Polvo Pica Pica

parte -xviii-

*

*

Vuelve a marcar el número de su conejito y de nueva cuenta escucha la voz de la contestadora diciéndole que el número no estaba disponible.

Jinki le había prometido arreglar eso, o al menos lo intentaría, en lo que lo sacaba de la mansión Lee. Aún recuerda la mirada llena de terror y confusión de Taemin, cuando él tuvo que obedecer al ver que si se quedaba sólo empeoraría las cosas.

Ingresa a su móvil y busca en sus redes sociales, lo único que nota es que no hay nuevas publicaciones, y sus mensajes apenas eran enviados, lo que significaba que Taemin no había ingresado en todos esos días.

Papá tampoco le atendía las llamadas y Jinki sólo brillaba por su ausencia.

Suspira sintiéndose mareado por tantas ideas que quieren hacer explotar su cabeza. Necesitaba saber qué mierda había ocurrido, necesitaba ver al lindo conejito.

—Al menos intenta divertirte un poco, son mis cumpleaños —se queja Kibum abrazándole por la espalda.

Minho lo había olvidado, era Changmin y Yunho quienes se lo recordaron y ahí estaba, a una cuadra de la casa de Taemin, en la zona donde vivía la gente adinerada, precisamente en la casa de Kim Jonghyun.

—Lo siento —se disculpa con una lamentable sonrisa en su rostro—, no puedo dejar de pensar que está en problemas y yo aquí sin poder hacer nada más que lamentarme.

Kibum deja un beso en la sien de su amigo. Él le había llamado esa misma tarde cuando los habían pillado en plena faena en casa de Taemin, y le había costado tanto calmarle, hasta tuvo que ir al gimnasio para que descargara su frustración ahí, y él, claro, tuvo que correr en las corredoras y hacer spinning hasta sentirse como un cadáver.

Eso de ser amigo de un fanático del deporte era horrible.

Su novio había decidido darle una fiesta sorpresa en su casa, aprovechando que todos en su casa se habían ido de viaje. Y ahora le mira desde la entrada de su casa, con obvia preocupación en su rostro.

Y no le gusta sentir que no puede hacer nada, cuando Minho siempre intentó ayudarle al momento de las travesuras y demás estupideces que siempre hacían.

Deja a su amigo en la barra de bebidas y va donde el peli platinado, quien lo envuelve rápidamente en un dulce abrazo. Dios. ¿Qué hacer?

—¿Lo invitaste? —pregunta de nueva cuenta y se pierde en los ojos castaños de su amor.

—Lo intenté, hasta fui a su casa a hablar con su madre, intenté explicarle que quería que nos lleváramos bien porque podríamos hacer futuros negocios juntos —Kibum asiente de nueva cuenta, sonriéndole con cariño y pena—. Dijo que le diría.

—¿Ni siquiera lo dejó salir?

—No, en realidad dijo que él no quería salir a ningún lado.

Kibum se desespera cuando ve a Minho con la vista clavada en su móvil, seguro volviendo a ver esos videos que había encontrado de ese club de bailarines que hacían coreografías y Taemin tenía muchas de ellas solo o con cuerpos de baile.

—Tengo una idea —se muerde las uñas y no le importa que Jonghyun le mire con la misma cara que solía poner Minho—, pero dime si conoces bien la casa de Taemin.

—Algo, es enorme ¿por qué? En realidad no sé mucho.

Kibum asiente en lo que sujeta la mano de su novio, arrastrándole hacia la barra. No podía perder más tiempo en ver lo triste y decaído que Minho estaba, consumiéndose como un idiota.