Ya he terminado de preparar el desayuno y solo han pasado solo quince minutos desde que se ha ido. Mi móvil comienza a sonar, ¿será él? No, es Oliver. Le cojo.
- Hola Oliver, ¿qué tal?
- Buenos días María, muy bien, ¿y tú?
- Genial. Dime, ¿qué querías?
- Hablar contigo. ¿Qué tal ayer después de que nos fuéramos?
- Pues bien recogimos y me trajo a casa.
- No me mientas, he ido a su casa hoy y no había nadie- dice riéndose-. Cuéntamelo.
- Vale, oye no sé cómo lo haces pero siempre lo sabes todo. Bueno pues como te he dicho me trajo a casa tras recoger todo y mis padres no estaban.
- Oye no me cuentes la típica película, no cuela. ¿Lo hicisteis?
- No-digo seria-. Sabes que no te voy a decir nada sobre eso.
- No has cambiado, ya me lo has dicho todo, estáis hechos el uno para el otro- suena el timbre de fondo-. Tengo que colgarte alguien llama a la puerta. ¿Hablamos luego?
- No sé, te llamo a la noche. Hasta luego.
- Vale, pásalo bien, adiós.
Cuelga y aprovecho para darme una ducha. Alan ha dicho una media hora aproximadamente, así que he de apurar, en cinco minutos tengo que ducharme y en otros cinco vestirme. Entro en la ducha, el agua ya sale caliente. Me enjabono y luego me aclaro el pelo, luego el cuerpo y salgo. Miro el reloj al llegar a mi habitación solo han pasado veinticinco minutos, me visto y bajo a la cocina.
Diez minutos más tarde escucho un coche entrar por el portal, miro por la ventana del salón, es Alan. Abro la puerta de la entrada y Alan se acerca tranquilo. Me mira y sonríe, luego me abraza y me besa.
- Hola preciosa- me acaricia la cara-. ¿Vamos?- dice señalando la cocina.
- Has tardado más tiempo de lo que me habías dicho- digo cerrando la puerta y caminando hacia la cocina.
- Veras como merece la pena, además no ha sido tanto tiempo- nos sentamos en la barra-. Con que te guste la mitad de lo que me gusta a mí este desayuno, me conformo.
- No te puede gustar tanto.
- Me gusta mucho más de lo que te imaginas. ¿Sabes por qué? Porque cuando estás con la persona que quieres todo es mucho mejor- muerde una tostada, despacio, parece que casi la puedo saborear.
- Antes cuando salías me has dicho algo, ¿es cierto?
- Que te quiero, claro que es cierto. ¿Y tú a mí me quieres?
- Eso ya te lo diré yo cuando crea conveniente- me sonrojo.
Terminamos de desayunar. Hablamos durante todo el desayuno y cada vez me voy dando cuenta de que él es para mí. Aunque no se lo diga le quiero y cada vez que me lo dice me derrito por dentro. Ahora mismo lo tengo delante de mí explicándome una estrategia para hacer las creps. Cuando termina dice.
- ¿Quieres ir a ver lo que he hecho para ti?
- Sí.
- ¿Y quieres salir conmigo?- dice poniéndose mucho más cerca de mí.
Mi cara cambia totalmente de aspecto, no sé si es una broma o no, o si se refiere a salir por ahí. De golpe me doy cuenta. La piel se me pone de gallina. Los ojos se me abren como platos. Mi sonrisa comienza a dejarse ver. Él se pone nervioso, tardo en contestarle y eso no le debe de gustar.
Me acerco a su cara, él se queda quieto, respira muy lento, me acerco más y luego le susurro en la oreja.
- Sí.
No me da tiempo a reaccionar porque él me besa, luego me coge en brazos y me dice un millón de veces que me quiere. Luego me deja en el suelo.
- Vámonos- me dice-, quiero que vengas a ver lo que te he hecho.
- Vamos- le beso y voy hacía el recibidor, cojo mi móvil y el suyo, mis llaves y mi chaqueta vaquera.
Salimos de casa, cierro la puerta y subimos al coche. Nada más encender la radio suena una canción muy conocida. Alan arranca y sale por el portal, justo cuando empezamos a hablar.
ESTÁS LEYENDO
Besos para dormirte
RomansaMi nombre es María, tengo 19 años y estudio en la universidad. Mi familia es muy tradicional, les preocupa mas que nada en el mundo el estatus social, la economía, los dimes y diretes de la gente. A veces esto afecta a mi vida, pero no lo hará por m...