Capítulo 26

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¡Hola! Siento haceros esperar tanto pero estos días he estado bastante ocupada y hasta hoy no he tenido un poco de tiempo. Os dejo un nuevo capítulo. Ya queda menos para el final. ¿Cómo creéis que acabará esta relación? ¡Gracias por todos los comentarios! Besos :) 

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{Àlex}

Han pasado meses desde que ella se fue, pero parece que fue ayer cuando le dije todo aquello…no me lo perdonaré en la vida y sé que ella tampoco. La he perdido para siempre por imbécil, he querido alejarla de mi para que fuera feliz y espero que al menos eso, se haga realidad. Desde  que ella se marchó no me apetece salir por las noches, Gerard insiste e insiste pero no consigue nada. Algunas tardes, sin rendirse, viene a buscarme para que salga un rato. El mes pasado hice un rodaje pero yo mismo me di cuenta que ni tan solo eso me llenaba, estaba vacío, no tenía ganas de nada. Cada noche intentaba escribirle algún mensaje y enviárselo pero no creía que fuese lo más adecuado, incluso he pensado en presentarme en su casa, qué locura, sé que nada más verme me partiría la cara. Carla también ha intentado animarme para que salga, me contó que Coral está bien y eso me tranquiliza. Gerard no deja de presentarme a tías pero ninguna me interesa, ninguna es como ella. –Pasa página, hay miles de chicas y ella ya es feliz, tú tienes que hacer lo mismo. Me repite constantemente Gerard, pero me da igual lo que me digan, todas las chicas me recuerdan a ella.  Juan también intenta animarme pero creo que es por pena, indirectamente él me ha jodido la vida y es algo que lo tengo ahí. Mi madre dice que estoy raro con él pero ella no sabe nada de la historia, no sabe nada de lo de Coral. Los días se me hacen eternos y joder, no es fácil, todo me recuerda a ella, todo lo que vivimos ocurrió en casa, la echo de menos, pero sé que la he perdido para siempre. Una tarde de invierno me da por mirar su Facebook, aunque no hay gran cosa, lo tiene bastante abandonado, lo extraño es que no me haya eliminado. Irene también está bastante triste, sé que necesita a su hermana y aunque no lo cuente, está mal. Mi madre se preocupa cada vez más por mi, ya no soy el mismo de antes y un día sin avisarme, me lleva a un psicólogo. –Acompáñame a comprar. Me dice una tarde. Asiento y la veo feliz. Durante el trayecto está rara, hasta que finalmente veo que se desvía del camino. Mama, ¿a dónde vamos? Le digo preocupado. –Confía en mi, por favor. Todo va a salir bien. No entiendo nada. Llegamos a la casa de una amiga de mi madre y caigo en que es psicóloga. –no necesito ayuda mamá. ¡Joder! Digo enfadado. –Con ella podrás desahogarte. Volveré en una hora y me da un beso en la mejilla. Nada más entrar le dejo muy claro que estoy bien y que mi madre me ha engañado trayéndome aquí. –Mira, no me conoces de nada, pero a veces contarle cosas a un desconocido ayuda mucho más que contárselas a un amigo. Puede que tenga razón pienso. Pero no, no necesito ningún tipo de ayuda y me cierro en banda. –Tu madre no me ha contado nada porque no sabe qué te pasa, lo que me cuentes aquí, no va a salir de aquí, quiero que lo sepas. Me dice convencida. -¿Es por alguna chica? Finalmente asiento. –Es…mi hermanastra. Digo mirando al suelo. Ella parece no sorprenderse. -¿Y? Me dice de repente. –Pues que es algo imposible. Su padre me lo ha advertido. -¿Cómo? Pregunta ella sorprendida. –Me advirtió que si no la dejaba, la mandaría a estudiar lejos, también me dijo que ella no encajaba en mi mundo, ahora hace meses que no la veo porque cuando la dejé se fue de aquí y no sé, pienso en todo y creo que he sido un gilipollas, la echo tanto de menos. Sorprendentemente me estoy sincerando con ella. –mira, no conozco a ese hombre, pero sin duda, te ha lavado el cerebro. Habrán más chicas, pasará el tiempo, pero si ni aun así logras olvidarte de ella, lucha, búscala, dile todo lo que me estás diciendo a mi. Pienso en todo lo que me dice y tiene razón, desde que se fue no ha habido otra chica, todas me recuerdan a ella. Pero ella me odia…

Por otra parte, Gerard, me cuenta cada día que no deja de pensar en Raquel, la mejor amiga de Coral, es algo que me sorprende en él, ya que ni siquiera se han liado, por eso le animo a que hable con ella. Pasan los días y sigue igual, hasta que un día, decido darle un pequeño empujón para que no la pierda y no sea tan idiota como yo. Así que compro un billete de tren para que vaya a verla, no tiene excusa. El sábado por la mañana viene a casa, como casi cada día. Mientras estamos en la terraza le pido que abra mi monedero y que saque una pequeña tarjeta que hay dentro, al leerla se queda alucinado.

Amor condalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora