Chapter 1
Recordaba la mudanza. Cuánto había tardado el viaje desde la antigua casa. Recordaba cómo mi madre me preparó un sándwich de mantequilla de maní al llegar, mi padre ordenaba los muebles y yo revisaba mi nueva habitación. Sentía un aroma extraño y fue eso lo que me hizo reaccionar.
La cabeza me dolía y me sentía mareada. Al abrir los ojos descubrí que me encontraba en el sótano de mi casa, sentada en una silla, atada y amordazada. Mis pensamientos eran confusos, mas se desvanecieron al escuchar unas voces fuera de la casa. Con varios intentos logré acercar a rastras la silla a la ventanilla que daba a la puerta de la casa. Los veía, eran tres, parecían policías. Hablaban con alguien, era la voz de mi padre, no lo vi, pero ese no era mi padre. Intenté pedir ayuda, pero no me escuchaban. Yo sí, hablaban de mi desaparición de unos días antes, decían que yo estaba muerta, estaban dando el pésame a mi padre. "¡No estoy muerta!" pensé al verlos irse. No me creía lo que ocurría. Las lágrimas salían de mis ojos. Ellos eran mi única esperanza de salir de ahí y la había perdido. Cerré mis ojos, comencé a recordar otra vez. Los pocos días que siguieron la mudanza. Mi madre encerrada en su cuarto y mi padre golpeando todo lo que tuviera delante. Dejé de verlos como mis padres, no sabía lo que ocurría, hasta que vi a mi madre colgarse del techo. Lo peor fue notarla llorando cuando entré a verla, pues me dijo "Lo siento." como si no tuviera que darme más explicaciones de lo que pasaba. Hasta que esa persona a la que una vez llamé padre me dejó inconsciente y me encerró en el sótano. Abrí mis ojos por el sonido de la puerta, era él.
-Sé de tu intento por llamar la atención de esos polis, por eso serás castigada. -me dijo antes de la golpiza.
Intenté recordar los días felices, los de la antigua casa, con mis verdaderos padres. Todo, todo lo que fuera posible para desconectar mis sentidos del dolor que estaba sintiendo mi cuerpo. Mi cara estaba mojada, fue lo único que estuve dispuesta a aceptar como tacto. No estoy segura si era sangre o lágrimas, quise pensar lo segundo, no solo por querer ver a mi familia como éramos antes, sino por pensar que esto era solo un mal sueño y que pronto despertaría.
Mis ojos se volvieron a abrir y estaba sola de nuevo. Ahora no estaba atada, no era necesario, no podía moverme del dolor en mi cuerpo. Comprendí que ese sería mi final. Pasaron los días y no me resistí a los abusos, tampoco busqué forma de escapar, se habían fugado de mi corazón las ganas de vivir.
El estruendo fuera del sótano esa mañana no era normal. No sabía lo que ocurría fuera, pero me dio la esperanza que había perdido. Grité por ayuda, solo escuchaba forcejeos y gritos. Seguí gritando hasta que una voz me respondió.
-¡Hey! ¿Estás bien?
-¡Por favor, libérame! ¡Sácame de aquí!
-¡Hazte a un lado!
El hombre golpeó la puerta en varias ocasiones logrando apenas un agujero. Cada intento hacía a mi corazón latir más deprisa. Lo animaba, pero todo era inútil, la puerta no cedía.
-Buscaré ayuda, espera,...
-¡No! Por favor, no me dejes sola. Tengo miedo. - saqué mi mano por el pequeño agujero y sentí la de él tomarla.
-¿Cómo te llamas? -me preguntó.
-Gabriella, me dicen Gabby. ¿Y tú?
-Mi nombre es Castiel.
-Castiel, no quiero quedarme sola. Mi padre, está demente, es peligroso.
-Ese ya no es tu padre.
-Lo sé y es por lo que más le temo.
-No debes tener miedo. Puedes vencerlo, lo haces con valor.
-Seré valiente.
-Regresaré en un momento. -dejar ir su mano fue como soltar el ala de un ave.
Esperé con paciencia, enfrentando cada pensamiento de temor que mi mente invocaba. Esperaba a Castiel mirando con dificultad por el agujero. Lo vi acercarse sonriente y con unas llaves en las manos, pero cuando se encontraba frente a la puerta divisé la figura de mi padre detrás de él.
-¡Castiel, detrás de ti! -le advertí.
Al girarse, una luz muy intensa se dio a conocer cuando mi padre lo hirió con una daga plateada. No pude ver en un rato por la intensidad de aquella luz, pero cuando me percaté, una voz a lo lejos llamaba a mi salvador.
-¿Cass?
Mi prisión estaba abierta, por lo que salí en busca de ayuda para mi amigo herido. Inconsciente, Castiel yacía en el suelo junto al cadáver de mi padre, el cual tenía la daga clavada en su abdomen. Lo vi de cerca al tratar de reanimarlo, era uno de los polis que había venido días antes. No sabía la procedencia de aquella luz blanca, pero la herida causada por mi padre afectó en gran medida los ojos de Castiel. Yo solo lo sacudía para despertarlo, pero no lo hizo.
-¡Cass! -gritó otro de los polis al vernos.
Se acercó a nosotros en una corta carrera y me apartó de Castiel.
-¿Qué le has hecho?
-¡Yo no hice nada! ¡Él me salvó! Pero mi padre...
-Dean, ella es la hija, estaba viva. -dijo el tercer hombre tras de mí.
-Sammy, ayúdame. Tenemos que llevarlo al búnker.
-Sí.
Cargaron a su compañero hacia un auto largo y negro. Yo los seguí sin separarme de mi salvador. Lo colocaron en el asiento de atrás acostado y ocuparon los delanteros.
-Esperen, quiero ir con ustedes. Con él. -les pedí.
-Niña, ya te salvamos, déjanos salvar a nuestro amigo ahora. -me dijo Dean.
-No lo quiero dejar. Está mal y se lo debo. Sin él, hubiera muerto.
-Dean, deja que venga. Mírala, es solo una chica. -Dean me dio una larga mirada y me dirigió un ceño fruncido.
-Solo no causes problemas.
-Gracias.
Sin pensarlo dos veces me monté en la parte trasera del auto y me acomodé la cabeza de Castiel en el regazo.
-¡Hey, niña! -Dean me echó un poco de agua en el rostro.- Bienvenida a bordo.
No sabía por qué ese expresión y recibimiento, pero estaba más preocupada por mi héroe que por cosas triviales.
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En tus manos confío
FanfictionEste es un fanfic de Supernatural, incluyendo a un personaje ficticio. Al salvar a una chica de unos demonios, Castiel queda accidentalmente ciego sin remedio. Esta chica se siente comprometida con el ángel y le insiste a los Winchesters que la deje...