parte -v-

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—¿No que no iríamos a hacernos sus amiguitos?

Kibum resopla mirando la pequeña bolsa que tenía en sus manos, con la nula esperanza de que Minho cambiara de idea, porque, si bien ayudaría a fastidiar a Lee Taemin, tampoco quería que su participación sea tan pública y sus nuevos amigos llegaran a odiarlo.

Claro a Minho le valía mierda toda esa gente, pero a él no.

—¿Y si atacamos ahora y no en la fiesta?

Minho le quita la bolsa esa con una sonrisa enorme dibujándose en sus labios. Había esperado días para tenerla entre sus dedos. Ya se imagina al niño bonito correteando y rascándose todo.

Nada le quitaría el placer de verlo así, y eso sí, filmarían todo.

Que Taemin hiciera el ridículo, mientras él iría a esa fiesta a ligar con alguna chica para mostrarle a Haneul que él también estaba en el juego, todavía. Eso era requisito según Kibum, y lo haría.

—Casillero del pasillo y casillero de futbol.

Kibum le mira casi con miedo. Minho solía hablar así, sin sentido, cuando tenía estúpido plan en mente. Acababa de decidir qué hacer, no cómo y no pensaba ponerse en peligro de expulsión, porque Minho solía ser tan impulsivo.

Pero...

—Tú al casillero del pasillo y yo al casillero del gimnasio.

Kibum rueda los ojos al verse tan fácilmente involucrado en ese suicidio, porque a esas horas ya había demasiada gente y él, además, tenía una cita en menos de media hora.

—Si no vas, ve olvidándote de tus permisos eternos para las fiestas.

Minho sonríe diabólicamente. Si bien Kibum sabía cómo chantajearle, pues él también, no por nada lo tenía como maestro, que se enterara.

Si Kibum salía a fiestas era porque siempre iba con Minho, o al menos a muchas fiestas fue que Minho fue sólo a llevarlo a la fiesta para volver a casa. Y se venía una de las fiestas más esperadas del año a la que ningún estudiante se perdería; el cumpleaños de Changmin.

Probablemente sería la última porque era su último año en la universidad.

—¡Eres de lo peor!

Kibum se pone en pie y tira la bolsa esa en la cara del idiota de su amigo. Haría el trabajo sucio, ojalá tuviera suerte y nadie lo notara en las cámaras, justo como hizo con Minho.

Minho se pone de pie y corre hacia las canchas del campus, esperando que el equipo de futbol soccer continuara con su entrenamiento. Y qué suerte la suya.

Sujeta la bolsa entregada por Kibum y cuando mira hacia la cancha, sonríe con malicia al ver al niño bonito, sólo que al verle practicar con Changmin, se les queda mirando.

Era muy ágil, con esas delgadas piernas que parecían un par de alambres saliendo de esos anchos cortos. Tenía gracia, no podía negarlo; esa finta de común le sale tan natural —quizá era suerte—, y le agrada que Changmin quede parado como idiota, ya que él solía burlarse de sus técnicas cuando jugaban al futbol. Así que el niño bonito sabía jugar, piensa plantándose allí observándole.

Amaba los amagues de disparo. Adoraba el futbol.

Sonríe cuando Changmin nuevamente cae en una finta ramona. ¿Era en serio? Eso ya no podía ser suerte, frunce el ceño y continúa mirándole. Y al verle hacer una finta de apoyo, y verle sonreír casi como si hubiera metido un gol, además de ponerse a saltar de dos patas, le hace pensar que quizá más amigo de Kibum, podría ser más amigo suyo.

Polvo Pica PicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora