Capitulo 10

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Las siguientes semanas fueron horribles, no tuve tiempo ni para comer. Todos los exámenes del curso agrupados en unas semanas a final de curso. Así fue como mi segundo año en la universidad se terminó.

Lo peor es que ahora tocan mis no vacaciones y no lo digo porque allá suspendido, porque he sacado alguna que otra matrícula de honor, lo digo por la boda de mi hermano para la que quedan tres semanas. Hoy tengo que ir a la costurera a que me tome medidas para mi vestido. Mi vestido es blanco, largo y elegante con la cintura en beige y la espalda escotada. Soy la única de las cuatro damas de honor que no tengo nada del vestido hecho. Ellas lo tienen todo, el vestido, los zapatos, el maquillaje, hasta el peinado.

***

La costurera me toma las medidas y me enseña unos de los vestidos de las otras chicas, sin duda los vestidos son preciosos, Elisa tiene un gusto exquisito.

***

Hace tres horas que hemos llegado de tomarme medidas, la tarde pasa y no tengo nada que hacer. Ana mi mejor amiga de la universidad se ha ido de vacaciones a México. Aburrida me pongo a buscar peinados para la boda. Cuando ya he visto el peinado perfecto decido llamar a Oliver, para decirle si le apetece ir a correr un rato. Cuando se lo digo me dice que no puede que ha ido con Rebecca a escoger muebles nuevos.

Decido hacerme unas palomitas de microondas, las meto a hacerse y salgo al patio trasero a recoger mi vestido del tendal. Entro en el baño y me cambio, ahora ya estoy mucho más cómoda. Pese a que el vestido es muy bonito solo lo uso para andar por casa. Así no me tengo que preocupar si alguien viene porque es como un vestido para salir, por encima de la rodilla con un pequeño escote en pico, sujeto por dos tirantes, y un bonito estampado étnico.

Cojo mis palomitas y las pongo en un bol. Me siento en el sofá y pongo la tele en una película de miedo que echan en la televisión. En la película el malo resulta ser el bueno y el bueno, un hipócrita. Al terminar la película comienza un programa de corazón. Los colaboradores debaten uno de los temas de moda, si una conocida modelo francesa está saliendo con un campesino inglés. Mientras veo este programa mi móvil suena. Espero algo interesante. Un mensaje. Seguro que es de mi hermano o de mi padre. Lo abro.

María vístete y sal fuera, te espero.

No sé quién es. Me calzo unas bailarinas y salgo a la puerta. Alan. Está frete a su moto, con sus tejanos rotos, su camiseta verde de manga corta y tenis a juego. Su pelo castaño a la luz del sol tiene unos bonitos reflejos.

- Hola- dice mientras se acerca sonriente-. ¿Te apetece ir a dar una vuelta? Me ha dicho un pajarillo que estas aburrida en casa desde hace un buen rato.

Oliver pájaro idiota. Podría avisarme para que me cambiara de ropa.

- Sí, pero espera que me cambio, ¿vale?

- Así estás preciosa, pero si quieres cámbiate.

Ya en mí habitación cojo un pantalón vaquero, camiseta blanca, tenis y me lo pongo todo. Bajo y llamo a mi madre le digo que voy a dar una vuelta. Cojo de la entrada el monedero, las llaves y lo meto en el bolsillo de mi cazadora de cuero, la negra, que cojo antes de salir. Me la pongo tras cerrar la puerta. Él ya está montado en su moto con su casco y también con su cazadora de cuero negro. Me mira mientras me acerco y me extiende mi casco. Me lo pongo y me subo a la moto.

- Que rápido te has cambiado.

- ¿A dónde vamos?

- ¿Has cenado?

- No, todavía es temprano.

- Mejor, más tiempo para disfrutar. ¿Te gustan las pizzas?

- Sí.

- Pues vamos a la pizzería de un amigo mío, las hace genial.

Enciende las luces y pone el motor en marcha, sale por el portal. "Agárrate fuerte" le escucho. Durante todo el camino he ido pensando en por qué no me ha llamado antes, yo tenía exámenes, pero él no sabía que los tenía. Se para en un semáforo del centro. Saca sus manos del volante y las pasa por las mías, tiene las manos muy calientes.

- ¿Estás bien? ¿Tienes frío?- me pregunta.

- Estoy bien- me sonrojo aunque él no me pueda ver.

En pocos minutos estamos en la pizzería. Dejamos la moto en el parquin trasero. El local tiene mesas y sillas de madera, los manteles son a cuadros blancos y rojos. Desde la mesa se ve el horno de las pizzas. Está lleno de gente joven, grupos de amigos, parejas y chicos y chicas que buscan pareja.

- Ven vamos a sentarnos allí- señala una mesa al final del local.

Lo sigo mientras esquivo una cerveza que un chico levanta con alegría. Llegamos a la mesa, era para dos, tenía los platos preparados y los cubiertos, las cartas eran de plástico y había una por mesa.

- ¿Qué quieres beber?

- Un batido. ¿De qué vas a tomar la pizza?

- Voy a tomar la vegetal, esta riquísima.

- Pues yo también entonces- le digo.?

Cuando se levanta a la barra a pedir la comida, un chico de una mesa cercana se cerca para intentar ligar conmigo, se sienta en la silla de Alan.

- Hola guapa, ¿estás sola?

- No.

- Claro ahora estás conmigo.

- Te estás equivocando de lugar y de persona.

- Yo creo que no- dice mientras me intenta tocar el brazo.

- Oye, ¿por qué no te vas y dejamos esto aquí?

- María, ¿te está molestando?- dice Alan poniéndome la mano sobre el hombro.

- Vayámonos- digo.

- ¡Eh! No me giréis la cara.

- Está bien, quieres pelear, así que ¿por qué no peleas conmigo?- digo cabreada.

- Yo no pego a mujeres.

- Bien pues entonces lárgate ya, porque yo no dudaré en pega un hombre si hace falta.

Me agarro al brazo de Alan y nos vamos hacia la caja. Pedimos un nuevo sitio a uno de los camareros. Nos dan una mesa justo a la entrada. Cuando nos sentamos Alan me mira todavía desconcertado.

- Alan siento lo de antes.

- Has hecho lo que debías, es solo que no me gusta la violencia. Pero ahora vamos a disfrutar de la cena, ¿vale? Que he quedado contigo para disfrutar de tu grata compañía- dice cogiéndome la mano.

Esto último hace que me ría y me sonroje. Hablamos durante toda la cena y las pizzas resultaron estar tan buenas como él había dicho. Al terminar de cenar el pago antes de que me diera cuenta. Luego nos fuimos a dar una vuelta al parque, en donde dimos un largo paseo, comimos un algodón de azúcar y nos sacamos una foto que Alan publicó en su perfil y en el mío.

Cuando llegamos a mi casa me iba a dejar en el portal para que mis padres no nos vigilasen, pero al parecer no estaban despiertos, porque todas la luces estaban apagadas, así que me dejó delante de la puerta. Salgo de la moto y me quito el casco, Alan hace lo mismo. Le doy el casco que lo guarda debajo de su asiento. Deja su casco sobre el manillar, me mira y le abrazo. Cuando me suelta sonríe.

- Espero que te lo hayas pasado bien- dice.

- No me lo he pasado bien, contigo es imposible pasárselo bien. Contigo hay que pasárselo genial. Gracias por la cena, la siguiente la pago yo.

- Así que va a haber una siguiente cena- me dice con picardía-. La cena era lo mínimo que te merecías.

- ¿Nos vemos mañana?

No me podría creer que le había dicho eso.

- Sí. ¿Me llamas tú? Ahora ya tienes mi número.

- Sí, ve con cuidado. Hasta mañana.

- Hasta dentro de unas horas- dice besándome la mejilla.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora