Capitulo 3

90 7 1
                                    

Al terminar las clases, de camino a la parada, paro a comprarme algo de comer. Decido comprar un bocadillo vegetal. Ya en la parada lo comienzo a comer, está delicioso.

- Señorita Smith... María...-dicen con una voz conocida

- ¡Dios mío! ¡Oliver! ¿De verdad eres tú?

- Sí, ¿Qué tal estás?

- Genial-sonrío y entonces Oliver, un viejo conocido, se

hecha a reír-. ¿Qué pasa?

- Perdona, pero es que tienes algo entre los dientes.

Me sonrojo tanto que no sé qué hacer. Intento quitarme con la lengua lo que seguramente sea un resto de mi bocadillo vegetal, que se ha caído en el suelo, al no conseguirlo decido darme la vuelta y utilizar la mano. Avergonzada le digo:

- Que mal rato...

- No pasa nada nos puede pasar a cualquiera. Bueno,

cuéntame, ¿qué has hecho estos dos últimos años?

- Pues como te puedes imaginar estudiar, estudiar y

estudiar.

- No me digas más, tu madre y tu padre siguen

buscando al hombre perfecto, ¿no?

- Sí. La única novedad este último año es que mi hermano y Elisa al fin se casan. ¿Y tú que has hecho estos últimos años por Italia?

- Pues tienes ante ti a uno de los más famosos modelos de toda Roma.

- ¿Cómo qué modelo?

- Sí. Un día saliendo de casa, a un loco se le cayó la

cartera, y pese a que intenté correr tras él, era imposible alcanzar su bicicleta corriendo. Entregué la cartera a la policía y estos les dieron mis datos, el hombre me ofreció dinero, pero no lo quise, me propuso quedar un día para agradecérmelo tomando una copa y acepté. Al quedar con él, resultó ser un famoso diseñador Italiano y nada más verme me ofreció trabajar con él prácticamente.

Sin duda alguna Oliver tenía muy buen cuerpo desde

niño, pero jamás me pude imaginar que terminaría siendo modelo y menos Italiano. No pude evitar pensar en que si yo me pudiera ir con él el año pasado ahora mismo podría ser una cotizada modelo Italiana.

- ¿Hacia dónde vas?- me preguntó.

- Pues a casa, tengo un montón...

- De cosas que estudiar, lo sé.

Nos reímos como tontos durante un buen rato. Lo cierto es que esto me hizo recordar nuestra amistad en el instituto. Él era mi mejor amigo, me acuerdo de cuando estábamos en segundo que jugando en clase le había clavado la punta de mi portaminas. Cuantas historias hemos vivido y cuantos momento y viajes, porque hemos viajado a un montón de sitios, desde Argentina, en donde hemos bailado tango, hasta Austria, por sus edificios. Hemos vivido historias realmente increíbles, aún recuerdo cuando me puse enferma, por culpa de esas dichosas anginas, y él me trajo cinco helados de mis preferidos. Tras un tiempo de mis anginas fueron mis muelas siempre había algo que nos hiciera tenernos cerca, y el año pasado se fue, me puse muy triste pensando en que no le volvería a ver.

- María, ¿te apetecería venir a cenar esta noche a mi casa? Van a venir unos amigos, y bueno será una fiestecilla bastante tranquila. Ya sé que tienes que estudiar, yo también, pero anímate anda.

Una fiesta. En época de exámenes. Pero ¿por qué no? En casa seguro que tendría que cenar con alguien que mi padre o mi madre invitasen.

- Vale iré, pero con una condición.

- ¡Dime!- dice con una sonrisa.

- Que me vengas a recoger porque el bus tarda un

montón.

- Vale yo te recojo, sobre las ocho y media más o

menos.

- Vale ¿cómo voy vestida formal o normal?

- Normal, sino vas a dejar quedar mal a mi novia.

- ¿Novia? ¡Tienes novia!

- Sí desde hace cinco meses- entonces su sonrisa es

más amplia y su voz toma un tono más dulce-. Te la

presento hoy.

- ¿Cómo no me has hablado antes de ella?

- ¿Cuándo María?- se ríe.

- También es cierto, bueno me recoges entonces a las

ocho y media, te espero- me giro mientras le digo esto y me subo al bus.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora