parte - xiii-

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Haneul jamás diría algo así. Ella lo conocía desde niños, sabía por lo que pasaron cuando lo de Kibum empezó a ser demasiado evidente y con eso se retrajo, cuando un grupo de imbéciles le golpearon en la escuela.

Ella era amiga de todos cuando todo eso ocurría, ella vio cuan mal la pasaron, aunque nunca fue parte de su grupo de amigos.

Taemin estaba desvariando.

—No tienes la menor idea, Lee.

—¿Así? —Taemin se acerca reduciendo otra vez la distancia—. Pues ella me lo dijo. No tengo por qué inventar cosas.

—Mira Lee, puedes seguir inventando todas las cosas que quieras, te creí más inteligente.

Quiere voltearse y salir de ese lugar, porque de repente la calentura que sentía por él, dejó de existir cuando empezó a ser uno más del montón que empieza con mentiras e invenciones sin sentido.

—Eres patético, Lee —dijo convencido de que eso estaba por terminar y quizá su mente volvería a tener el control y se dejaría de tantas idioteces que tenían mucho que ver con el niño bonito que ahora sonreía mirándole de pies a cabeza.

—Si supieras todo lo que dijo de ti.

—No pienso quedarme a escucharte.

Cuando Minho sale es como si se hiciera consciente nuevamente de la fiesta, del ruido, de la gente y cómo todo empieza a molestarle, como si toda la diversión se hubiera ido a la mierda y él estaba ahí sin ganas de lo que le prometía esa fiesta.

Sobre todo que el lindo conejito estuviera hablando tanta mierda junta. Se siente jodido.

Se voltea y lo ve ahí, parado y mirando con rabia, dejándole con demasiadas ideas que serpentean en su mente, enredándose unas con otras, haciéndole perder el control cuando él deja de ser tan altivo como siempre y sólo parece ser un chiquillo rico y débil, derrotado.

Es como si no fuera él, es como si le molestara que Taemin se viera tan triste y arruinado, haciendo crecer esas horribles ganas de querer que el lindo conejito dejara de pensar de esa forma que detesta, que dejara de verse de esa maldita y patética forma.

Taemin continúa parado dentro de los vestidores mirándole de esa forma que hasta parece llena de decepción.

Se siente tan fuera de sí, como si perdiera el poco control que le queda después de esa patética discusión. Arreglaría esa mierda.

Minho termina con la distancia entre los dos, cierra la puerta con seguro y se voltea a ver al delicioso conejito cuyo rostro pasa de estar sorprendido a enojado en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Qué mierda haces?

Minho atina a sonreír como si estuviera delante de un manjar.

—Te quitaré esa asquerosa idea que tienes de mí, y me quitaré esas ganas que tengo de ti.

La cercanía es mayor y Taemin no retrocede, siente cómo algo hace clic en su cerebro, enviando una fuerte oleada de calor y miedo por la anticipación de aquello que el alto dijo.

Deja de sentirse amenazado, deja que él tome el control de lo que ocurrirá. Deja que avance y él retrocede hasta que su espalda choca contra los casilleros, se ve acorralado cuando él golpea a cada costado de su cabeza.

—He tenido esta imagen tuya, así, incluso antes de verte en esa sex-shop, he destruido esa imagen de niño sobrador que tanto pavoneas cuando caminas, te he reducido a un manojo de gemidos calientes tantas veces en mi imaginación estos días, como no tienes la menor idea conejito.

Polvo Pica PicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora