En tus manos confío Chapter 6

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Chapter 6

Dejando atrás a Cass, fui a recibir a los Winchester. Ambos bajaban las escaleras cuando llegué al salón. Estaban cubiertos de sangre en sus ropas y caras, pero traían una sonrisa triunfal.

-Hey, niña. -me saludó Dean.

-Hola, Sam, Dean.

-¿Cómo te ha ido? -me preguntó Sam.

-No muy bien. -los abracé a ambos.

-Hey, apestamos a vampiro.

-No importa, Dean, los extrañé.

-¿Por qué no te ha ido bien?

-Bueno, la verdad, Sam, es que estuvimos leyendo cada libro sobre ángeles y no pudimos hallar nada.

-¿Dónde está Cass?

-Estoy aquí, Dean. -Cass avanzaba a través del salón rozando con las manos los muebles y muros. Dean y Sam se disponían a ir hacia él, pero yo me coloqué frente a ellos y abrí los brazos con un puchero como expresión para no dejarlos pasar. Dean me miró contrariado y molesto y Sam confuso. Aun así, los hice esperar hasta que Castiel llegara por sí solo.

-Cass, ¿estás,...?

-Dean, estoy bien.

-¿Puedes moverte por el búnker tú solo? -dijo Sam ante la reacción de su hermano.

-Sí, Gabby me estuvo entrenando para no molestar a nadie. Pero estoy teniendo problemas para usar mis alas.

-Al menos es algo, colega. Estoy feliz por verte tan bien.

-Ambos lo estamos.

-Gracias, Sam, gracias, Dean.

-Dime algo, colega, ¿puedes,...? Ya sabes. -Dean apoyó su mano en el hombro del ángel.

-No, Dean. Nada. -el Winchester mayor bajó la cabeza con un suspiro.

-No te preocupes, mi amigo. Lo arreglaremos.

Los hermanos se fueron a duchar mientras yo lavaba su ropa. Cass se quedó revisando la Radio Ángel. Luego me duché yo, lavando incluso mi cabello. Al llegar a la cocina, sentí las quejas de Dean.

-¿Pero nada? ¿Ni un poco? Algo debe quedar, Sammy.

-No, Dean. Solo queda lo que compré la otra vez para hacer una ensalada césar y tres hamburguesas.

-¿Qué pasa? -dije entrando en el lugar mientras me secaba el pelo con la toalla sobre mis hombros.

-¡Tú! ¡Fuiste tú! -me señaló Dean.

-Ehm,... ¿Sam? ¿Ayuda?

-Tú te comiste las hamburguesas que quedaban ahí y el pie de chocolate con cerezas.

-Dijiste que podía comer lo que necesitara. Sam compra más comida que tú. Eran tres comidas al día. ¿Qué esperabas? -una leve risita salió de mí mientras le sacaba la lengua y le guiñaba.

-Tú,... -Dean estaba rojo. -pequeño cuervo glotón.

Dean comenzó a correr tras de mí por todo el búnker hasta que Sam hizo que se detuviera.

-¿Es en serio? Dean, estás persiguiendo a una chica por todo el búnker solo porque se comió la comida que tú mismo le autorizaste a comer.

-¡Mierda, Sam, estaba guardando ese pie! Ese pequeño cuervo ladrón se lo zampó.

-Aún queda un poco. -dije desde detrás de unas sillas. -Lo dejé detrás de la caja de cerveza.

Dean refunfuñó y se soltó del agarre de Sam con destino a la cocina. Yo salí de mi escondite riendo junto con Sam.

En tus manos confíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora