Capítulo 28

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¡Buenas! Últimamente estoy bastante liada y no tengo tiempo para escribir. Siento haceros esperar tanto, de verdad. Espero que os guste y gracias a los que siempre me leéis y comentáis!! Un beso y espero que os guste :)

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{Coral}

Quiero que estos días pasen lo más rápido posible, no puedo más. Esta situación se me está haciendo insoportable y para colmo Àlex no se puede ir con ellos no. Abro la portería y entramos en el ascensor. El silencio es eterno. Aprovecho que mira al suelo y le observo por el rabillo del ojo. Está muy pálido. Puede que realmente se encuentre mal. Entramos en casa en silencio. Veo que está tiritando. -¿Tienes frío? Pregunto preocupada. –No, tranquila, estoy bien. Me dice mientras entra en su habitación. Pero sé que no, su cara dice lo contrario. Como no consigo dormirme me preparo un vaso de leche y me siento en la banqueta de la cocina. Pienso en Víctor. Miro el móvil. Tres mensajes suyos. “¿Cómo va la tarde pequeña?” “¿Queréis ir a tomar algo después de cenar? Necesito despejarme un poco” “Te quiero y te echo de menos”

¿Cómo he podido estar toda la tarde sin mirar el móvil? Se me ha pasado por completo. Le respondo rápidamente. “Lo siento cariño, he estado un poco despegada del móvil esta tarde. Mucha suerte. Te quiero.” Suspiro.  Soy feliz con él pero a la vez es todo tan raro, desde que Àlex llegó me siento extraña. Miro el reloj. La una y media. Será mejor que me vaya a dormir. No quiero pensar en nada más. Mientras me dirijo a mi habitación veo que la de Gerard y Àlex está abierta. Gracias a la luz del pasillo veo a Àlex, está temblando. Sin pensarlo me acerco y le pongo una mano en la frente. –Estás ardiendo. Le digo en voz baja. –Tengo mucho frío. Me dice entre susurros. -¿Y por qué no me lo has dicho antes? Le digo esta vez con un tono aún más enfadado. Él no dice nada, está muy débil. Cojo el termómetro y se lo pongo. Marca 39. –Àlex vamos al médico. Le digo preocupada. –No por favor. Me encuentro fatal. Quiero descansar. Me dice suplicando. Suspiro. –Está bien. Pero tienes que destaparte y ahora te daré un antibiótico para que te baje la fiebre lo quieras o no. Él asiente. No quiero dejarle solo y me quedo con él en la habitación. Está medio dormido. Lo observo y sin saber por qué empiezo a acariciarle la mejilla. Me encanta verle dormir. ¿Pero qué estoy pensando? Será mejor que me vaya. Me digo a mi misma. Antes de salir de la habitación le escucho decir. –Gracias por cuidarme Coral.

 Sonrío y salgo de allí.

{Àlex}

Me duele todo el cuerpo. Abro un ojo y veo a Gerard durmiendo. Miro el reloj. Las diez de la mañana. Será mejor que me despierte ya. No oigo ruido al salir. Me encuentro mejor que ayer. Me doy una ducha y cojo algo de la cocina para comer. Aprovecho que no hay nadie despierto y me tumbo en el sofá. Pienso en ayer. Me gustó que ella se preocupara por mi después de todo, desde luego que no la merezco. Está más preciosa que nunca. Pero ya la he perdido. Está feliz con Víctor y sonríe y eso es lo importante. Pero yo no puedo más. No soporto verla con él. Gerard aparece por el salón. –Ey tío, ¿cómo te encuentras? Me dice preocupado. –Mucho mejor. ¿Y tú que tal ayer? Le digo guiñándole un ojo. –Muy bien. La besé. Con ella quiero ir poco a poco. Me gusta de verdad. Me dice convencido. –Me alegro mucho tío. Hacéis muy buena pareja. Por cierto, mañana me voy. -¿Cómo? Me pregunta sorprendido. –Tío, aquí no pinto nada y lo sabes, no tendría que haberte hecho caso. Él se queda callado. Sabe que tengo razón. –Está bien. Me abraza. Pero esta noche sí que salimos y quiero que disfrutes. Me dice sonriendo. Asiento. Me alegra verle tan feliz por una chica. Creo que es la primera vez que está así por alguien. Víctor ha pasado el día con nosotros por Madrid y cada vez que está me siento incómodo aunque es muy buen tío. No soporto que la bese, no soporto que la acaricie ni que la mire. Quiero que llegue mañana. Gerard me evade de mis pensamientos. –Tío, ¿en qué piensas? Me dice riendo. –En nada. Le digo mientras estoy tumbado en la cama mientras Coral y Raquel se arreglan. –Ya claro. Va, vístete. Que acabaran ellas antes y todo. Me dice entusiasmado. Yo resoplo. Va, es la última noche.

Me pongo lo primero que pillo de la maleta, una camisa negra y un tejano gastado. No tengo muchas ganas de arreglarme. A Gerard en cambio nunca le había visto arreglarse tanto. Le ha dado fuerte. Mientras los espero sentado en el sofá Coral y Raquel aparecen por el pasillo. Coral va realmente preciosa, como siempre. Lleva un vestido blanco precioso y el pelo recogido. Ella me mira. La miro. Nos miramos. Y por un momento siento que el tiempo se para. Pero Raquel me hace volver a la realidad. -¿Nos vamos? Pregunta sonriendo. Yo asiento sin muchas ganas. Gerard aparece por el salón y silbándoles ellas sonríen. Llegamos a un local que Coral y Raquel conocen, la verdad es que hay bastante ambiente. Raquel y Gerard salen a la pista y bailan bastante. Yo me siento en uno de los sillones a esperar que se cansen  y poder irnos. Coral está hablando con una amiga y de vez en cuando la observo. Por mucho que haya pasado el tiempo me sigue gustando, incluso más que el primer día. Cuando de repente me mira, aparto rápidamente la mirada y saco el móvil. Una chica rubia se me acerca y me invita a bailar. Le digo que no. Quiero irme. Me acerco a Gerard y a Raquel y les digo que no me encuentro bien y que sé volver a casa. Gerard no parece muy convencido pero sabe que no estoy agusto y al final tras insistirme acepta. Le indico a Coral que me voy y ella asiente sin más. Mientras camino por la calle me enciendo un cigarrillo. Pienso y pienso. Anoche estuvo tan pendiente de mi y hoy ha sido como si no existiera. La verdad es que no entiendo nada. Llego a la portería. Y veo a una chica sentada en el banco, cómo está oscuro no puedo reconocer quién es.

Amor condalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora