Capítulo 29

301 13 14
                                    

¡Hola! Siento mucho la espera, llevaba mucho tiempo sin subir capítulo pero no he tenido tiempo de nada, éste ya lo tenía escrito pero tenía que retocarlo un poco. Sé que es cortito. Ya tengo pensado el final, creo que os sorprenderá, aún quedan algunos capítulos. Durante las vacaciones de Navidad espero seguir subiendo y no haceros esperar más. Gracias a los que me leéis siempre. Y como siempre, espero que os guste.

Un besito!

_______________________________________________________________

Pero al acercarme la reconozco perfectamente. Es ella. Me mira y sonríe. Yo sonrío. -¿Se puede saber qué haces aquí? Le pregunto sorprendido. -¿Cómo pretendes entrar en mi casa sin llaves? Dice divertida. Yo sonrío. –No se te escapa una eh. Le digo riendo. –Anda entra. Me dice abriéndome  la puerta. Veo que entra tras de mí. Me gustaría besarla, acariciarla ahora mismo. Pero la realidad es que está enamorada de otro. Mientras vamos en el ascensor estamos en silencio. Pero no puedo más. –Sólo dime una cosa. Le miro serio. Ella sorprendida sin saber de qué hablo levanta la cabeza. -¿Cómo dices? Me acerco a ella. Esto es una locura pero si no lo hago me mata por dentro. -¿Le quieres como me querías a mi? Le digo a escasos centímetros. Ella se pone nerviosa. -¿Qué estás diciendo joder? Explota de repente. Y sin dejarme hablar sigue. –Cómo tienes la poca vergüenza de presentarte en mi casa después de todo lo que me dijiste y encima quedarte. Y para colmo ahora sin venir a cuento me sueltas esto. Eres gilipollas. Todo lo que dice tiene razón y lo sé, pero no pienso dar mi brazo a torcer, necesito saberlo. –Sólo contéstame a lo que te he dicho y a partir de mañana no volverás a verme jamás. Le digo mirándola fijamente a los ojos. Ella me aparta la mirada y con rabia me empuja hacia atrás. –Víctor es un hombre, tú eres un niñato que me utilizó para jugar, nada más. No lo compares. Me dice cabreada. Sus palabras se me clavan. Después de decirme eso abre la puerta de su casa con rabia y se va rápidamente a su habitación. –Y espero que a partir de mañana no tenga que verte más. Me dice cerrando la puerta de su habitación con fuerza. Entro en mi habitación y una lágrima se me cae. Me quedo sentado en la cama. A ella no le llego ni a los talones. He sido y soy un gilipollas. Tengo que irme de aquí. No puedo más. Me levanto de la cama y me dirijo a su habitación. Puede que me parta la cara pero necesito hacerlo. Entro sin picar y ella me mira desconcertada. -¿Qué haces aquí? Pregunta sorprendida. –¿Puedo dormir contigo? Se queda en silencio. –Dormir, sólo dormir. Puede que te parezca la mayor estupidez, pero mañana me voy y lo necesito. No sé si volveré a verte. Quizá cuando vuelva a Barcelona me vaya lejos un tiempo bastante largo. Le digo convencido. Ella suspira y se queda pensativa –Sí. Dice seca y traga saliva. Sonrío y me tumbo a su lado. Sin pensarlo me acerco a ella y le beso, suave y después profundamente, necesitaba sentir sus labios de nuevo, la echaba tanto de menos. Nuestras lenguas se enredan. Ella se deja. Pero al minuto me aparta. Me abraza y suspira. –Gracias. Le susurro al oído. Cierro los ojos. Sólo necesitaba dormir a su lado una última vez. 

Amor condalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora