parte - ix-

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Lady Gaga suena de fondo, a quién quería engañar, la canción estaba perforando sus tímpanos, pero no se queja, porque no parece estar en sí, porque apenas sonríe al ver a su amigo ensayar para su magnánimo número de baile.

—¡Este año sí me presentaré y ganaré esa mierda de concurso! —decía volviendo a iniciar el tema por milésima vez en la mañana.

Era habitual ver a Kibum bailando a ese punto, cuando tenía demasiada rabia contenida. Él sabe que pasó algo con el perro faldero, pero no quiere preguntar porque será peor, su pacto no se lo permitía.

Y no es lo único que le molesta, es la nueva publicación del conejito, en el que salía besándose con Haneul, agregando un: ¿ahora sabes por qué ríe mejor el que ríe último?

Chasquea la lengua con fastidio. Últimamente se sentía como la mierda, los días post fiesta de cumpleaños de Changmin fueron una mierda. No deja de pensar en que Haneul quizá ya pertenecía a ese niñito pijo, en todos los sentidos, sentidos que le quitan el sueño haciéndole sentirse como la mierda misma.

Y quizá era la abstinencia, no lo sabe con certeza, pero sí que últimamente pensaba demasiado en sexo.

Dicho ensayo termina y se queda aún ahí, esperando a que Kibum terminara de alistarse e ir a clases.

Al llegar al parqueadero de la universidad, mira a Kibum y éste sólo niega, obviamente no quería hablar sobre lo que había ocurrido, apenas le dijo que lamentaba haberse ido antes y no poder ver a Jinki.

—Hablemos de otra cosa —ofrece sonriendo y logrando que el pelirosado sonriera—, debes entregarme ese brebaje que me prometiste para llenar de insectos el auto del conejito.

Dios.

Kibum bufa saliendo del automóvil. Minho apaga el motor y sale con una enorme sonrisa en sus labios. Sí. Seguiría jodiendo la paciencia del conejito, quien seguro creía que había ganado.

Pues no.

Sin querer sus ojos viran hacia donde el conejito siempre estaciona su auto, habían llegado al mismo tiempo; lo ve salir todo glamoroso, y quizá no se dio cuenta de que él está ahí mirándole, sin querer, realmente.

En lo que avanza, para dar alcance a Kibum, sus ojos vuelven a posarse en el cuerpo del conejito que vestía unos jeans ajustados —demasiado, si le preguntan—, y una camiseta sin mangas, mostrando su perfecto y delgado cuerpo varonil.

—Voy a fingir que esa mirada es de odio —Kibum interrumpe sus pensamientos estúpidos y le mira frunciendo el ceño.

Cuando su mirada se encuentra con la del conejito, ve cómo esa sonrisa llena de desdén regresa junto a esa mirada examinante de pies a cabeza que lo barren y ríe bufando, como desaprobando lo que veía, para darle la espalda e irse como si nada.

El conejito hijo de puta estaba fastidiándole demás. Y él era el menos indicado para buscar autocontrol, donde sabía que no existía.

—Lo es.

Minho rodea la espalda de Kibum con un brazo y juntos entran a su facultad, con Minho intentando que sus ojos no se voltearan a ver el culo pequeño del conejito al que sus ojos quieren clavarse sin su permiso.

—¿En serio vas a seguir molestándole? —inquiere Kibum mirando alrededor, esperando no encontrarse con su dolor de cabeza de pelo platinado.

—Es mejor que pensar en otras cosas.

Polvo Pica PicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora