En tus manos confío Chapter 4

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Chapter 4

A la mañana siguiente, creyendo que era de mañana, me desperté sin escuchar sonido alguno. Curiosa, me encaminé hacia el salón en el cual descubrí a Castiel aun en su empeño.

-Buenos días... ¡Cuidado! -mi saludo alertó al ángel, tanto que al darse la vuelta su mano hizo caer unos libros.

El estruendo fue enorme, yo me acerqué para recoger los libros.

-Cass, ¿estás bien?

-Sí, solo algo distraído. Déjame ayudarte. -él se agachó y recogió algunos de los libros, yo otros.

Lo miraba cómo pasaba sus manos de un lado a otro para buscar hasta que daba con el objeto, vacilante pero dispuesto. Continuando con la recogida, coincidimos nuestras manos en un mismo libro. Yo al sentirlo me sonrojé un poco. Lo miré, sonreí y recogí el libro del encuentro. Él estuvo serio todo el tiempo, parecía pensativo. Colocamos los libros otra vez en su sitio y nos quedamos en silencio unos segundos.

-Cass, creo que debes quitarte esa venda, para comprobar tus heridas.

-Está bien.

-Vamos a tu cuarto. Herviré un poco de agua para limpiarte la piel.

Mientras mi ruta era la cocina, la de él era su cuarto, al parecer ya tenía dominado ese recorrido. Puse el agua en el fuego y regresé con ella cuando hirvió. Castiel estaba sentado en su cama, esperando mi llegada, como si estuviera mirando hacia la pared.

-Ya regresé.

-Te escuché venir.

-¿Hago mucho ruido?

-No, estaba pensando en ponerte un cascabel.

-Ni que fuera yo un gato. -le dije sonriente.

-No eres un gato.

-Lo sé, es solo,... una costumbre humana ponerle cascabeles en el cuello a los gatos.

-Entiendo.

Me paré frente a él, miraba su rostro serio. Era tierno verlo. Y a la vez me daba tristeza. Trataba por todos los medios de no ser una inútil, pero también debía de saber lo que estaba haciendo.

-Voy a quitarte la venda, Cass. Si algo te duele o te molesta, solo dilo.

-De acuerdo. -me dijo firmemente.

Mis manos temblaban al acercarse a su cabeza. Tocando su nuca, comencé a desatar la venda con miedo, pero él me tomó de las muñecas, retiró mis manos y me sujetó por ellas.

-No tengas miedo. Confío en que lo harás bien. En tus manos... confío.

Le sonreí aliviada. Valor, ¿por qué me fallas? Él confía en mí, entonces yo confío en él. Mis manos soltaron las suyas y volvieron a intentarlo. Ahora me sentía tranquila, calmada, su voz hizo que mi tormenta se fuera. Tomé su venda y, poco a poco la fui girando a su alrededor para quitarla. Al terminar, solo le quedaban los parches de los ojos.

-Escucha, Cass. Voy a apagar la luz, si puedes ver, encenderé una pequeña en la esquina de la habitación. Me dices si la distingues.

Él asintió y yo hice lo indicado, luego me arrodillé frente a él con esperanza desbordando mi pecho.

-¿Listo?

-Sí.

Retiré los parches de sus ojos, los cuales estaban cerrados. Esperé a que se tomara el tiempo que quisiera para abrirlos. A los pocos segundos, sus párpados comenzaron a temblar y se fueron abriendo muy lentamente. En la penumbra apenas noté el color de sus ojos, solo supe que los tenía abiertos. Esperé su respuesta, con el corazón acelerado y la respiración entrecortada.

En tus manos confíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora