Capitulo 3

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                                                                                         Amanda

"Ultraviolence" by Lana del rey

Cuba cinco años atrás. Primavera del 2014.

Había pasado casi un año desde que mi madre había comenzado a salir con aquel hombre, por cierto, su nombre es Peter. Creo que mi corazonada estaba en lo correcto, este era el hombre.

- ¡Amanda! ¡Amanda! - gritó mi mamá.

- ¿Qué ha pasado? - me levanté asustada corriendo hacia ella.

-Peter me pidió matrimonio - dijo enseñándome la sortija enorme que sobresalía entre sus dedos.

-Que feliz estoy - expresé con una sonrisa de oreja a oreja, quizá después de tantas plegarias nuestra vida cambiaria.

-Pero todavía no acaba, dios, esto era una sorpresa, pero no puedo esperar a decírtelo... nos iremos a vivir a Georgia, Estados Unidos. Ya están los trámites para que podamos vivir legalmente, bueno, la única que está tardando soy yo, ya que tú eres americana.

- ¡No puede ser! - grité de emoción, podía sentir lágrimas cayendo en mi rostro, al fin estaba pasando.

-Nos iremos en un mes si todo sale bien, la boda será formalmente en casa de Peter.

Después de la gran noticia nos dedicamos a empacar nuestras cosas. Mi mente no podía dejar de pensar en cómo sería estar viviendo una vida normal, la emoción casi me mataba, no podía esperar a estar allá, durante las noches no podía dormir. Comencé a percibir que algo no se sentía bien, no tenía un buen presentimiento, pero lo dejé pasar, no quería que nada arruinara algo que he anhelado desde hace mucho tiempo atrás.

Hoy nos tocaba cita en migración, estaba sumamente nerviosa. Al llegar al lugar sentía mi estómago revuelto. Había un edificio gigante con grandes ventanales, la zona estaba rodeada de guardias con grandes armas, tengo que aceptar que me puso los vellos de punta. Por dentro lucía igual de espeluznante que por fuera, había pequeños cuartos por todos lados, supongo que ahí es donde hacían las entrevistas, al llegar a las oficinas nos topamos con una fila enorme de personas queriendo hacer sus trámites para salir del país, podía ver como algunas señoras salían llorando de las habitaciones, estoy casi segura que les cancelaron la salida.

Después de unas horas de espera llegó nuestro turno, entramos a una habitación fría, en la cual solo había un escritorio y cuatro sillas, mi madre procedió a sentarse en el frente junto con Peter, estaban tomados de la mano. Unos minutos después entró un hombre de estatura baja, con un traje gris oscuro y una mirada que parecía conocer tus más obscuros secretos. En su mano traía una carpeta, la dejó sobre la mesa y se sentó sobre ella, mirando fijamente a todos.

-Iliana Casso, me han hecho llegar tu petición para poder salir del país con tu hija, ya que te casaras con un americano - dijo el señor tomando la carpeta y abriéndola cautelosamente.

-Así es - contestó mi madre firmemente.

-El permiso de tu hija está aprobado, ya que ella es americana. Solo se le permite vivir contigo aquí debido a que no cumple la mayoría de edad; pero en tu caso, aún no hay respuestas de la embajada estadounidense, hemos tenido dificultades para que nos acepten todos los permisos, la mayoría están siendo rechazados debido a que los gobiernos no andan en buenos términos, pero intentaremos hacer lo posible. Te daremos un permiso para que puedas entrar por un límite de tiempo de dos meses en lo que responde la embajada. Si en ese lapso de tiempo no hay respuesta alguna, serás deportada de los Estados Unidos de América – explicó el sujeto.

Sentí que dejé de respirar, me sentía asustada, sabía que si a mi madre no le aprobaban el permiso no la volvería a ver en mucho tiempo o incluso en mi vida. Al salir de inmigración había una tensión enorme entre todos nosotros, la fecha de salida estaba en un parpadear de ojos, no podía estar pasando esto ahora.

-Amanda mi amor, escúchame - me llamó mi madre tomándome de las manos. - Todo saldrá bien cariño, ya verás que podrás tener una mejor vida y estaré junto a ti, solo ten fe.

-Madre pero que pasará si te deportan, me quedaré sola – dije a punto de romper en llanto.

-No cariño, no pienses en eso, siempre estaré a tu lado, te lo prometo. -Me dijo tomándome en un cálido abrazo materno, no quería separarme de mi madre, era muy joven para vivir por mi cuenta.

Había llegado el día, estaba ansiosa y asustada a la vez, los nervios me consumían. No sé si estoy lista para lo que vaya a suceder. La llegada al aeropuerto fue tranquila, habían anunciado que el vuelo salía en diez minutos. Eché un último vistazo al paraíso que me rodeaba, podía sentir el cálido aire pasando, respiré profundo. Es hora de comenzar de nuevo.

La llegada a Georgia fue una locura, había demasiada gente por todos lados, demasiados idiomas, no sabía que escuchar o a quien mirar. Podía sentir que ciertas personas se me quedaban viendo de pies a cabeza, analizándome, de una manera realmente extraña, pero tenía que acostumbrarme.

Visualicé a lo lejos a mi madre con Peter, estaban esperando las maletas. Accidentalmente me tropecé y golpeé a una chica rubia que parecía que sus piernas se iban a quebrar de tan delgadas que estaban.

- ¡Oye! ¡Cuidado estúpida! ¡Fíjate por donde vas! - Gritó con una voz chillona.

-Lo siento - dije rápidamente para reponer mi camino.

Apenas llevaba unos minutos aquí y comenzaron las tragedias, pero bueno, no siempre hay buenas personas. Me topé con muchas personas como ellas en Cuba, eran esas típicas mujeres superficiales que hacen que sus esposos gasten en ellas comprándoles lujos y llenándose de silicón.

Al llegar ayudé a mi madre con las maletas, después nos dirigimos a la salida del aeropuerto. El ambiente era diferente a Cuba, había grandes rascacielos y otros tipos de autos que jamás había visto, el aire resoplaba algo violento. Sacudí mi cabeza intentando no pensar en nada malo como usualmente hago y me dirigí al auto que nos esperaba.

En camino a casa de Peter podía notar que todo era muy distinto, me sentía como si hubiese salido en una esfera, ya que todo parecía tan lujoso, algo que ni en sueños podía anhelar en Cuba. El vecindario donde vivía Peter parecía agradable, casas gigantes que sin duda tenían más de ocho cuartos, con enormes patios y una que otra con alberca. En la calle había niños jugando o personas paseando a sus mascotas, todo parecía tan libre. Sin previo aviso llegamos a casa de Peter, lucía muy acogedora, era de color blanco y tenía hermoso y gigantesco patio, un montón de árboles rodeaban la casa, se sentía como estar en un cuento. Me sentí bien, me sentí como en casa.


Amor sabor a CubaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora