Capítulo 23

328 13 10
                                    

¡Buenas! Ya tenéis un nuevo capítulo. Ya queda menos para el final...espero que os guste. Muchas gracias a los que siempre comentáis. ¡Besitos!

_________________________________________________________

{Àlex}

Después de una mañana de ejercicio, me doy una ducha y me tumbo en mi cama. ¿Y si él mismo nos descubre? Su preocupación era evidente y un padre preocupado es capaz de hacer cualquier cosa. Suspiro. Suena mi móvil. Es un mensaje de ella. Sonrío como un idiota. ¿Qué ha hecho conmigo?

<<Te echo de menos…>> Me dice con un guiño triste al final. <<Yo también pequeña, y mucho>> Ella responde al instante. <<Podrías pasar a buscarme…total, Carla ya lo sabe todo>> Suspiro. Ojalá todo fuera tan fácil, pero después de la conversación con su padre creo que es lo peor. <<Aunque me muero de ganas de ir a buscarte, no creo que sea buena idea, podrían vernos>> Ella me envía una cara triste. <<Tienes razón, bueno nos vemos en una hora. Te quiero>> Sonrío. <<Te aseguro que yo más>> <<Lo dudo…>> Me responde ella al instante. Y podría estar así todo el día pero como sé que en una hora llega a comer decido prepararle algo que le guste, aunque la cocina no sea lo mío. Finalmente decido prepararle unos canelones, desde que llegó aquí dice que es su comida preferida. Irene y Nerea llegarán una hora más tarde así que podré disfrutar de ella una hora. Decido no pensar en lo que he hablado con Juan  vivir el momento. La puerta de casa se abre un rato después mientras aún estoy preparando la mesa. Es ella, con esa sonrisa, esos ojos que hacen que me olvide de todo y no necesite nada más. Silbo al verla. La verdad es que me encanta cuando va en chándal. Ella se sonroja y viene decidida hacia mi. –Te he echado de menos. Susurra en mis labios y eso provoca que yo sonría. –Yo también pequeña. Le doy un dulce beso y le pregunto qué tal su día mientras se sienta en el sofá. Yo me siento a su lado.

–Uhm, qué bien huele. ¿Has cocinado tú? Pregunta sorprendida. –Sí. Digo riendo. -¿Canelones? Asiento. Ella me abraza como una niña pequeña y yo me dejo encantado. Le doy un suave beso en el cuello. Y finalmente quedamos tumbados. Ella suspira en mi pecho.

{Coral}

Me encanta, me encanta estar con él, nunca me había sentido tan bien con una persona, nunca había sido realmente yo con un chico desde que mi madre murió y él ha conseguido que vuelva a ser yo misma y que todo vuelva a tener sentido. Y, aunque no se lo diga, confío en él, creo que no puedo estar más enamorada.

-Tengo muchas ganas de que llegue el viernes para irnos. Susurro en su pecho. Él suspira. –Y yo. Dice serio. –Àlex, ¿estás bien? Te noto demasiado serio. Le digo preocupada. –Claro, claro pequeña. Estoy bien de verdad, me dice mientras besa mi pelo. Pero sé que no, sé que algo le preocupa y no quiere decirme que es. Le doy un beso en la mejilla y él sonríe. Y así estamos un rato, tumbados en el sofá, abrazados. –Te quiero mucho Coral. Me dice serio. Me encanta cuando se pone así, aunque parezca empalagoso, para mi no lo es. –Y yo enano. Le digo mientras le beso. –Pase lo que pase, sabes que siempre te voy a querer ¿verdad? Me dice preocupado. ¿Y esto a que viene? Vale que me encante que me diga estas cosas pero está raro, muy raro. Yo me río. -¿Siempre siempre? Le digo sonriendo y mirándole a los ojos.            –Siempre. Dice él serio. Me besa de nuevo pero rápidamente le corto cuando ya sé por dónde va. –Va, vamos a comer que estas están a punto de llegar. Le digo mientras le cojo del brazo. Él asiente y me coge de la cintura por detrás mientras vamos a servir los platos. Le digo que le ha quedado todo delicioso y él sonríe feliz.

La semana pasa rápido, aunque las mañanas se hacen eternas. Àlex y yo intentamos aprovechar el máximo tiempo que estamos solos. Una tarde, pican al timbre y para mi sorpresa, llega una caja a mi nombre. La abro rápidamente y veo que es una réflex. Mis abuelos me la han regalado ya que sabían desde hace tiempo que me hacía mucha ilusión desde hace años, por fin puedo capturar cada momento inolvidable. Llamo rápidamente a mis abuelos para agradecérselo, ellos encantados me dicen que esperan que pronto vaya a Madrid. Les convenzo de que así será. Àlex no para de fotografiarme con cada cosa que hago, no sé quién está más ilusionado por la cámara si él o yo. En la terraza nos hacemos miles de fotos poniendo caras. Aunque lo que realmente me apetece es ir por Barcelona y hacer mil fotos pero sé que no es buena idea, aunque para mi sorpresa Àlex parece encantado con la idea así que antes de que oscurezca recorremos parte de la ciudad. Reímos y hacemos miles de fotos. Y por un momento nos olvidamos de todo y me besa delante de todo el mundo atrayéndome a él mientras me coge de la cintura. Después de pasar una tarde increíble, decido subir yo antes a casa y él queda con Gerard. –Nerea e Irene están en casa y me abrazan nada más verme. Son adorables. Me doy una ducha y me pongo el pijama, me tumbo en mi cama y pienso que sólo quedan dos días para irnos, por fin. Él y yo solos. Mañana hablaré con Raquel para comentárselo todo y de paso le explicaré lo de Àlex. Antes de dormirme, aprovecho que todos están durmiendo para ir a darle las buenas noches. Y lo veo allí, durmiendo como un niño pequeño y sonrío. Tengo tanta suerte de haberlo encontrado. Sin hacer demasiado ruido, cojo mi nueva cámara y le hago una foto mientras duerme. Le doy un suave beso en la mejilla y voy hacia mi habitación.

{Àlex}

Después de esa tarde increíble, quedo con Gerard y de camino, pienso en lo de Paris, si le dice a su padre que se va no la va a creer ni en broma. Pero no le puedo decir que no podemos irnos, no porque esté todo reservado sino por la ilusión que tiene, sea lo que sea, tendremos que inventarnos algo creíble. En cuánto veo a Gerard le explico lo que estoy viviendo con Coral, y él alucina.  Aunque me dice constantemente que se alegra mucho y sé que es sincero. Me advierte que tenga cuidado por la calle y que no nos vean demasiado. No es nada nuevo para mi. Le explico lo de Paris y él me dice que no hay problema y que él me cubrirá en todo. Después de un día increíble, regreso a casa y ya están todos. Veo a Coral tumbada en su cama y le guiño un ojo, ella sonríe como una niña pequeña.

A la mañana siguiente me despierto a eso de las diez, pensando que en casa no habría nadie me pongo a cantar mientras salgo de la habitación y para mi sorpresa, veo a Juan, en el pasillo. Mirándome serio, más serio incluso que ayer. ¿Qué habrá pasado ahora o qué querrá pedirme?

Amor condalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora