XI

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Narrador.

Horas después.

Stiles iba despertando de a poco.
Estaba en algo blando y cómodo.

– Mmm...¿donde...estoy?

Cuando se sentó, sintió un pequeño mareo.

– ¿Hola?, ¿Al?...

Se fijo en la habitación, lo que hizo que se llevará una sorpresa.

– ¿A-Al?

Se levantó y comenzó a caminar a la puerta.

– ¿Stiles?

– Ah...Al...¿eres tu?

Stiles intentó abrir la puerta, pero esta no abría.

Si, soy yo...¿donde estas?
– No lose, solo sigue el ruido...y ayudame...no puedo salir...
Ya vo-...¡oh dios mio!...¡stiles!

Gritó Alberto, y después nada .

– ¿A-Alberto?

Se recargó en la puerta, intentando escuchar lo que sucedía en el otro lado.
Hasta que la puerta se abrió, dejando que cayera el suelo.

– ¡Ay!

Miró para arriba , pero no logró distinguir quien era, por que lo cargaron como saco de papas.

– ¡No!, ¡Al!, ¡Al!

Después de caminar un rato, bajar escaletas y ser forzado a sentarse en un sofá.
Stiles volteó al otro extremo del sofá, encontrándose con Alberto sentado y quieto.

– ¿A-Al?, ¿qu-que sucede?
– No lose...pensé que esto sucedía por ti...solo no te muevas y no los hagas enojarse...

Stiles volteó al frente.
Y se encontró con varios hombre y mujeres, que se le hacían familiares, pero que no recordaba.
Instintivamente tomó la mano de Alberto y dijo.

– ¿Q-Quienes son ustedes...y que quieren?

Un hombre de apariencia latina y cabello rizado dijo.

– Ah...somos...la manada Hale-McCall...y...están aquí...por ti Stiles..

Alberto volteó a ver a Stiles y dijo.

– ¿En que nos metiste ahora Stiles?
– Y-Yo en nada, ni siquiera los conozco...
– ¿Y por que dijeron eso?
– ¡No lose!...

Stiles les habla a los de la manada.

– Oigan...¿para quien trabajan?, si les pagó, yo les puedo pagar, para que nos dejen en paz...y...
– Stiles, no queremos dinero, no trabajamos para nadie, no los lastimaremos...solo...queríamos que volvieras...

Dijo una mujer pelirroja.

– Ah...d-disculpen..

Al llamó la atención de la manada.

– Entonces...¿ustedes son los idiotas que han estado persiguiendo a mi amigo...¡durante estos cinco meses!?

Gritó lo último furioso.

– Ah..

Nadie contestó.

– Lo tomaré como un si...oigan...si nos dejan ir, no le diremos a nadie que son los que nos han estado haciendo bromas...además se suponía que teníamos clase hoy...

Un chico de cabellera rubia oscura, bajo y de ojos entre azules y verdes dijo.

– No, hasta que acceda a volver con la manada...

Al gruñó y dijo.

– Ni se te ocurra, que me habré mudado para nada Stiles...
– Y-Yo...ni siquiera los conozco, y me siento alagado, por que me quieran en su grupo, pero...chicos, yo no soy un motociclista...

Todos se miraron entre ellos.

– Así que...si nos dejan ir...no le diremos nada de esto a nadie...

Dijo Stiles jalando a Alberto y poniéndose de pie.

La manada veía como ambos se iban de ahí a un paso lento.

Cuando iban a llegar a la puerta, Stiles chocó con otra figura.
Lentamente se volteó y vio a un hombre latino y de ojos verdes y de inmediato dijo.

– S-Son ustedes...

Volteó a ver a todos , estos sonreían, pero eso se fue cuando Stiles dijo.

– Son los que me secuestraron en preparatoria...

Empezó a temblar, Alberto miró a Stiles y luego a los demás.

– Vámonos Stiles...

Volvieron a tomar camino.
Cuando llegaron a la puerta ambos salieron corriendo de ahí.
Notando que estaban en el bosque.

– Corre Stiles...¡corre!

Stiles estaba derramando lágrimas, no quería que esos tipos lo atraparan y temía por la seguridad de Alberto y la suya.



Después de un rato corriendo y de no encontrar rastro de civilización.
Stiles cayó al suelo.

– Ay...

Se recargó en sus manos y escuchó a Alberto decir.

– Vamos, Stiles, escucho a alguien hablar, ellos pueden ayudarnos...
– Estoy cansado...n-no puedo mas...
– Bien, años de experiencia en los deportes...no me fallen ahora..

Alberto tomó a Stiles como saco de papas y lo cargo mientras corría.





Horas mas tarde.

Ambos se encontraban en la comisaria.

Stiles estaba cubierto por una manta, ya que estaba con unas bermudas y una camisa, ambas delgadas, nada aptas para el invierno, Alberto también estaba cubierto, estaba mejor cubierto que el menor, pero ambos estaban descalzos.

El menor de ambos estaba muy callado, con la mirada clavada en el suelo.

– Stiles....
– Creo que me equivoque al volver a esa escuela...
– ¿Por que lo dices?

Dijo el mayor de los dos.

– Mi padre me insistió en que me fuera del pueblo...y no le hice caso...
– ¿Por que quería que te fueras?
– Por la culpa de ellos...
– ¿Planeas contarme mas o será después?

Dijo Alberto, mientras tomaba la bebida a través del popote que le dieron.

– ¿Como puedes tomar jugó y comer después de lo que nos paso?

Alberto se encogió de hombros y dijo .

– Cuando me pongo nervioso, me da hambre, ¿ok?, y mas cuando me asusto...y creeme amigo, tomaré terapia, para que en lugar de comer, prefiera dormir o algo mas sano...
– Lo lamento...entenderé si quieres mudarte...
– No te preocupes, tu me caes bien...además, te protegeré...serás como mi hermano menor...seré un Stilinski y tu seras un Morales...

Dijo rodeando los hombros de Stiles, este sólo sonrió de manera ansiosa.

– Gracias hermano...
– No hay de que hermano...

Un momento de silencio antes de....

– Y...¿mi beso?
– Arruinaste el momento hermano..
– Ese es mi don hermano...

Dijo para reír, borrando la fea tensión del momento.





Una vida común para nada comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora