Feliz y salvaje

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Amapola

Era feliz en mi mundo y no importaba el por qué.

 Vivíamos con los pies en la tierra, jugando con lo que teníamos, armando mil historias, sin princesas ni corcel. Éramos una especie de heroínas salvajes, preferíamos los juegos al aire libre y siempre, siempre terminábamos en lío por alguna travesura desmesurada inventada por una y apoyada por todas.

¡Cuántas locas aventuras salvajes! Puedo contarte del día en que decidimos irnos juntas en el Jeep de mi padre. Era pasado el mediodía y el calor era sofocante, todo el pueblo dormía la siesta pero nosotras estábamos ahí, queriendo ser grande. Nos subimos todas y a la cuenta de tres, mi hermana con un broche tiki-taka, le dio arranque, la otra sacó los tacos que lo frenaban en el cuesta abajo y allá disparadas al muro de la vecina llegamos. La idea era llegar a Termas de Almirón, pero ahí nomás quedamos. Retos, gritos, penitencia y una semana encerradas nos costó la linda salida que habíamos planeado.

Así cómo vas viendo mi Amapola, no era tan fácil ser niña y desear libertades.

Cartas a mi Amapola#fictionalworldawards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora