Capitulo 21

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Alan para el coche al llegar a una cabaña. No está muy lejos de mi casa, debe de haber unos cinco minutos en coche. Me acuerdo que esta cabaña ya la había visto una vez con Anna y que aquí había una pareja, una chica rubia con un chico un poco más alto y rubio también.

- ¿La has alquilado?- le pregunto mientras salimos del coche.

- No, es de mi familia desde hace más de veinte años. Mis padres la compraron al poco de nacer mi hermana, dijeron que era para pasar los fines de semana fuera de la ciudad y el ruido- abre el pequeño portal y me da la mano para entrar juntos-. Ahora ellos ya no vienen aquí, mi hermana vivió un tiempo aquí con su pareja, pero luego se marcharon a trabajar lejos y ahora soy yo el que tengo las llaves de esta pequeña maravilla.

Abre la puerta de la entrada y todo parece sacado de un programa de televisión, todo es de madera, ecológico y todo es abierto y sin paredes. Lo primero que salta a la vista se encuentra al frente, unas amplias ventanas que dejan ver todo en jardín trasero, lo que más llama la atención es un yacusi de madera, luego hay una mesa y unos setos altos que rodean todo en jardín y que no dejan ver nada de lo que se encuentra fuera. La cocina está a la derecha, es muy pequeña y la sala de estar está justo enfrente, enorme. A la izquierda unas escaleras y la única habitación con paredes, por lo que parece.

- Ponte cómoda, voy a coger una cosa.

Sube las escaleras mientras yo me siento en el sillón de la sala. Pienso en que estoy saliendo con él y una sonrisa tonta se pone en mi rostro. En un marco de una de las ventanas veo unas marcas, me levanto para ver lo que son y mi sorpresa crece al ver que son las marcas de altura de Alan y de sus hermanas. Cada marca indica los años y la altura que tenían.

- Fíjate en la de debajo de todo, es la mejor- Alan me sorprende, miro la que él me dice-. Cinco meses, mi madre tuvo que agarrarme mientras mi padre hacía la marca.

- Sesenta centímetros. Yo tengo un metro del tiempo en mi habitación, mi madre todos los años el día de mi cumpleaños me hace ponerme delante y ve si he crecido.

- Aquí hace mucho tiempo que no se hace como ves, pero es un gran recuerdo- me abraza-. Por cierto tengo algo para ti en el bolsillo.

- ¿En cuál?- digo palpando los bolsillos.

- Busca a ver lo que encuentras- meto la mano en el primer bolsillo y saco una parte de arriba de biquini-. Para el yacusi- le pongo el biquini alrededor del cuello y bajo la mano al otro bolsillo. La parte de abajo, se la pongo en el hombro-. Te queda algo más- busco en el bolsillo de atrás y encuentro aceite bronceador-. Ahora si está todo- dice riéndose.

- ¿En dónde me puedo cambiar?- le pregunto cogiendo el biquini.

Me agarra por la cintura y comienza a sacarme la camiseta, yo también se la quito. Luego le desabrocho el pantalón y veo que él ya tiene el bañador puesto. Decido ponerme el bañador en el baño.

- ¿Cuál es el baño?- le pregunto mientras me mira confuso.

- Corre anda es ese- señala la única habitación de esta planta-.Voy a poner el yacusi a funcionar.

Cuando entro en el baño me sorprendo, una ducha de pared a pared. Se nota que han querido hacer una casa muy cómoda. Me pongo el biquini y salgo. Él está fuera, dejo mi ropa sobre el sillón donde me había sentado y salgo. Cuando me ve se acerca.

- Veo que el biquini era de tu taya, he acertado.

- No has acertado, bueno a medias, la parte de abajo genial, pero la de arriba, es evidente que me queda un poco pequeña.

- Yo creo que te queda perfecta- dice haciendo que dé una vuelta-. ¿Entramos?

- Tu primero.

- ¿Yo? ¿Por qué?- se extraña.

- Porque así puedo ver lo bien que te sienta el bañador. ¿Te metes?

Se mete sin decir nada más, va despacio como si lo estuviera haciendo para que lo pudiera ver mucho mejor. Luego se coloca en uno de los cuatro huecos que hay. Ahora subo yo y me meto a su lado en otro de los huecos. Alan se queda callado un rato y después para las burbujas del yacusi. Comenzamos a hablar de un montón de cosas.

Hacia las dos salimos y Alan hizo la comida, en bañador y camiseta. Comemos y tomamos el postre. Después me enseña el piso de arriba. En donde hay un dormitorio, un baño y un vestidor. El vestidor era casi tan grande como mi habitación, el dormitorio debe de ser casi la mitad de la casa y en baño es un cuarto que hay entre la escalera y el vestidor, así que no es muy grande. Según me dijo Alan antes no había vestidor porque era un cuarto con dos literas en donde sus hermanas y él dormían. La verdad es que esta casa es una maravilla y él es quien logra esto.

- María necesito un peine- dice desde la cama después de quitarse la camiseta-. Hay uno en el baño, no recuerdo donde está. ¿Me lo podrías traer?

Entro en el baño. La verdad es que es más amplio de lo que pensé. Pese a que me ha mandado a por un peine, se lo que tengo que buscar. Abro el primer cajón y miro un peine, lo cojo y lo pongo encima del lavabo, sigo buscando y ahí están, en el segundo cajón, otra caja sin abrir, pero esta vez mucho más pequeña. Me coloco la caja detrás, en la cintura, agarrada por la parte de abajo del biquini y cojo el peine. Salgo de frente hacia él para que no vea lo que llevo en la espalda.

- Toma ya he encontrado el peine- le digo sonriendo, él en cambio parece que no se alegra tanto, sabía que quería que encontrara la caja-. ¿Era este?- le pregunto.

- Sí, lo has encontrado, gracias- dice con un intento por sonreír.

- Sí, espera deja que te peine- digo sentándome sobre él.

Le beso mientras le peino, pero solo consigo que me agarre por debajo de los hombros, insisto un poco más y le beso el lóbulo de la oreja derecha. Reacciona rápido y me besa el cuello a la vez que baja un poco las manos, pero no es suficiente todavía no toca la caja. Le beso el otro lóbulo y dejo caer el peine sobre la cama, esto hace que baje sus manos un poco más por mi espalda. Nota la caja, se queda quieto un segundo antes de sacarlo y entonces la mira, me sonríe y me besa.

- Así que habías encontrado el peine- su sonrisa pícara aparece de nuevo.

- Sí, ¿Sabes cuantos peines he encontrado? Tres y sin contar con el que te he peinado.

Al fin abre la caja de condones mientras yo aprovecho para sacarme la parte de arriba del biquini. En cuanto sube la mirada se para al ver mis pechos tan cerca de su cara. Deja la caja a un lado y comienza a besarme, lo hace muy lento, no tiene prisa. Hago que se recueste y comienzo a besarle, los pectorales, los pezones, entre sus abdominales hacia el ombligo al que rodeo con mi lengua y vuelvo a subir. Me pongo más arriba quedando mi pelvis junto a la suya. Comienzo a besarle el cuello y justo en ese momento, lo noto, en mi pelvis ,le gusta. Alan agarra las dos lazadas que unen la parte de abajo y las deshace, luego deshace su lazada del bañador y se gira, haciendo que yo me gire con él. Casi nos caemos de la cama, nos reímos. Mi parte inferior ya no está y a la suya le queda poco, la empuja despacio hasta donde mis manos dan, mis pies toman el relevo haciendo que su cuerpo esté entero al descubierto.

Alan es muy cariñoso, pero atrevido a la vez, él es capaz de acerté sentir una infinidad de cosas en un instante.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora