En tus manos confío Chapter 22

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Chapter 22

Junto a la escalera de la entrada, Crowley hizo acto de presencia. Del susto que se llevó, Dean ya tenía en su mano un cuchillo.

-Dame una razón para no matarte ahora mismo. –lo amenazó el cazador.

-¿Qué tal… -el demonio se apartó de frente mío dejando que los demás me vieran. – ella?

-¡Gabby! ¿Estás bien?

-¿Por qué no habría de estarlo, Dean? –le sonreí. –Mira, ya sé lo que vas a decir, -me acerqué a ellos. –pero Crowley solo quiere ayudar. Él va a solucionar el problema de los demonios en el Infierno.

-¿Estás seguras de que no es él quién está causando todo esto?

-¡Oins! Pero si serás terco. –me planté frente a él y tomé aire antes de hablar. –Escúchame bien, Dean Winchester. Ya estoy harta de que me trates como una niña y desconfíes de mí. Soy tan humana como tú y desde que llegué a este lugar, no ha habido forma de que te convenzas de que realmente puedo ser buena para cuidarme sola. Si me entrenas y notas que aprendo rápido, dame la oportunidad de demostrarte que soy buena en eso. Y si confías en mí, no dudes en los que considero amigos. Aunque Crowley haya hecho cosas malas en el pasado, no me lastimará ni hará nada que no me guste, y lo sé porque yo confío en él. Así que, abre los ojos de una vez, Dean Winchester, porque ¡ya no soy una niña!

La penetrante mirada verde del cazador estaba apuntándome con amenaza, pero se notaba tocado por mis palabras.

-Así me gustan las mujeres, con carácter. –comentó Crowley.

-Yo no… -lo miré con duda.

-Tienes razón, Gabby. –reconoció el menor de los hermanos.

-Vamos, Sam, ¿la vas a apoyar?

-Sí, Dean. ¿Qué tiene que ver ella con nuestra vida? Nada, y nunca se ha quejado por lo que ha pasado. Siempre se ha preocupado por nosotros, y no tengo que mencionarte todo lo que ha hecho por Cass. Es difícil de entender a veces, pero, mientras la protegíamos, ella creció. Ella cambió, es diferente. Es más fuerte y capaz. Solo que… no lo hemos visto aun. –Sam me sonrió con orgullo.

-Oh, Alce, te ha quedado conmovedor. –el demonio hizo un ademán de secarse una lágrima.

-Genial, perfecto. –dijo sarcásticamente. -¿Sabes qué? Haz lo que te plazca. Si Cass se entera de que te lastimaste, no será mi culpa. –mi sonrisa de orgullo se apagó a recordar mi urgencia.

-¿Saben algo de Cass?

-No, Dean estuvo intentando rezarle, pero la respuesta que recibimos fue… bueno, fueron ustedes.

-Chuck estuvo aquí, él cortó mi conexión con Cass, yo no puedo rezarle, y estoy preocupada.

-¿Chuck dijo por qué estaba aquí? –preguntó Dean.

-Dijo que quería arreglar el embrollo que está causando Naomi. Pero no sabía nada del complot que está ocurriendo en el Infierno.

-Hablando de ello, pequeño cuervo, iré a comprobar lo que ocurre. –yo fui hasta Crowley y lo abracé.

-Ten cuidado, Crowley, no sabes si hay alguien más detrás de esto.

-Lo haré, querida. –el demonio desapareció.

Noté la molestia en el rostro de Dean, esa arruga de su boca cuando algo le incomoda ya la conocía y era estática. Jack estaba asombrado de la actitud que tuve ante el cazador y me miraba con un poco de pena. Yo sabía que cuando las cosas se calmaran mi castigo duraría una eternidad, así que solo suspiré.

-¿Cuál es el plan? –pregunté.

-No tenemos plan, pequeño cuervo. Sin Cass o sin poder comunicarnos con él, no podemos saber lo que ocurre en el Cielo.

-Pero, Dean…

-No tenemos forma de ir al Cielo, Gabby. Tendremos que esperar.

-¿Esperar qué, Sam? ¿A que Cass regrese cayendo sobre un librero medio muerto? ¿A que Naomi lo mantenga cautivo para quién sabe qué y no poder decirle a Chuck que lo salve? ¿A que los demonios la monten en el Cielo y de paso se carguen a Cass?

-¡Wow! Tranquila, tigresa. Vas algo acelerada.  –me intentó calmar Dean. –Mira, nada de eso pasará, ¿ok? Cass es valiente, resolverá una manera de regresar con nosotros. Créeme cuando te digo que ha estado en peores situaciones, pero siempre logra regresar, porque… es Cass. Tú quédate en el búnker, y que Crowley se encargue del Infierno, por lo demás, todo estará bien.

Yo bajé la mirada entristecida. ¡Qué manía tenían todos de decir que había que esperar! Nadie conocía el dolor que sentía mi corazón al pensar en lo lejos que estaba de mi amado ángel. Recordé mi miedo los minutos luego de la última vez que lo había visto, cuando supe que podía estar en peligro. Había sentido como si el tiempo se hubiese detenido y ese segundo hubiese durado una eternidad. Quería saber dónde estaba, quería estar con él. Otra vez sentía esta impotencia tan tonta y… humana… Me eché a llorar, no lo soporté más. Corrí a mi habitación entre lágrimas y cerré la puerta.

-¡Gabby! –Sam intentó detenerme pero no lo escuché.

-Déjala, está pasando un mal momento. –dijo el nephelim. –Vi cómo se siente por Castiel. Su tristeza es su sentimiento tratando de llamarlo.

-Está teniendo una rabieta, luego se le pasará.

-No lo sé, Dean, ¿crees que esté bien?

-Sammy, tiene 15, pasa por algo llamado pubertad que es incómodo e irritante, y no me refiero para quien la pase. Es tarde, vamos a comer algo.

Los tres muchachos fueron a la cocina, prepararon algo ligero y comieron casi en silencio. Pasaron los minutos y no decían nada, también esperaban por si escuchaban a la chica salir de su cuarto por el hambre o haberse calmado. Sam puso un poco de comida en un plato aparte y se levantó de la mesa.

-Le llevaré un poco, de seguro tiene hambre.

-Ten cuidado, puede que te pique el cuervo. –bromeó Dean, pero su hermano lo ignoró.

Al dirigirse a la puerta de la chica dudó si tocar o no, pero al final, se convenció y lo hizo.

-Gabby, soy yo. Te he traído comida. –no hubo respuesta. –Mira, ya sé que estás molesta con nosotros, pero no podemos hacer nada en el Cielo y lo sabes. Debemos contar con lo que pueda hacer Cass para regresar. ¿Entiendes? Gabby… -descubrió la puerta entreabierta. -¿Gabby?

Sam se sorprendió y corrió hacia la cocina con urgencia. Jack y Dean se sobresaltaron al ver su cara de espanto.

-Se fue… -explicó con pánico en su mirada.

Mientras eso ocurría, Naomi sujetaba mi cuello contra una pared.

En tus manos confíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora