Capitulo 28

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Pasado mañana es la boda y mi casa parece un hotel. Primos y tías segundas, terceras y vete a saber que más han llegado hoy y van a pasar una semana por aquí con la excusa de la boda. Hace un rato uno de ellos ha utilizado mi baño y ni con ambientador he conseguido sacar ese olor.
Alan lleva unos días evitando quedar conmigo a solas, creo que es por vergüenza a que vuelva a pasar lo mismo, aunque a veces me entren mil dudas y me pregunte si me quiere. Oliver lleva unos días desquiciado porque Rebecca apenas está en casa y cuando llega está tan agotada que apenas hablan. Mis padres últimamente están raros, yo creo que es con todo esto de la boda, pero tampoco lo tengo muy claro. Mi hermano y Elisa dan hoy sus fiestas de despedida y yo estoy invitada a la de la novia. Ya lo tengo todo preparado porque ahora tenemos que despedirnos, hasta la noche, de la mitad de esta gente que hay en casa. Raro en mí soy una de las primeras que baja al salón, en donde unas quince personas de diferentes edades hablan sin parar. Pese a que el salón es grande, no consigo caminar sin tener que parar a hablar con alguien. Cuando consigo llegar al final del salón me siento en una escalera metálica que hay junto la estantería, no sé cómo ha llegado hasta
ahí pero me ha servido de gran utilidad. Mis padres no tardan mucho en aparecer y cuando lo hacen todos se callan.
- Familia gracias por venir a este gran encuentro, os espero a todos a las nueve en el bar Loe's y señoras mi mujer las espera aquí en casa para irse todas a la fiesta.
Cuando termina de decir esto la gente comienza a salir del salón para irse dándoles besos y fuertes apretones de manos.
El resto de la tarde pasa muy rápido, voy a la peluquería y al llegar me pongo el vestido, los tacones, los pendientes y una gargantilla. La limusina es tan grande que la han tenido que aparcar fuera del portal. Las invitadas van llegando poco a poco. Voy a la habitación de mi madre donde están ella y Elisa.
- Mamá la gente ya está llegando- digo abriendo la puerta.
Mi madre está terminando de ponerse una de sus pulseras y Elisa se está calzando.
- Si cariño diles que se vayan me tiendo en la limusina que ahora bajamos.
- Sí mamá, os espero abajo.
Bajo las escaleras y comienzo a avisar a todas las invitadas, todas parecen mayores que yo. Cuando todas salen, comienzo a caminar yo también hacia la limusina.
En la limusina todas tienen una copa en la mano. Ya han brindado varias veces "A la felicidad de los novios". La madre de Elisa está colorada, ella afirma tener calor, pero yo creo que el alcohol comienza a mostrar sus efectos.
La novia mantiene una conversación muy animada con sus dos amigas, que al igual que yo, son damas de honor.

Rosa, una familiar de Elisa, que está sentada junto a mí, comienza a hablar conmigo. La conversación no es muy animada, hablamos de cómo a conseguido que el billete le saliese mucho más barato viajando en una compañía de bajo coste, del vestido que lleva puesto, del peinado que ha decidido llevar el día de la boda y que espera que nadie más lleve, del tiempo en esta parte del país que al parecer es muy “cambiante” y de muchas más cosas. Cuando al fin llegamos a la puerta del restaurante Rosa decide callarse. No es que me haya aburrido con toda su habladuría, es simplemente que no me interesan ciertos datos de la vida de las personas que apenas conozco y odio tener que hacer que un tema me interesa.

         El chofer nos abre la puerta y comenzamos a salir. Cuando ya estamos todas fuera mi madre repara en mí y me llama con un gesto de mano.

-         Dime mamá.

-         María, cielo, dile a Elisa que tenemos que ir entrando- miro a mi madre que se encuentra acompañada y decido no decirle porqué no va ella.

         Me dirijo hacia Elisa todavía enfadada por lo que mi madre me ha dicho. Ella también está hablando con unas amigas.

-         Hola chicas. Elisa, me ha dicho mi madre que porqué no dices ya que vayamos entrando, que estaremos más cómodas.

-         ¡Oh! Pues claro, no me había dado cuenta. ¡Chicas! ¡Por favor atenderme! Podemos ir entrando si queréis.

         Dicho esto todas comienzan a entrar. Yo decido esperar y ser la última ya que no tengo ningún interés en sentarme cerca de nadie en concreto.

         El camarero nos abre las puertas de una sala de tamaño mediano, está decorada en tonos negros y blancos con detalles en rojo. Al final mi deseo de sentarme en cualquier sitio con el fin de pasar desapercibida no se cumple, alguien a tenido el amable placer de poner a cada invitada en una mesa y una silla en concreto. Las damas de honor estamos sentadas todas en la misma mesa. Eso quiere decir que apenas hablaré en toda la cena, lo cual me satisface.

            En el tiempo en el que tarda en llegar el primer plato no sucede nada extraño, todas hablan de temas en general. Cuando los camareros comienzan a entrar en la sala y los platos en la mesa, un estruendo de risas lo inunda todo. Al recibir mi plato lo entiendo todo, los platos tienen motivos sexuales, penes. Ensalada con pollo y pasta, la pasta era la culpable de todas las carcajadas. Más tarde el juego estaba en el segundo plato, pero la guinda del pastel se la llevó el postre, una copa de yogurt con dos bolas de helado y medio plátano.

         Por la cabeza solo me pasaba una cosa: ¿Penes? ¿Acaso un hombre es solo un pene? Luego nos quejamos de comentarios machistas… Sin embargo yo quiero una despedida de soltera así.

            La cena se me hizo muy amena, para cuando me di cuenta tenia diecinueve billetes en la mano izquierda y uno en la derecha. Estaba en frente de un chico moreno que tenía aceite por todo el cuerpo. Estiré mi brazo y sujete mi billete de su tanga. No podía parar de reírme mientras él, subido a una plataforma, comenzaba a bailar muy cerca de mi cara. Todas comenzaron a meter dinero en su tanga. Luego vino otro chico disfrazado de policía y con el terminé todos mis billetes. Cuando el policía, ya sin ropa, se retiró. Entró un hombre más musculoso con una bombona de plástico a la espalda. Todas comenzamos a chillar he hicimos un pasillo hacia Elisa. El hombre dejó la bombona plástica en la tarima y se dirigió hacia Elisa cogiendo una silla por el camino. Cuando llego a su lado le hizo sentarse y empezó a desnudarse muy cerca de ella.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora