Capitulo 15

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Cuando me despierto estoy sola. Salgo de la habitación camino hacia la entrada. Alan está dormido en el sofá, tiene las piernas encogidas, para poder dormir sin estar colgando, y está bocarriba. Me pongo de rodillas detrás de su cabeza y le soplo en el oído, se mueve un poco, le paso la mano por el cuello haciéndole cosquillas, se rasca el cuello y abre los ojos. Cuando consigue ver con claridad se incorpora y se estira. Yo me siento a su lado. Me mira fijamente como si quisiera decirme algo, luego se tumba y se estira enzima del sofá y de mis piernas. Me coge la mano hacia su pecho y juega con ella.

- ¿Qué tal has dormido?- me pregunta mientras sigue jugueteando con mi mano.

- Bien, pero cuando me desperté me lleve un buen susto. ¿Por qué has venido a dormir aquí?

- Porque cuando duerno no paro quieto y si te despertaba vendrías tú. ¿Sabes qué hora es?

- No, espera que voy a ver- digo intentando levantarme.

- No espera tengo el móvil aquí- mete la mano en su bolsillo y lo saca.

Cuando pulsa el botón se enciende la pantalla, tiene un mensaje de Oliver. Lo abre y lo lee, yo aprovecho y lo leo también.

¿Qué tal? Al final has ido a casa de María, me alegro mucho, pasarlo bien. ¿Mañana te apetece venir a comer a mi casa? Cuídate.

Le responde diciéndole que todo bien y que a la noche le llama. Mira la hora y me la enseña.

- ¡Ya son las seis y media!

- Sí pero no grites, todavía estoy medio dormido. Oye sé que lo has leído pero saludos de Oliver.

Me río me ha pillado. Decido ir a calzarme, ya es tarde y seguro que Alan tiene cosas que hacer. Me levanto y él me sigue. Subo la persiana de la habitación para poder coger los zapatos, le doy los suyos y me siento en la cama para poder calzarme. Cojo uno de mis tenis y comienzo a calzarme.

- ¿Qué te apetece hacer ahora?- me dice Alan que ya se ha calzado.

- No sé, ¿tú que vas a hacer?

- Yo estar contigo, si quieres claro.

- Claro que quiero pero ¿qué vamos a hacer?

- No sé a mí me apetece algo dulce, podemos preparar un postre de la revista.

- Estás loco, apenas sabemos cocinar- me río.

- Pues así aprendemos y seguro que pasamos un buen rato.

- Venga vale. Pero si sale mal es tú culpa.

Nos reímos. Cuando termino de calzarme salgo de la habitación y le salto encima tapándole los ojos. Nos movemos de un lado al otro y finalmente terminamos cayéndonos al sofá. Nos reímos sin poder ni siquiera levantarnos.

Alan recoge de la mesa las copas de antes y las lleva para la barra. Yo me lavo las manos y no tengo donde secármelas. Sacudo las manos mojándole la cara.

- ¿Qué haces?- dice riéndose-. Tienes un paño en el segundo cajón.

- Gracias pero ya no me hace falta- le abrazo y me seco en su espalda.

- Oye, ¿tú quieres problemas?- bromea.

- No- digo viéndole fijamente a los ojos.

- Pues más vale que el próximo abrazo que me des sea de verdad y no para secarte a mí.

- Vale- digo soltándome-. ¿Qué vamos a cocinar?

- Te parece si invitamos a Oliver y a Rebecca a cenar. Mañana no puedo ir a comer a su casa tengo algo importante que hacer.

- Sí, pero ¿qué les preparamos? Espaguetis.

- No, Rebecca los hace mucho mejor que nosotros y quedaríamos fatal, ¿qué te parece si hacemos una barbacoa?

- Vamos a tener que hacer compra entonces.

- Sí, pero primero hay que llamarlos para saber si vienen.

Coge su móvil y busca a Oliver en su agenda, lo llama. Me mira fijamente y al fin parece que alguien contesta al otro lado.

- ¡Hola! ¿Qué tal? ... Genial... Sí, está aquí. Os llamamos para saber si queréis venir a cenar esta noche. ... A casa de María no, a mi casa. ... Barbacoa seguro. ... Vale, a las nueve entonces. Hasta luego.

Cuelga el móvil, y lo deja sobre la barra. Se acerca con los brazos abiertos.

- Esto merece un abrazo- dice con dulzura.

- ¿Por qué?

- ¿Por qué tienes que estropear un abrazo cuando te apetece tanto como a mí?- dice mientras me envuelve entre sus brazos.

Qué bien huele y se debe de cuidar porque está fuerte y duro. La verdad es que sí me apetecía abrazarle. Noto como respira fuerte y como poco a poco su corazón va latiendo con normalidad. Le aprieto un poco, hace que me sienta cómoda. En cuanto le aprieto el mueve su brazo lentamente por mi espalda, esto hace que deje la cabeza entre el hombro y su cuello, pone su mano en mi cuello y aprieta mi cuerpo con el suyo. Nos quedamos así un buen rato. Luego subo mis brazos hasta su cuello, al que envuelvo con ternura. Él baja las manos a mi cintura. Miro su sonrisa tan perfecta como siempre, o quizás más.

- ¿Cambiarías este abrazo por algo?- me dice.

- ¡Shh! ¿No querrás estropear el abrazo con una pregunta?- digo sonriéndole.

Me abrazo a él todavía agarrada de su cuello. Luego él me aparta un poco y me mira a los ojos, de la forma más bonita del mundo. Pone su frente con la mía y yo mi nariz con la suya. Los dos sonreímos sabemos lo que estamos deseando desde hace tiempo, un beso, nuestro beso, algo que pruebe que lo nuestro no es solo amistad sino esa palabra a la que el temía, amor. Sus labios se acercan despacio, mis ojos bajan la guardia para dejarse guiar por el resto de sentidos y al fin ocurre, esa sensación de estar flotando en una nube. Sentir todo como si nunca fuera a terminar, pero todo termina y bajas de la nube para ver el mundo con tus propios ojos. Le veo está igual que antes con su frente y su nariz con la mía. Me está sonriendo pero de una manera nueva, muerde un lado del labio, haciéndolo mucho más sexi y provocador que antes. Separa mi nariz de la suya y yo separo mi frente de la suya. Me vuelve a abrazar como antes, pero esta vez me besa el cuello y vuelve a acariciarme la espalda.

Nos quedamos así un buen rato hasta que nos damos cuenta de que tenemos que ir a hacer la compra y prepararlo todo para cuando ellos lleguen.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora