Capítulo 30

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{Gerard}

Raquel va preciosa. Esta noche quiero decirle lo que siento de verdad. Lo necesito. Aunque se ría de mi o me parta la cara. Durante la noche la observo y finalmente me acerco a ella. Empezamos a bailar y la noche va pasando. Pero no veo la oportunidad de decírselo. Cuándo es el momento para decirle a alguien que le quieres? Es complicado. Por otra parte miro a Àlex y está realmente agobiado y siento que esto es por mi culpa. No tendría que haberle metido en este follón. Raquel mira a Coral y sabe que ella tampoco está bien. Nos  miramos sin saber qué hacer. Àlex se me acerca y me dice que no se encuentra bien y que se marcha. Sé que no es por eso. Le digo que me voy con él y le acompaño pero se niega. A los pocos minutos veo que Coral también se marcha. Raquel me mira y sonríe. Finalmente la cojo de la mano y le digo de ir a dar un paseo por Madrid. Ella acepta encantada. Mientras hablamos de mil cosas y vamos caminando la cojo de la cintura y la paro. La miro directamente a los ojos y ella se sonroja. –Raquel me encantas. Ella sonríe. –Tú a mi también. Me dice mientras me acaricia la mejilla. La beso dulcemente y ella se deja. -¿Sabes? Aunque suene a locura, nunca he sentido esto por nadie. Cuando te fuiste de Barcelona me di cuenta de que necesitaba verte una vez más. Le digo serio. Ella me mira. Me coge de la mano y me acaricia. –Tengo miedo. Me dice en voz baja. Le acaricio la mejilla. –Estoy enamorado de ti Raquel. Le digo clavando mis ojos en los suyos. Ella me sostiene la mirada y me besa. –Yo también. Me dice mientras se le cae una lágrima. -¿Pero por qué lloras preciosa? Le digo acariciándola. –Porque tú te marcharas y porque no quiero sentir más. No quiero sufrir. Me dice finalmente llorando. Nunca la había visto así. Es más sensible de lo que pensaba. –Esto no será fácil. Pero te prometo que vendré a verte siempre que pueda preciosa. Le digo serio. Ella intenta contenerse las lágrimas y finalmente me besa. –Pero en vez de estar así deberíamos aprovechar el tiempo juntos. ¿No crees? Le digo sonriendo. Ella asiente y me lleva por las calles de Madrid. Entre risas y mil besos se nos pasa la noche y finalmente llegamos a casa de Coral. Sorprendentemente ella tiene llaves y yo le susurro al oído.-Me gustaría pasar la noche contigo. Ella esboza una sonrisa. Intuimos que Àlex y Coral ocupan las habitaciones pero al ver que en la nuestra no hay nadie yo sonrío pero a ella no parece hacerle gracia. -¿Reconciliación a la vista? Le digo riendo. –Espero que no. No me lo puedo creer. Dice ella seria. -¿Por qué? –Porque Coral está con Víctor y él sólo la ha hecho sufrir. No tienes ni idea de lo mal que lo ha pasado. Dice seria. Puede que tenga razón. Pero ella no sabe la verdad. –Bueno, esta noche vamos a pensar en nosotros. ¿Vale? Le digo sonriendo. Ella sonríe y me besa y nos perdemos en la noche.

{Àlex}

Abro los ojos y la veo a mi lado. Durmiendo como una niña pequeña. Está preciosa. Me encanta verla dormida. Puede que esta sea la última vez que la veo así que aprovecho y no aparto mi mirada de ella. Pero ella abre los ojos y me mira. No sonríe. Nos quedamos un rato mirándonos el uno al otro. –Siempre te voy a querer. Le digo mirándola fijamente. Ella no me aparta la mirada. Un sonido de afuera nos despista. Yo me levanto rápidamente de la cama. Me visto y salgo de la habitación. En una hora sale el tren. Aún están todos durmiendo así que recojo mis cosas sin hacer demasiado ruido. Me bebo un zumo y veo a Coral aparecer por la cocina. Ninguno sabe qué decir. -¿Te vas? Pregunta ella de repente. –Sí. Es lo mejor. Ella me mira, yo la miro. Pero ninguno dice nada. Al instante aparecen Gerard y Raquel. –Todo bien anoche ¿no? Pregunta Gerard bromeando. Nadie dice nada y él cambia de tema rápidamente. –Tío te acompaño a la estación. Yo asiento. Ni Coral ni Raquel dicen nada. Salgo de la cocina y aprovechando que Coral está distraída meto la carta debajo de su almohada. Espero que ahí lo entienda todo. Ahí está lo que simplemente no he tenido huevos a decirle porque soy un cobarde. A la media hora me despido de Raquel, que está bastante seca conmigo y en realidad la entiendo. Coral y yo nos miramos y finalmente la abrazo. Ella suspira profundamente. Los dos sabemos que quizá no nos veamos nunca más. Por lo que sé ella tiene pensado quedarse aquí a vivir con Víctor. No tiene intención ninguna de volver a Barcelona y es lógico.

Gerard y yo estamos callados durante todo el camino, aunque él intenta sacar algún tema de conversación y hacer cómo si no pasara nada pero simplemente le contesto con un sí o un no y al final desiste. Quizá no debería haber venido pero si hubiese sido así me habría arrepentido toda mi vida, al fin y al cabo he podido tocarla y sentirla una vez más.

Nada más llegar a la estación Gerard coge mi mochila y decide llevármela. ¿Tan mal se me ve? Mientras vamos caminando suena un móvil. Miro el mío. Nada. Gerard saca el suyo rápidamente. Sólo puedo escuchar un “¡¿Qué?!” mientras su cara se descompone en cuestión de segundos. Nadie sabía que esa llamada podía cambiar nuestras vidas. Quizá para siempre…

Amor condalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora