Capítulo 2

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Amanda

"The safety Dance" by sleeping at last

Cuba seis años atrás. Verano del 2013.

Habían pasado algunos días desde la propuesta de Adam. Mi madre seguía muy insegura sobre mudarnos a Estados Unidos. Sé que es debido a lo de mi padre. Ultimadamente mis pensamientos viajan hacia lo que mi madre me confesó días atrás. No lo conozco, lo sé, pero definitivamente podía sentir un vacío, aquel que experimentas cuando sientes que olvidaste algo y no lo sabes, pero crees que es lo suficientemente importante como para preocuparte. Realmente no me hace falta nada. Mi madre es una persona que ha sabido tomar el papel de padre desde que tengo uso de razón. Quizá luego averigüe qué es.

-Amanda, ven por favor - me llamó mi madre desde la cocina, sacándome de mis pensamientos. Me dirigí hacia donde se encontraba - Cariño, ¿tú qué piensas sobre lo que nos ofreció Adam?

-Realmente me gustaría empezar desde cero, en un lugar donde nadie nos conozca, dónde no tengamos que trabajar haciendo playeras y collares. Quizá sea una señal para iniciar de nuevo madre, piénsalo.

Mi madre se quedó pensando y continúo haciendo la comida.

Adam nos había obsequiado un reproductor de música de discos casete, con bastantes estilos musicales. Era maravilloso poder escuchar otro tipo de música, aunque la música cubana sigue siendo lo mejor que cualquiera puede escuchar. Podía ver como mi madre bailaba mientras cocinaba, se veía alegre, intentando mover sus caderas a otro estilo de música, me gustaba verla así.

Era de madrugada cuando me despertaron unos gritos en la calle. Rápidamente me puse de pie para poder asomarme y ver lo que estaba ocurriendo. Vi a una mujer gritando y tirándole cosas a un hombre. Me alarmé cuando noté que era mi madre, peleando con Adam.

- ¡No vuelvas nunca más! ¡Desgraciado pelado de mierda! - mi madre gritó a la vez que le arrojaba rocas que recogía del suelo.

Una vez que pareció no haber rastro de Adam entró furiosa a la casa.

-Madre, ¿Qué ha pasado? - pregunté aún en shock.

-Ese pelado cabrón nos engañó Amanda. Todo lo que nos pintó era una total mentira. Buscaba vendernos en los Estados Unidos, ¿qué se cree ese?, si piensa que por venir a un país con mucho dinero puede hacer lo que él quiera, está muy equivocado el carajito ese.

No podía creer aquello que salió de la boca de mi madre. A mis trece años ser vendida como si fuera un costal de papas era impensable, me asustaba y me temblaban las piernas nada más de imaginarlo. Me hervía la piel pensar en cuántas personas inocentes caen en esos juegos, pero no podía hacer nada y era lo que más me frustraba.

Me senté cuidadosamente al lado de mi madre, a un costado de la cama. Se veía enojada y triste, realmente no sé por qué mi madre tiene tanta mala suerte en el amor, es una maravillosa mujer que merece lo mejor del mundo, sin duda me aterraría estar alejada de ella.

Desde lo sucedido con Adam mi madre trata de mantener una sonrisa, sé que lo hace por mí. Si tan solo supiera que es mi heroína, realmente es una mujer fuerte, no sé qué haría sin ella.

El frío de la noche estaba haciéndose notar, la ciudad se veía realmente hermosa, con luces brillantes por todos lados, autos con música a todo volumen paseando por el boulevard. Por un momento dejé que mi mente volara, imaginando que estaba en otro lugar, dónde mi madre y yo no tuviéramos que batallar tanto para sobrevivir, en donde ella no sufriera y yo pudiese llevar una vida completamente normal. Me ponía triste pensar en mi vida, pero es la que me tocó y me siento orgullosa por ello, ya que, todo lo que hemos logrado ha sido con trabajo y esfuerzo.

La voz de mi madre hizo que saliera de mi mundo fantasioso.

-Amanda, ¿en qué tanto piensas, cariño? - me preguntó mi madre acercándose a mí con una cálida sonrisa.

-En nada mamá, solo me quedé admirando la ciudad, la Habana es preciosa- contesté sin quitarle la mirada al panorama.

Caminamos a nuestro hogar sin más que decir, todos los días eran lo mismo, no había mucho tema de conversación, mi vida era un ciclo, solo se repetía y repetía.

La mañana siguiente parecía ser un buen día, demasiado soleado y el cielo despejado, espero y hoy tenga suerte. Como todos los días, me dirigí a la playa a hacer mi trabajo, pero a lo lejos noté a un hombre alto, de expresiones serias, parecía que juzgaba con la mirada, pero no pude dejar de notar lo atractivo que era. Lucía cercano a la edad de mi madre. Sin nada que temer, me acerqué a él con la misión de venderle unos collares.

-Buenos días, ¿gustaría comprar unos collares? – le pregunté mientras levantaba mi brazo para que pudiera apreciar los diferentes diseños.

- ¿Los hiciste tú? - preguntó sonriendo y tomando uno de ellos.

-Sí, yo junto con mi madre. Solo que ella vende playeras, por si le interesa- contesté emocionada.

-Por supuesto, me gustaría tener alguna.

-Sígame - le dije moviendo mi mano para indicarle que me acompañara hacia dónde se encontraba mamá. Este señor me daba buena espina, tal vez este sería el bueno.

-Madre, este señor quiere ver algunos diseños de camisas - dije sonriente.

Ambos se quedaron en un corto trance cuando sus ojos hicieron contacto hasta que mi madre despertó de su pequeño shock y empezó a mostrarle toda la mercancía. Podía notar la conexión que hicieron, quería saltar de emoción.

Amor sabor a CubaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora