sus palillos.

—¿Que quieres decir con eso? —preguntó Jimin confundido.

Y así inicio alguna discusión entre ellos que solo escuchaba de fondo mientras me volvía a hundir en mis pensamientos, Jin me gusta desde hace varios años, el y mi hermano son buenos amigos, he tenido miles de oportunidades para acercarme pero me acobardo casi instantáneamente, las pocas veces que he tenido la dicha de tenerlo frente a mi siento como si por arte de magia la vergüenza tomara el control y el calor que invadía mis mejillas no me permitiese mover un solo músculo de mi enrojecida cara, pero eso se acabaría de una buena vez; estoy harta de seguirlo adorando entre las sombras, el cumpleaños de mi hermano se acercaba y yo no iba a desaprovechar la oportunidad de conseguir lo que tanto anhelaba: Kim Seok Jin.

Las tiendas de conveniencia son mi lugar favorito en el mundo, podría decirse que la que se encontraba justo a 4 cuadras y media de mi casa era como mi segundo hogar, venía todas las tardes a perder el tiempo en la mesita interior e incluso había mantenido buena amistad con todas las personas que han trabajado aquí, este día no seria la excepción y a las 7 en punto de la tarde hice resonar la campanilla empujando la puerta.

—¡Señorita Jung justo a tiempo! — me recibió la chica detrás del mostrador, tenía trabajando aquí ya unos cuantos meses, lo suficiente para tratarnos de manera más amistosa que formal ya que yo era mayor que ella por 3 años.

—Daehye deja la formalidad puedes llamarme Jihae— sonreí para ella y fui hacia las sopas instantáneas.

Abrí el paquete para empezar a prepararla, escuche la campanilla mientras empujaba con mi índice la pequeña palanca que libera el agua caliente sobre mi sopa, la deje sobre la mesa a esperar que estuviera lista. Un ruido llamo mi atención y me percaté de la presencia de otra persona, se encontraba en el pasillo de enfrente, podía verlo porque era muy alto, llevaba una sudadera negra cubriendo su cabeza y se notaba que era un chico por la forma de sus hombros, iba a tomar algo de la estantería pero se percató de mi presencia volteando su cabeza a un costado dándome una vista de su respingada nariz la cual salía por la sudadera; acto seguido rote mi cabeza y la vista hacia otro lado. De reojo noté que regresó su mirada hacia enfrente y volví a mirarlo, su comportamiento era muy extraño, pero más extraño fue cuando abrió su mochila y empezó a depositar algunos de los artículos de la estantería en ella, ahogue un grito para mi misma, el chico estaba cometiendo un robo, tomó su mochila ya cerrada y camino hacia mi pasillo, era el más cercano a la puerta por lo que supuse que era su escape. Al dar la vuelta para el pasillo levantó su mentón dejando ver su rostro, el rostro más hermoso y delicado que había visto en mi vida, ojos marrones brillantes que eran adornados por largas pestañas, labios suaves a la vista con las comisuras de estos algo apagadas, nariz respingada con un lunar pintado en la punta, su mentón estaba delineado perfectamente, todo en el parecía simétricamente armonioso, incluso su piel radiaba como si de un ángel se tratase.

¿Debería dejar que cometiera un delito? Esto iba totalmente en contra de mis convicciones, de la manera más rápida y ágil tome su mochila en mis manos dejándolo atrás, llegue con Daehye al mostrador y vacíe el contenido de esta.

—¿Me cobras esto por favor?

—Pero...

—Daehye solo hazlo.

La chica confundida tomó los artículos y los paso de uno por uno por el puntero láser del mostrador.

—Son $23056,39 won.

Tome un suspiro y le extendí mi tarjeta para que cobrara aquello, volví a meter aquellos artículos a la mochila percatándome que eran cosas como latas de comida, pan, algunas frituras entre otras cosas.
Voltee y pude ver visualizar al delgado chico afuera de la tienda por la puerta transparente, salí haciendo sonar la campanilla, sentí el frío viento contra mi cuerpo y extendí la mochila hacia el, la tomó de la correa manteniendo su vista distante, estábamos frente a frente, me percaté que el era más alto que yo pero no por mucho. Volteo su rostro hacia mi con un gesto de disgusto en el.
Chasqueó con su boca emitiendo un sonido de disgusto proveniente de su garganta y sin decir ninguna palabra siguió su camino dejándome ahí parada.

¿Qué?

Stay | kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora