Capítulo 27

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¡Gracias a todos los que comentáis siempre! Habrán muchas sorpresas y ya queda poco para el final. Espero que os guste :) ¡besos!

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{Coral}

Miro el reloj, las diez y media, es sábado y me permito quedarme un rato en la cama, hasta que mi móvil suena, qué raro, Víctor ha quedado para jugar a futbol con unos amigos y dudo que Raquel esté despierta a estas horas. Puede que sea mi padre. -¿Sí? Contesto sin ver de quien es la llamada. Su voz me suena demasiado. -¿Gerard? Digo rápidamente sorprendida

-Coral…estoy en tu puerta pero no sé el piso…¿me puedes abrir? Me dice con voz entrecortado. ¿Cómo? ¿Qué hace aquí? No entiendo nada. –Sí…claro, espera. Digo aun sin creérmelo. Me pongo rápidamente un chándal y abro. Al abrirse el ascensor lo veo sonriente con una mochila. -¿Y esta sorpresa? Le digo nada más verle. –Es una locura y quizá tenía que haberte avisado pero, tenía ganas de verte y bueno, tenía ganas de ver cómo estaba Raquel. Dice tímido mirando al suelo. –Ya, seguro que has venido por verme a mi. Le digo riendo. -¿Vives sola? Pregunta rápidamente. Asiento. –¿Te importaría que me quedará aquí a dormir? Serán un par de días…-Qué morro tienes. Anda ven aquí. Le digo y me acerco a él para abrazarlo. –Estás guapísima como siempre. Me dice al fin feliz. –Me acabo de levantar. Digo riendo. –Anda pasa y deja las cosas. –Coral…Me dice al instante. -¿Qué? Le digo preocupada. –No…no he venido solo. Dice nervioso. -¿Ha venido Carla? Digo emocionada. –No…me dice serio. Mi mente empieza a dar vueltas esperando que no sea quien me imagino. –Es Àlex. Me suelta de repente. -¿Cómo? Le digo enfadada. –No puedes hacerme esto…Digo seria. –Lo siento, necesitaba que me ayudara y así no venía solo. Dice mirando al suelo. Yo empiezo a ponerme nerviosa. –Bueno, aquí no va a dormir, ¿lo sabes no? Le digo convencida. –Por favor, Coral, por favor. No conoce nada de aquí, como te he dicho estaremos un par de días y él estará conmigo fuera, no te molestaremos, te lo prometo. Me dice suplicándome. -¿Es que no lo entiendes? Sabes por qué razón me vine aquí y ahora lo traes aquí, a mi casa. Digo enfadada. –Lo siento, pero él no va a dormir aquí. Tú haz lo que quieras. Le digo seria. –Ahora te digo algo. Coge su mochila y entra de nuevo en el ascensor. ¿Pero este qué hace? ¿Qué mosca le ha picado? Empiezo a ponerme nerviosa y decido tomarme un vaso de agua. No puede ser que esté aquí. A los dos minutos el ascensor vuelve a abrirse, espero que él no esté. –Nos vamos a un hotel. Me dice finalmente. –Me sabe mal, ya sabes que te puedes quedar pero lo siento, no puedo verle, entiéndelo. Digo seria. Él me abraza. –Lo sé, lo siento. Coge de nuevo su mochila y se va. Limpio un poco el piso y no dejo de darle vueltas al tema. Realmente me sabe mal. Así que lo llamo. -¿Sí? Oigo a la otra línea del teléfono.  –Gerard, está bien, podéis quedaros. Pero me has de prometer una cosa. Él acepta. –Prométeme que vendréis solo para dormir. Y a los cinco minutos pican. Mis nervios aumentan por momentos. ¿Por qué me pasa esto? Me quedo sentada en el salón mientras Gerard aparece por el umbral de la puerta y él detrás. Hace meses que no lo veo y después de todo, al verle me entra un dolor en el estómago. Él me mira y me mira y sin saber qué decir baja la cabeza. –Hola. Susurra. –Hola. Respondo seca. –Ven Gerard, os enseño vuestras habitaciones. Y ambos me siguen. Esta convivencia puede ser insoportable.

Mientras se sitúan en su habitación, pican al timbre. Qué casualidad, hoy viene todo el mundo. Aun nerviosa por la inesperada visita, contesto. Es Raquel, le digo que suba. Sé que le hará ilusión. Nada más verme me abraza como siempre. Le cojo de la mano y le guío hasta el pasillo. –Raquel…ha venido alguien. Le digo divertida. -¿Quién? Dice ella sorprendida. Y Gerard se asoma desde la habitación y al verla su sonrisa se ensancha. Raquel se queda sin palabras. –Ey, ¿qué haces tú por aquí? Le pregunta ilusionada. Ambos empiezan a hablar y decido dejarles ahí. Recojo mi habitación. Sé que debería quedarme en casa por Gerard y Raquel, pero no me apetece nada estar en la misma casa que el otro idiota. –Chicos, salgo un rato. Cualquier cosa me llamáis. -¡Coral! Quédate…Me suplica Raquel. Gerard me anima. –Va, que luego vamos a comer fuera. Insiste Raquel. Pero le hecho una mirada y ella me entiende perfectamente al ver a los segundos a Àlex aparecer. –Está bien, luego te llamo. Te quiero. Me dice Raquel. -Cuidado en casa eh. Les digo divertida. Gerard y Raquel se ríen. Y antes de marcharme me choco con ese idiota. Nos miramos unos segundos y rápidamente le bajo la mirada. Definitivamente no puedo estar en la misma casa que él.

Amor condalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora