Polvo Pica Pica

parte -iv-

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El resultado fue un plan que siempre terminaba con Taemin gritando, corriendo y, principalmente, haciendo el ridículo. Todo a pedido de Choi.

Minho despierta temprano, como últimamente esa semana, siempre con un claro objetivo en mente; fastidiar al niño bonito.

Revisa si existen cámaras de seguridad, las rondas del personal de limpieza, y ahora está intentando abrir esos tontos casilleros para poner en marcha uno de los ataques que más quería realizar. Por suerte las cámaras de seguridad no eran tan actuales y ellas no llegaban a tener una imagen pulcra de la ubicación del casillero del niño bonito.

—No es buena idea que estés intentando abrir su casillero cuando ya hay gente que está llegando —reprocha Kibum sosteniendo sus libros y mirando para todos lados, rezando para que no los denuncien con el rector.

—Juraba que lo abriría con esto —Kibum ve el carnet de universitario (hecho polvo) con lo que Minho abría sus casilleros cada que olvidaban sus códigos de seguridad.

—¡Lo intentarás mañana!

Chilla porque no puede evitar que, su torpe e impulsivo amigo, golpee con puño cerrado la puerta del casillero, generando un sonido estrepitoso que le hace dar ganas de huir.

Hasta que Minho sonríe al ver el resultado de su golpe troglodita , como le llamaba Kibum, y la puerta del casillero estaba abierta, cuando casi estaba a punto de huir del lugar junto con el pelirosado que estaba haciéndose pis del miedo. El rector tenía la fama de ser muy duro con sus castigos, y quizá, como ellos no tenían demasiada suerte, podría hasta ser expulsados.

—Dije que te ayudaría a hacer un plan, no a ejecutarlo.

Minho rueda los ojos al ver al pelirosado abandonarle, sin embargo, no es razón alguna para dar marcha atrás.

Y saca la caja que había conseguido con roedores que se encargarían de asustar al conejito y dejarlo en ridículo. Y se encargaría de ver eso en primer plano, cuando el niño bonito fuera a sus casilleros antes de clases.

Sí, ya se sabía sus horarios y casi, casi toda su rutina. Y que el niño bonito les temía a los ratones, que chillaría como nena en cuanto los vería saliendo de su casillero. Eso quería ver, por favor. Que Haneul viera que él no podría manejar una situación tan ridícula.

¡Por favor! Hace conejitos con sus dedos, mentalmente, claro.

—No creo que esa chica valga tanto, Choi —la voz gruesa de Changmin le sobresalta.

—¿Kibum ya se acostó contigo para que empieces a hablarme igual que él?

Rueda los ojos y Changmin le pega un fuerte coscorrón para que dejara de ser tan idiota.

—El chiquillo podría contratar una banda de delincuentes para aniquilarte, lo sabes ¿no?

—Mientras tenga a Haneul de regreso.

La sonrisa inocente de Minho hace que su amigo bufe cruzándose de brazos, esperando poder tapar el ángulo de la cámara de seguridad que, por cierto, sí alcanzaba a grabar todo el pasillo. Minho a veces era tan tonto.

Minho hace malabares, literalmente, para meter a los roedores dentro de ese casillero, sin que terminen saltando o escapando de sus manos. A Changmin le da asco, pero Minho parece demasiado feliz al hacerlo, seguro todo con tal de dejar mal parado a Lee.